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Katy Mikhailova

A Shakira: ni Casio y mucho New Rich

Qué quieren que les diga… antaño se escribía el dolor en verso y con más elegancia.

Qué quieren que les diga… antaño se escribía el dolor en verso y con más elegancia.
Shakira y su tema con Bizarrap. | Archivo

San Ni-Casio, San Ni-Casio, bájeme usted la barriga sin ir al gimnasio. Y es que, les felicito: ¡qué bien disimulan! Unos disimulan; y otros cantan y se vengan. También hay quien mete gol, o impide que lo metan, y hacen feliz a una Nación (a ver cuándo Shakira con su música consigue que revivamos lo que sentimos en el Mundial de Sudáfrica, porque su waka-waka es más óptimo para una salsa de mojo picón que una estrella en el corazón y camiseta). Qué quieren que les diga… antaño se escribía el dolor en verso y con más elegancia. Hasta Rata de dos patas de Paquita la del Barrio tiene más clase y elegancia.

Estamos ante un caso de manual de clasismo y materialismo vulgar (y demasiado ‘new rich’). Y es que compararse a uno mismo con un ‘ferrari’ o ‘un rolex’ define muy bien los orígenes: pues antes es mejor convertirse en un buen BMW y optar por materializarse en un Patek Philippe o un Jaeger-Lecoultre (en francés se pronuncia ‘yeyer le cultr’ y en Móstoles ‘Jack el cutre’). Puesto que usted se dirige a las masas, señorita de infinitas horas de Spotify y tardeos de verano, admirada Shakira, los demás que no le hagan ni Casio.

¿O es que ahora hay que quemar los casios y comer semillas de chía? Ya lo de ‘dos de 22’ reivindica la negación que una pueda tener con el paso del tiempo y la vejez. Ni la de veinte supera a la de cuarenta, ni viceversa. ¿Dónde queda esa feminista sororidad con la que occidente comulga?

Porque, sí, querida amiga cantaora y compositora, el tiempo pasa por todas y todes; y todes (¡jodida lenguaja inclusiva! hasta yo he sucumbido a su disctadure) nos merecemos una vejez digna. Y la dignidad no casa con el reproche, la negación y la venganza. Y se lo dice una persona que tiene un ensayo inédito sobre la sobrevaloración de la dignidad: pues es un concepto muy ligado a la modernez. La dignidad no existe en la naturaleza; es una especie de etiqueta atribuida a la superioridad moral. ¿Quién dicta qué es digno o indigno? Usted hace el bien o el mal; la dignidad es otra movida.

Sea como fuere… miren y reflexionen, amigos lectores de los sábados: es difícil ponerse de lado de Piqué, un ser ‘indepe’, lleno de complejos y miedos. Un ente que odia España y por ende se odia a sí mismo. Pero, ¡ojo! Todos podemos dejar de querer.

Quizás la necesidad de huida, a causa de su cobardía vital, le ha podido reconducir a optar por una mujer más sencilla y de fácil manejo, como un Renault Twingo. O no… o sí… quién, diantres, sabe nada.

Lo que no termino de encajar es el tema de llorar. ¿Llorar y facturar no es compatible? Pues que se lo expliquen a Isabel Pantoja, Alba Carrillo o Lydia Lozano. O a un autónomo. Y más allá de eso: autónomo societario, como es mi caso. Y mujer. Y que no conduce (yo para qué quiero un Ferrari… prefiero un Twingo con chófer o ir en patinete eléctrico desafiando la vida y al carril bici).

No, Shakira, no… a mí tampoco me gusta Piqué (aunque en Qatar en la Selección hubiera agradecido su presencia), y ojalá que esto no nos sal-pique a todos, como la serie Machos Alfa de mi admirado Alberto Caballero (la de relaciones que han ‘petado’ tras ver esta primera temporada en Netflix). La belleza es noble, la belleza es el perdón; la estética con ética es esa que no odia, es aquella que olvida, es aquella que empatiza y que humaniza incluso la mayor lacra sentimental. La belleza es la vida, el nacimiento de dos preciosas vidas que heredarán lo mejor de cada uno (o, al menos, debería ser asi), la belleza es amor. Amor al prójimo y amor a uno mismo. Uno que se ama no guarda rencor; supera el duelo con la cabeza muy alta, aun con un Casio en la muñeca.

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