Aunque sea un día de reflexión, no puedo dejar de pensar en la conservadora estética de "los 5 fantásticos" y el devenir de España. Pedro Sánchez no ha recuperado el color de la vitalidad, sigue con esa extraña palidez y timidez meliflua con la que convive desde hace unos meses, y, aunque Albert Rivera se llevara a la maquilladora personal de Malú para el ‘gran debate’, mi pregunta es en qué se apreció semejante "novedad". El maquillaje para hombres es tan aburrido como limitado, y si encima tenemos en cuenta que además de hombres son políticos, más aún. Por lo que este gasto extra (si es que no fuera cortesía de su pareja sentimental) se podría haber ahorrado.
Hablando de barbas y barbudos, la de Casado post-estival ha gustado más de la cuenta, y, aunque las teorías especulan acerca de si se la dejó para diferenciarse de Rivera, acercarse a Abascal o emular a Rajoy, creo que ha quedado claro que la barba es hoy la nueva base de maquillaje para el hombre. Con o sin barba, el líder del PP evoluciona tremendamente bien, y, aunque siga fiel a la estética clásica del traje azul marino, camisa clara y corbata de una tercera tonalidad (en el debate escogió un azul más claro que el de su traje), su discurso y su seguridad ha ido ‘in crescendo’.
Y es que ellos las prefieren finas: las corbatas, claro. Largas y finas. Unidas podemos. Unidas mamemos. El fracaso de la corbata de Iglesias, que me recuerdan a aquellas aberraciones textiles de Guardiola, reside en que decepcionara a los televidentes quienes esperaban, una vez más, aquel jersey de lana de ovejas felices de aquella firma tan ‘demo’: 198. Marca que, como apuntan algunos medios, "viste a curas, amas de casa y policías". (Hubiera sido un puntazo que en lugar de 198 fuera 155 la marca, y lo saben...). La cobardita, perdón: corbatita… en color negro con ese nudo mal hecho, con la camisa azul pálida con una hechura tan poco acertada, mostraba una vez más el escaso interés que le dedica el líder de Unidas a la estética. Y, aunque se pasara media campaña con ese polo oscuro o, en su defecto, la camisa de Jack-el-leñador, hasta en algunas ocasiones vemos ligeros brotes de cordura estética, y esto se agradece a la vista.
Pero ha sido sin lugar a dudas Abascal el más moderno durante toda esta campaña y por supuesto el pasado debate: en este último caso, renunciar al clásico traje azul marino para optar por una americana con una camisa azul con dos botones abiertos y pantalón gris con zapatos marrones, es muy trendy y muy in, y es un ‘must-have’ válido para asistir a una reunión matinal, a un evento nocturno o a un mitin, ¿por qué no? Aunque haya opiniones que apunten a que es lo que tiene estar casado con una influencer, lo que yo tengo claro es que toca desmarcarse de lo "mismo de siempre" y ya es hora de darle personalidad a los personalismos. Y, si es a la moda, mejor, pero con coherencia entre discurso verbal y corporal.
En cuanto a ellas, resulta muy curiosos cómo (menos Irene Montero) han escogido una americana como guiño al color corporativo de su partido. María Jesús Montero, de color roja; Inés Arrimadas un naranja intenso; y, aunque con mayor sutileza, verde oscuro para Rocío Monasterio y azul klein para Ana Pastor. La pregunta es porqué la "portavoza" de Unidas no apareció en chándal (o al menos con su camiseta fetiche), lo que es un claro indicio de que Podemos se está aburguesando. Seguramente es uno de los daños colaterales de vivir en una mansión. Voten con paciencia, porque esto sólo acaba de empezar.