
El ajo es un alimento tradicional de la gastronomía mediterránea y su consumo aporta beneficios para la salud. Fundamentalmente porque es muy nutritivo, ya que contiene minerales y vitaminas como el manganeso, vitaminas B6 y C, selenio, calcio, cobre o potasio. Lo cierto es que tiene rastros de prácticamente todo lo que se necesita para subsistir, aunque en cantidades ínfimas. Tiene pocas calorías y se aconseja incluirlo en el marco de una dieta equilibrada.
Además, contiene alicina, con propiedades antibióticas. Por lo que es ideal añadirlo a las salsas que preparemos para nuestros platos. Un diente de ajo al día tiene múltiples beneficios para la salud, pero tampoco tiene propiedades milagrosas como se ha llegado a decir. Se suele decir que combate el colesterol, favorece el sistema inmunitario, reduce la presión sanguínea, es antiinflamatorio, evita resfriados, mejora el asma, adelgaza y que, incluso, tiene efectos anticancerígenos.
Por supuesto, el sabor, versatilidad y propiedades de esta planta herbácea de la familia Allium la convierten en uno de los alimentos indispensables dentro de la dieta mediterránea. Comer ajo todos los días es un pasaporte a una vida más larga, una protección extra para tus huesos y corazón y una forma excelente de prevenir numerosas enfermedades.
¿Cómo podemos incluir el ajo en nuestra dieta? El ajo puede sofreírse, picarse, majarse, aplastarse con un mortero y añadirse a salsas, sopas, guisos, carnes, verduras o pescados. Aunque puede ser ingrediente protagonista, como en el caso del pan de ajo, la sopa de ajo o el alioli, lo habitual es que sea un condimento de cientos de platos principales en diferentes gastronomías. Los más valientes también lo pican y se lo comen directamente, sin preparación previa.
Lo que está claro es que comer ajos crudos no tiene contraindicaciones importantes en dosis normales, excepto para personas a quienes produce irritación de estómago o alergia, pero se advierte que puede contrarrestar el efecto de medicamentos para la circulación sanguínea ya que es un potente anticoagulante y también se ha determinado que puede disminuir la efectividad de fármacos como el saquinavir, utilizado en el tratamiento del VIH.
Comer ajo en ayunas tiene los mismos efectos que tomado a cualquier hora del día, pero no sirve de mucho si se traga entero. Lo correcto es machacarlo o, mejor aún, cortarlo en finas láminas y, si se quiere suavizar un poco el sabor, mezclado con aceite de oliva, de lino, nuez o coco. Esto se debe a que sus principales virtudes terapéuticas provienen de la alicina, un componente que no está en el ajo, sino que sólo se libera cuando la aliína, un aminoácido azufrado que si está presente en él, entra en contacto con el oxígeno.
El ajo tiene buen potencial, pero no es ‘poderoso’
No solo el aroma y el gusto del ajo han hecho pensar que este alimento pueda tener propiedades medicinales. En diversos momentos, se ha considerado que posee varios compuestos capaces de prevenir y curar infecciones fúngicas y enfermedades cardiovasculares.
En líneas generales, al ajo se le han atribuido varias propiedades, antibacterianas, antiinflamatorias, antifúngicas y antioxidantes. Así lo evidencia un estudio publicado en Phytotherapy Reserach. Y desde hace algunas décadas, todas estas han estado asociadas al contenido de alicina del alimento.
Propiedades y beneficios del ajo crudo
- Es un potente anticoagulante. Contribuye a diluir la sangre y previene la trombosis
- Tiene efectos antibacterianos. Puede ser efectivo contra numerosas bacterias, entre ellas la salmonela y la escherichia-coli
- Es antifúngico. Reduce la necesidad de oxígeno de algunos hongos, lo que ralentiza su crecimiento
- Reduce el colesterol malo. Consumir entre medio y un gramo al día produce un ligero descenso en los niveles de este colesterol
- Actúa sobre la presión sanguínea. El sulfuro que contiene este vegetal relaja y mejora la elasticidad de las venas y permite un paso más fluido de la sangre
- Es antioxidante. Los extractos de ajo contienen sustancias antioxidantes que pueden ayudar a prevenir enfermedades degenerativas
- Tiene propiedades antitóxicas. En dosis elevadas, los sulfóxidos del ajo son una barrera contra la toxicidad de los metales pesados
- Antiviral. En investigaciones in vitro se ha establecido que tiene alguna actividad contra la gripe

