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Barbie somos todos

Me impresiona el enorme despliegue que está generando este ya fenómeno social.

Me impresiona el enorme despliegue que está generando este ya fenómeno social.
Barbie, la película | Cordon Press

Tenemos Barbie para rato. Y es que, de pronto, un icono de la infancia, de la belleza y de la moda, y de la vida misma también, vuelve a la palestra a raíz de la película que se ha estrenado ayer, que por supuesto no iré a ver. Margot Robbie encarna el típico tópico de "rubia tonta", un cliché que, si bien se ha intentado ir minando, vuelve a cobrar sentido con esta joya cinematográfica. Ironía aparte.

Más allá de película, me impresiona el enorme despliegue que está generando este ya fenómeno social. Una moda y tendencia a la que se suman todos los medios y todos los influencers y celebridades posibles.

La fiesta, que tuvo lugar en Madrid el pasado miércoles, para unos 400 invitados (como poco), era un no-va-más en todos los sentidos. Cursis y horteras, unidos por el rosa. Por supuesto, también gente con estilo y categoría. Era una fiesta en donde el objetivo era aglutinar "famosos al peso". No faltaron celebs con chihuahua en la alfombra ni tampoco quien se ha querido saltar el dress code como Laura Matamoros que consideró que el rosa de sus sombras de ojo y un minúsculo bolso compensaría su total look negro.

Ni la farándula más denostada ni creadores de contenido cotizados han querido celebrar y sentirse un poco más "barbie" por unas horas.

Los "has been" o viejas glorias de la televisión y de la política se daban cita junto a personajes tan "trendy" como Pelayo Díaz o María Pombo. Era, en suma, un encuentro al que acudir disfrazado estaba bien visto. Todo sea por vender tickets de película. Y me parece genial.

En medio de todo esto me pregunto dónde estarán las feministas protestando por que volvamos a imponer este canon de belleza: la rubia perfecta . No sé si recuerdan que hace algunos años la casa de muñecas lanzaba Barbies "bajitas", "anchas de cadera" y, en suma, "imperfectas" para evitar que las niñas (o "niñes") desde pequeños crezcan creyendo que estos deben ser los parámetros a los que aspirar de adultos. Incluso hubo una Barbie sin pelo como homenaje a las que atraviesan un cáncer.

La vuelta mediática de la "Barbie perfecta", arrastrándolo además al mundo de adultos por si fuera poco, confirma que lo anterior no era más que una campaña de aspiración a lo "políticamente correcto". Si Disney ha decidido poner a una sirena negra, Yolanda e Irene se preguntarán (en un mundo paralelo) porqué la actriz que interpreta a este personaje no puede ser gorda y fea. Feliz jornada de reflexión.

En Chic

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