Creía que transcurrida la "boda del año" iba a calmarse el ambiente del mundo de la moda y la belleza, y las mentiras -en general-, el peloteo -en particular- así como la idolatría y vacía admiración, casi ya una necesidad en los círculos amplísimos de la vida 2.0, concentrado sobre todo en Instagram y las revistas y portales de moda.
¿La boda de Meghan con Harry? A mí plin. Vamos: casi me importan más las ballenas como especie de extinción. El otro día le comentaba a un amigo que estaba a 4 kilos de que le rescatara GreenPeace, y él se reía. Ojo con lo que dice una, que luego se vuelve en su contra, y es que llevo una temporada de ingerir bollos cada vez que me dan una mala noticia. Tanto es así, que en Aravaca decidí visitar un centro de belleza. Hay un paisana mía, armenia, que trabaja, y que, después de analizar mis cartucheras y mis glúteos, me dijo que no comprendía nada lo que estaba viendo. "Sales a correr, juegas al pádel, practicas boxeo, nadas...y tienes 27 años", me decía asombrada. Total: que me encasquetaron una sesión de una práctica que recibe por nombre "criolipólisis", que a mí me suena a "ciudad" en griego. Se supone que te reducen la grasa localizada a través de una técnica especial que se realiza mediante la aplicación del frío. 95 euros la broma, la hora, perdón. Aun estoy mirando a ver si veo los resultados. También tienen cavitación, drenaje, mesoterapia, presoterapia y hasta maderoterapia, que es para eliminarte la celulitis pero con "aparatejos" de madera. En fin.
Después hablé con Marc, mi entrenador de thai boxing. Me dijo que tenía que ir a sus clases con más frecuencia. Y que había unas pastillas que aceleran el metabolismo que llevan cafeína y té verde y que lo que consiguen es que uno sude más cuando practica deporte. Pero que, por favor, dejara de ahogar mis alegrías en las copas de vino. Me recordó que mi fuerza de voluntad era muy baja, y yo me acordé de que la actividad de mi agenda era muy alta. Y que, por tanto, encontrar un equilibrio entre lo bajo y lo alto, en cosas de estética, era muy complicado.
Meghan me parece aburrida. No sé. ¿Es elegante? Sí. ¿Es guapa? También. Pero obsesionarnos con hablar de ella y de sus continuos ‘looks’ y cuánto cuesta su vestido de boda me parece asfixiante y monótono. Analizar el frasco de la fragancia de Kim Kardashian, cuya forma es idéntica a su cuerpo, o deleitarnos con sus últimos selfies con la piruleta me parece mucho más estimulante, natural y divertido. Debo de pertenecer a esa minoría que se ha quedado con el parecido de Meghan con Begoña Villacís, y que no ha sido capaz de ver más allá de lo mismo. Hasta las cirugías a las que se somete nuestra reina son más divertidas.