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Katy Mikhailova

Trepa, trapo, trap

Enfundada en un traje de látex color rojo, el vídeo de Isa Pi no hace más que revelar taras espirituales. 

Enfundada en un traje de látex color rojo, el vídeo de Isa Pi no hace más que revelar taras espirituales. 
Isa P en su vídeo | Gtres

Ha nacido una nueva estrella. Y es una especie de plagio de Becky G., la Rosalía y Beyoncé, en versión ‘made in Perú’ pero con educación de Cantora. Imagínense el cocktail molotov (o Pantojoff) que puede resultar de semejante mezcla exótica. Y es que, aunque el temazo de otoño lleve ya casi dos semanas sonando (y superando las dos millones de visitas en Youtube) a mí sólo me preocupa una cosa: porqué las carencias morales se remedian con coches deportivos de lujo. Isa Pi baila con varios ‘carrazos’ de estos, y me pregunto si no habría sido más épico, quizás, y más apropiado por sus orígenes, hacer un Santi Abascal cabalgando en la finca de la matriarca subida en un caballo y al son de la canción de aquella famosa telenovela Pasion de Gavilanes.

Pero no. Isa es más moderna. Mucho más moderna que todo eso. Así que, enfundada en un traje de látex color rojo, cual chorizo embutido, hace que canta, y la prensa habla de trap; yo aquí lo que veo son trapos, físicos (la ropa y toda la parafernalia) y morales. Morales, sobre todo. Taras espirituales.

Pero hablando de trapos, (no sé si trepas, pues esta no sería mi guerra), Naomi Campbell ha protagonizado otra polémica esta semana. Apareció con un vestido blanco cuyo original estampado ni son flores, ni lunares, ni rayas, ni topos; ni siquiera las iniciales de alguna firma de lujo. Nada de eso. Una mancha roja de sangre en el costado que simula un balazo, o algo parecido. Ahora dicen que la ‘Diosa del ébano’ "glamouriza" la violencia. ¿Cómo se puede "glamourizar" algo que no tiene glamour ni ningún sentido de la ética ni de la estética? Lo que ocurre es que el vestido es feo de carajo, y la mancha es desagradable: pero, oigan, que las autoras de ‘Les Gallines’ no tardarán en buscarse algo parecido pero con los huevos estrellados; o hacer un "tengo la menstruación y me resbala" diseñando unos pantalones ecológicos manchados de sangre cual regalo de la naturaleza (aunque haya quien piense que la regla es un castigo).

Lo que es un poco extraño es el lanzamiento al mercado de muñecos sin sexo. Y es que Mattle, después de largas y difíciles décadas imponiendo el canon de belleza de la Barbie, ahora estrena un muñeco cuyo sexo lo diseña uno mismo. "Género inclusivo". Leo por ahí, en torno a esta noticia, el drama de tener divididos en los supermercados los juguetes por sexo (y asociado a este su color): "juguetes para niñas- rosa" y "juguetes para niños- azul", como si esta tendencia fuera la precursora del machismo y la consecuencia del mismo. No pasa nada. Habrá niñas que querrán tener dinosaurios y vertir de verde, y niños que soñarán con un Nenuco y llevar pantalones color Podemos. Se pasea uno por el pasillo que no toca, y listos. Yo a menudo me cuelo en la planta de Zara hombre, y no me voy ofendida. Tampoco hay que sacar las cosas de quicio: no forzar ciertos temas que no corresponden a ciertas edades (lo que no significa obviarlos en caso de que el/la niño/a, o les niñes, plantee/n). Cada quien que haga con su sexo y su sexualidad lo que considere. Pero diseñar muñecos para "normalizar" un asunto que ya de serie viene indefinido por la marca me resulta algo forzoso, torpe e inoportuno. La vida tiene su ritmo y cuando se trata de controlar el tiempo nacen estrellas estrelladas como Isa Pi. para burlarse de toda una industria (la musical) y recordar que la mierda no se canta igual, pero termina pisándose del mismo modo (llevemos unos Louboutin o unos Marypaz). Le mierde, perdón.

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