
El Año Nuevo suele traer una lista de buenos propósitos que se desean cumplir durante el año, los más habituales son hacer más ejercicio, comer mejor, dejar de fumar, más tiempo para uno mismo... Pero, de todos esos objetivos la mayoría de las veces el más afortunado consigue cumplir uno, y normalmente la gente suele empezar con fuerza cumpliendo en los primeros días del año para luego perder fuelle y volver a los mismos hábitos de siempre. ¿Por qué sucede esto? Hay varios factores que hacen que esto ocurra siempre, entre ellos, la motivación, el perfeccionismo, el miedo a fracasar, la falta de autoestima etc.
Pero, si uno sigue una serie de trucos a la hora de marcarse los objetivos, las expectativas etc., se pueden lograr a final de año todas aquellas cosas que uno ha marcado en su lista. También es cierto que desde que comienza el año los propósitos pueden traer consigo cierta ansiedad ya que no se tiene muy claro cómo ni cuándo se van a poder tachar no ya todos, sino algunos de los objetivos. El primer impulso normalmente suele ser achacar a la falta de voluntad esta imposibilidad de hincarle el diente a todas las ambiciones, pero no se puede escurrir el bulto de la responsabilidad, aunque quizá el problema no sea la voluntad sino la estrategia.
Por ello, es importante cuando se redacta la lista de propósitos, plantearse si es una meta realista o algo mucho más intangible como un deseo. La primera duda que hay que resolver es ¿Y si se están definiendo como objetivos cosas que no lo son? Para que una meta tenga posibilidades de ser alcanzada debe ser medible, concreta, significativa y estar contextualizada en el tiempo. El motivo es que, si no es así, será más fácil que no se vea el momento de ponerse en marcha. Lo cierto es que hay una serie de razones por las que no se avanza hacia las metas al ritmo que uno querría.
La dificultad para lograr cumplir los objetivos marcados es una experiencia común que afecta a muchas personas. Las razones detrás de este desafío pueden variar, pero algunas causas recurrentes incluyen la falta de planificación, la ausencia de motivación sostenida y la falta de enfoque. ¿Cuáles son los fallos más repetidos en el mundo?
- No tener objetivos claros
Antes de nada, es importante saber que no se puede ir a ninguna parte si uno no tiene definido de forma clara su destino. Es decir, los objetivos deben estar siempre definidos y ser específicos, por ejemplo, no sirve de nada decir que uno quiere estar más sano, porque ¿Qué significa exactamente estar más sanos? Puede ser perder algo de peso, ganar músculo, o simplemente moverse más o comer mejor.
No hay que olvidar que, sin una meta específica, es difícil decidir dónde volcar todos los esfuerzos. En su lugar, es importante definir el objetivo y procurar que este sea medible, para poder controlar el progreso con el tiempo. Siguiendo con el ejemplo anterior, en lugar de escribir "quiero estar más sano", los objetivos pueden ser "quiero comer más fruta y verdura" o "quiero hacer deporte todas las semanas".
- Falta de planificación
Es fundamental planificar qué es lo que se quiere conseguir y la estrategia que se diseñará para lograrlo. Si no se planifica, uno puede verse inmerso en un laberinto de incertidumbres y dudas, sin saber nunca qué camino tomar. Por tanto, cuando uno tiene un plan suele sentir que es él quien tiene el control de su vida y, a la larga, irá mejor. Entonces, se trata de prever los posibles obstáculos y prepararse para sobrepasarlos, además de saber qué dirección hay que seguir.
Establecer metas sin un plan concreto y realista puede llevar a la confusión y la desorganización, por lo que es esencial desglosar los objetivos en pasos más pequeños y alcanzables, creando así un camino claro hacia el logro final. No hay que olvidar que la planificación también implica establecer plazos realistas, lo que proporciona un marco temporal para mantenerse enfocado y medir el progreso.
- Propósitos planteados en forma de resultados blanco o negro
Lo primero y más evidente es que uno se suele marcar los objetivos siempre en función de resultados, se consigues o no se consigue. No hay puntos medios, no hay subobjetivos y esto marca la diferencia entre conseguirlo o no, porque si uno piensa solo en el resultado final puede que se desmotive, que se vea difícil, imposible o muy costoso y por tanto acabe abandonando. Ejemplo: ir al gimnasio 3 veces por semana, en el momento en que se falle algún día, alguna hora etc., ya es posible que vaya dejando de ir, porque el objetivo está planteado como ir o no.
