En medio de este drama que estamos atravesando en España, aflora la solidaridad, que al final no es otra cosa que el amor hacia el prójimo. Si algo podemos aprender de las desgracias, es que la verdadera gracia es la suerte que tenemos de poder seguir existiendo.
Y no hay nada más sanador que un abrazo. El jueves inicié una reflexión acerca del acto de abrazar, consentimiento (y con sentimiento), para evitar marcarnos un "errejonbrazo".
Todas estas dudas se me vienen a la mente porque llevo unos meses reflexionando sobre los saludos (por cierto, mi autocorrector me puso "salidos" y se me viene a la mente algún que otro político ahora en el "candelabro").
Organizar eventos multitudinarios supone tener que saludar a prácticamente todos los invitados. Si son 250 personas… 250 x 2, igual a 500 "mejillazos". Primero la derecha; después, la izquierda. En Italia, que son así de rebeldes, les pasa al revés: la derecha para después. En Rusia son tres. Y en América sólo se da uno.
Y es que los "dos besos" europeos y protocolarios en verdad no son más que un acto convencional cuya finalidad no queda clara. ¿Besar a quién y para qué? Los "mejillazos" o besos al aire supone que uno acabe absorbiendo sudores, perfumes, maquillajes y cremas ajenas. ¿Por qué no dar mejor la mano?
Aunque mi corazón esté en Valencia, mi materia corpórea yace en Marbella porque tocaba inaugurar la feria Marbella Design & Art, una de las ferias de diseño y arte más importantes de España. Les escribo después de un partido de tenis en el Hotel Puente Romano y nuestro desayuno con vistas a un mar que sigue brillando aunque sea hoy un cuatro de noviembre y el cielo amenace con romper a llorar. Abrazar la naturaleza, o simplemente entenderla, es otro modo de viajar hacia nuestro interior.
A propósito de sentir, me recordaba el otro día mi amigo Peter Priede que, tal como dijo Juande Serrano, "el amor es una amistad con momentos eróticos". El amor podría ser "una cosa rara" como la obra de Martín i Soler. Por supuesto los abrazos son para el cariño y la confianza, en todas sus vertientes: compañeros, amigos, familiares y para el amor. Las corrientes científicas apuntan a que el abrazo, para que sea sanador y ayude a segregar oxitocina, debe durar mínimo 10 segundos. Hay personas a las que a veces nos gustaría abrazar eternamente. "Se conoce que el frío resta al hombre aptitudes para la cultura del cuerpo, en la cual incluyo el baile, la risa franca y la efusividad", escribe Fernando Aramburu sobre los abrazos.
Son tiempos, en cualquier caso, de sanar abrazando la vida. Al final y al principio un abrazo es la capacidad de empatizar con el cuerpo en silencio con otro ser. Y esto es maravilloso.