
La comida rápida o chatarra, también conocida como fast food, llegó hace más de una década a nuestro país como una revolución y con un precio más bajo que los restaurantes convencionales. Este tipo de alimentos son aquellos que gustan a todo el mundo como pizzas, hamburguesas, patatas... es decir, aquellos que contienen aceite, sal y azúcar por doquier.
Este tipo de alimentos están hechos para el disfrute del hombre, compuestos por alimentos procesados y aditivos llenos de hidratos, azúcares, grasas no saludables y sodio pero que todos juntos dan una sensación de placer, de no saciar el hambre y de delicia gastronómica que buscan las empresas para enganchar a sus clientes.
Si bien es cierto que podemos estar tranquilos con las medidas de salubridad e higiene que se exigen en las inspecciones de Sanidad y Veterinaria que garantizan que los productos que compramos y consumimos en los establecimientos son seguros, no podemos decir lo mismo de su calidad nutricional. Muchas veces no sabemos, más bien tampoco nos paramos a averiguar, si los alimentos y bebidas que ingerimos son saludables o no, y tampoco nos fijamos en si los ingredientes que contiene pueden ser dañinos para nuestra salud. Esta falta de información puede resultar especialmente perjudicial cuando se trata de comida basura.
Por qué se consume comida basura
Es lógico que, de vez en cuando, queramos darnos ‘un capricho’ y disfrutar de unas patatas fritas con kétchup, una pizza o unos dulces. De hecho, consumir este tipo de comida de forma puntual no supone un peligro grave para la salud; el problema aparece cuando esta práctica se vuelve un hábito y los consumimos a diario, poniendo en peligro nuestra salud física y mental.
Está claro que la comida rápida o fast food es una forma económica, fácil y rápida de comer que nos permite llevar el ritmo de vida acelerado de nuestro día a día y dedicar el tiempo libre a otras actividades o al ocio, en vez de invertir tiempo preparando platos más elaborados u organizando el menú de toda la semana. Otras veces nos decantamos por este tipo de alimentos porque nos resultan apetitosos y sabrosos. Además, como todos sabemos, este tipo de alimentos suelen generar una satisfacción momentánea y, a su vez, son responsables de enfermedades.
Los alimentos chatarra más comunes son los siguientes
- Pizzas
- Hamburguesas
- Perritos calientes
- Patatas fritas
- Refrescos
- Dulces y chocolates
- Alimentos cocinados con exceso de aceite
Para evitar las enfermedades relacionadas con el consumo de estas comidas debes eliminarlas de tu dieta, si bien también puedes reducir su consumo a ocasionalmente. Una salud integral va de la mano con buena alimentación y el ejercicio.
¿Cómo sería una dieta sana?
Una buena alimentación, sana y equilibrada debe contener todos los nutrientes necesarios tales como proteínas, hidratos de carbono y grasas. Todos ellos procedentes de:
- Frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales
- Al menos 400 g de frutas y hortalizas al día, excepto patatas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos
- Menos del 10% de la ingesta calórica total de azúcares libres
- Aproximadamente 2000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5% de la ingesta calórica total. Los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas
- Menos del 30% de la ingesta calórica diaria procedente de grasas. Las grasas no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos
- Menos de 5 gramos al día de sal
Los riesgos del consumo habitual de fast food
Cuando la comida basura se cuela en nuestra dieta diaria se contribuye al desarrollo de:
- Obesidad
- Diabetes
- Enfermedades cardiovasculares
- Carencias nutricionales
- Depresión
Para revertir los efectos de un consumo prolongado
Los expertos en nutrición y obesidad dan las siguientes recomendaciones para revertir las consecuencias de una ingesta de comida prolongada en el tiempo:
- La primera acción a realizar, y la más eficaz, es cambiar los hábitos de vida convirtiéndolos en saludables; es decir, prescindir de este tipo de comida.
- Llevar a cabo una alimentación saludable con cinco comidas diarias en las que los alimentos predominantes sean las frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescados tanto azules como blancos, carnes y embutidos magros, lácteos desnatados, frutos secos y aceite de oliva.
- Realizar ejercicio físico de manera continuada.
- Llevar una vida activa.
- Mantener un buen nivel de hidratación proveniente del agua, fundamentalmente, o de infusiones sin azúcar.
- Educar a la población e incrementar la facilidad para obtener productos saludables