- Demasiadas distracciones
No se pueden hacer las cosas bien si uno está constantemente distraído y perdiendo la concentración, haciendo que se olvide de lo verdaderamente importante. Las distracciones pueden ser de distinto tipo: las notificaciones en el móvil, el ruido externo o las propias ganas de ver una serie en lugar de estudiar. Si hay distracciones, por mucho que se continúe una tarea, lo cierto es que no se hará de una forma tan eficiente como si no las hubiera.
Para evitar desviarse del objetivo, hay que conocerse y saber qué es lo que realmente aleja de él. Además, la visualización regular de los objetivos puede ayudar a reforzar la dedicación y mantener la atención en el resultado deseado. Por ejemplo, si son las redes sociales es importante poner el móvil en modo avión o en silencio para tener las menores tentaciones posibles; o, si molesta el ruido, usar tapones o auriculares que aíslen del exterior.
- Uno no es constante
Es uno de los aspectos más difíciles de cambiar. La constancia es una de las cualidades más valoradas hoy en día, pero muy pocas personas cuentan con ella. Si no se hace, el camino será más largo y complicado. Por ello, el ritmo debe ser constante, hay que hacer las cosas a su debido ritmo, pero sin parar en ningún momento. No se trata de matarse un día a practicar algo, sino de hacer un poquito de forma regular para ir avanzando. Aunque sea difícil de cambiar, hay que reservar ciertos momentos de la semana a trabajar por los objetivos, incluso cuando no se tiene motivación para ello. Al final, la disciplina siempre es más útil que el estar motivado.
- Subestimar el tiempo y energía que se va a necesitar
Normalmente se suele subestimar el tiempo y energía que va a requerir una actividad porque no se tiene en cuenta posibles imprevistos, interrupciones y contratiempos, el resultado es que no se acaba cuando se había planeado, uno se agobia, se siente poco eficiente y abandona, desmotivada. Por ello, es importante calcular más tiempo del que se cree que llevará una tarea. Esto es algo muy sencillo que da muy buenos resultados y en lo que cae prácticamente todo el mundo.
- Procrastinar
¿Quién no ha pasado horas y horas delante de un proyecto sin hacer nada? Ya sea un trabajo del instituto, un proyecto personal, algo relacionado con el trabajo o simplemente alguna tarea de la casa, todo el mundo peca de procrastinar en algún momento. Suele ocurrir porque uno se agobia con todo lo que tiene que hacer o porque da miedo enfrentarse a algo en concreto. Para paliarlo, se puede dividir dicha tarea en otras más pequeñas para que resulte más sencilla de realizar. Por ejemplo, si se tiene que escribir un artículo, dividirlo en distintas fases: la elección de un tema, la investigación, el escribirlo y la revisión. De esta forma, a medida que se avance, se podrán ir tachando cosas de la lista y sentirse más productivo y motivado.
- Falta de motivación sostenida en el tiempo
La motivación sostenida es otro desafío crucial, de hecho, muchas veces, al principio, la motivación es alta, pero a medida que pasa el tiempo, disminuye. Para contrarrestar esto, es importante recordar constantemente el propósito detrás de los objetivos. Establecer un "por qué" claro y emocionalmente significativo puede actuar como un impulso constante. Además, celebrar pequeños logros en el camino puede mantener viva la motivación y proporcionar incentivos para seguir avanzando.
- No es el momento adecuado
En los tiempos que corren, en los que hay que hacer de todo y cuanto antes mejor, se olvida que no se puede hacer y tener todo a la vez; y esa puede ser una de las razones de que no se consiga lo que uno se propone. Hay que considerar, según las circunstancias y prioridades actuales, si este es el momento adecuado para llevar a cabo esos objetivos.
Normalmente, en el día a día hay determinadas situaciones que son particularmente estresantes y requieren gran parte del tiempo, en esos momentos es mejor esperar un poco para realizar algunos de los objetivos. Además, quizá ahora no es el mejor momento para lo que ese objetivo propuesto, quizá supondría un estrés que dentro de unos meses o años no.
Trucos para cumplir los objetivos marcados
- Marcarse objetivos realistas
- Definir lo importante
- Evitar las prisas
- Prevenir las situaciones
- Contar con ayuda

