
Cuando se acerca el verano parece que nos va apeteciendo otro tipo de aromas en nuestra piel. Queremos dejar atrás los olores fuertes e intensos del invierno para pasar a cosas más frescas y florales. Por supuesto, lo que hay que conseguir es sentirse siempre representado por el perfume que se utiliza.
Todo ello hace que no haya nada de malo en huir de los perfumes excesivamente abrumadores, de hecho las mujeres españolas los preferimos frescos ya sea verano, invierno, estén en tendencia o no. No es síntoma de un menor gusto por el apasionante mundo de las fragancias. Simplemente, demuestra una necesidad de aromas más sutiles.
De hecho, hablar de acordes frescos, no implica que éstos den lugar a perfumes menos elegantes o especiales, todo lo contrario. Las notas marinas, cítricas o verdes, pueden transportarnos a tardes leyendo bajo la sombra de un magnífico árbol, sintiendo la hierba fresca bajo nuestros pies o dejando que la brisa marina acaricie nuestra piel. Tales sensaciones son puro placer, como lo son los ingredientes que configuran este tipo de fragancias.
Pero, hay un motivo especial para que debamos cambiar los perfumes de invierno a verano. ¿Cuál es? El calor. Es el principal motivo por el que en época estival nos decantamos por fragancias frescas, para sentirnos más ligeros. Durante el invierno, buscamos fragancias que nos hagan sentir cálidos, protegidos y arropados.
Por el contrario, en verano queremos sentirnos ligeros y frescos. El calor, llega a nuestras vidas de lleno y nos encantaría pasarnos los días en remojo. Bajo la ducha, disfrutando de un río o un lago, chapoteando en la piscina o paseando entre la brisa marina.
Por esto, instintivamente nuestro cuerpo busca fragancias que puedan hacer sentir a nuestro cerebro que estamos más frescos de lo que realmente estamos. Aquí entran en juego toda la amplia gama de cítricos como la Naranja, la Mandarina o la Bergamota de Calabria. También la familia olfativa de las fragancias oceánicas u ozónicas: frescas, sutiles y con olor a limpio.
Además, cambiar de perfume en verano y en invierno debería ser un must, ya que debemos encontrar una que se adapte a la temperatura ambiental, a nuestra piel y a nuestras emociones con el fin de hacernos sentir felices, a gusto con nosotros mismos y relajados.
¿El calor afecta a la fragancia?
En general, sí. Tanto la alta temperatura como el exceso de luz solar directa hacen que algunas composiciones olfativas se degraden.
¿Con qué perfumarse en verano?
En verano a casi nadie le apetece la faceta más intensa de las notas olfativas. Se aparcan maderas, almizcles, especias… El oud, el ámbar, el ambroxol… Se agradecen notas salinas u oceánicas, también cítricas y herbáceas. Higuera, ozono, naranja, musgo, coco…
Cómo perfumarse en verano
También en verano cambia el "cómo" perfumarse. Las altas temperaturas obligan a cambiar el modus operandi. Esto es importante para que dure más, para no dañar nuestra piel y para que se huela bien desde el minuto uno.
- No es una cuestión de dosis: muchas mujeres optan por utilizar su perfume habitual, pero aplicando mucha menos cantidad, pensando que éste resultará menos pesado. No sirve de nada.
- Cuidado con la concentración: la clave está en optar por aguas de colonia de menor concentración. Algunas privilegiadas tienen la suerte de que su fragancia favorita esté disponible en las distintas versiones, y pueden pasar del Parfum al Eau de Toilette sin cambiar de esencia.
- Sí a pulverizar sobre la piel: el miedo a la fotosensibilización hace que algunas opten por perfumar su ropa en lugar de rociar la fragancia sobre la piel. Una pena. Aunque no se recomienda perfumarse y tumbarse al sol, hoy en día las composiciones de los buenos aromas evitan las sustancias fotosensibles. ¿Una opción posible? Vaporizar la fragancia en el pelo.
- Intercambio de familia olfativa: es tiempo de vestir aromas cítricos, frutales o florales muy voluptuosos. Las fragancias orientales resultan pesadas sobre la piel con la subida de las temperaturas y tampoco es el mejor momento para coquetear con las notas amaderadas. Cuidado con el ámbar, el musk, el sándalo o la vainilla, la transpiración excesiva puede alterar estas notas.
- A más hidratación, más duración: este pequeño truco ayuda a que el aroma se mantenga más tiempo: basta con aplicar la fragancia sobre la piel bien hidratada. Ese extra de lípidos fija el olor y lo prolonga.
- Layering: el arte de sumar la acción del gel de baño perfumado con la crema hidratante del mismo aroma es la forma más sutil y delicada de prolongar la vida del perfume, más aún cuando, gracias al calor, la ropa se hace más corta y hay más piel al descubierto.
- Perfumar de lejos: cuanto desde más lejos se aplique la fragancia, la distribución de la esencia será mejor y más duradera. La distancia justa está a diez centímetros de la piel.

