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Lavarse con o sin esponja

La ducha diaria es un ritual para la mayoría de personas, si es por la mañana más. Pero ¿Con esponja o sin ella? ¿Qué es mejor para la piel? Depende.

La ducha diaria es un ritual para la mayoría de personas, si es por la mañana más. Pero ¿Con esponja o sin ella? ¿Qué es mejor para la piel? Depende.
esponja de ducha, buff puff, ducharse | Pixabay/CC/Brett_Hondow

La ducha diaria se ha convertido en parte de la rutina diaria y hay quien la prefiere a primera hora y quien a última. Sea a la hora que sea, lo cierto es que la ducha es parte fundamental de la higienización diaria. Atrás ha quedado la época en que la ducha diaria era la excepción, reservada a deportistas o personas con trabajos muy concretos, para extenderse ahora como un hábito diario que, en algunos casos, hasta se repite varias veces al día.

En cualquier caso, hasta algo tan básico también tiene sus polémicas, sus debates y sus mitos. La última tiene que ver con cómo hacerlo, el motivo es que, aunque puede parecer sencillo no lo es tanto, al menos a raíz del último debate surgido en redes sociales sobre si es mejor ducharse con esponja o no.

No cabe duda que una buena ducha y la limpieza en general es el primer gesto de belleza, además de ser todo un placer, y es que la ducha afecta incluso al estado de ánimo. No hay que olvidar tampoco que una ducha por la mañana ayudará a despertar, sin embargo por la noche relaja y ayuda a desconectar. Uno de los motivos es que en la ducha juegan un papel muy importante la temperatura del agua, los geles, las cremas y algo muy importante: la esponja. Pero, ¿La esponja es siempre necesaria? ¿Se puede prescindir de ella?

Mejor que esponja, utilizar la mano para enjabonar

La alternativa es clara, utilizar la propia mano en lugar de la esponja. Hay que tener en cuenta que el agua de la ducha cayendo por todo el cuerpo ya afecta a la capa de lípidos que protege la piel. Ni siquiera realmente es necesario utilizar jabón a diario, y mucho menos en los genitales.

Hay que tener en cuenta que la esponja es un objeto mojado que acumula bacterias que pueden ser perjudiciales para la piel. Especialmente las esponjas de lufa, pero realmente cualquier tipo de ellas, son idóneas para que crezcan en ellas bacterias dañinas del tipo de Pseudomonas, Xanthomonas, Klebsiella, E.coli, Enterobacter, Enterococcus o Streptococcus del grupo B.

No obstante, no todo es negativo ya que el uso de esponjas puede tener varios beneficios para la piel. Las esponjas exfoliantes, por ejemplo, pueden ayudar a eliminar las células muertas de la piel, proporcionando una sensación de suavidad y luminosidad, aunque no deben utilizarse a diario sino semanalmente. Además, las esponjas pueden mejorar la circulación sanguínea al estimular la piel durante el lavado, lo que potencialmente contribuye a un cutis más saludable. Sin embargo, es importante ser consciente de la sensibilidad de la piel al elegir una esponja ya que las esponjas ásperas o demasiado abrasivas pueden irritar la piel, especialmente en personas con piel sensible o afecciones cutáneas como el eczema.

Por otro lado, lavarse sin esponja tiene sus propios méritos. Usar las manos para limpiar la piel puede ser menos abrasivo y más suave, especialmente cuando se trata de áreas sensibles como la cara. Además, puede ser preferible para aquellos con piel seca, ya que no elimina los aceites naturales de la piel en la misma medida que algunas esponjas exfoliantes.

¿Son seguras realmente las esponjas?

Algunos estudios, como el llevado a cabo por la Journal of Clinical Microbiology estadounidense, parecen revelar que usar esponja no solo no es aconsejable, sino que es mejor que se haga. La razón es que las esponjas están húmedas, y contienen células muertas, que se quedan tras frotar la piel. Así que se crea un caldo de cultivo perfecto para la aparición de gérmenes.

El problema puede volverse especialmente grave cuando se utiliza la esponja en lugares sensibles, como puede ser una herida. No hace falta que se trate de una gran herida, sino simplemente una provocada por una rozadura o al afeitarse cualquier parte del cuerpo, el motivo es que esos lugares son especialmente dados a infectarse.

Pero, si se quiere seguir utilizando la esponja en la ducha diaria por ser una herramienta cómoda de lograr limpiar todo el cuerpo, hay que lavarlas de manera habitual. El mejor método para ello es utilizar lejía. ¿Cómo hay que lavar las esponjas? Simplemente hay que meter la esponja una vez a la semana en un cubo de agua con un chorrito de lejía durante cinco minutos, tan solo con eso los microorganismos morirán.

Cambiarla regularmente

Es uno de los consejos más importantes. Las bacterias se van acumulando con el tiempo en la esponja, especialmente si no se le hace una desinfección profunda de vez en cuando. Además, con el tiempo la esponja pierde capacidad para crear espuma, lo que impide llevar a cabo una buena higiene. Por ello es importante que cada pocos meses, como mucho 3 o 4, se cambie de esponja.

Evitar usarla en zonas rasuradas hace pocos días

Las zonas recién rasuradas con cuchilla suponen un punto de entrada muy fácil para los microorganismos. La piel está irritada y la epidermis dañada, lo que favorece infecciones. En estas zonas es mejor no utilizar la esponja durante los primeros cuatro o cinco días. Por su parte, se puede limpiar la zona solo con agua, aplicando el gel directamente y frotando con la mano, o utilizando pastillas de jabón.

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