Podría decirse que la privación de sueño ya es una pandemia en todo el mundo. El motivo es que un tercio de los adultos del planeta duermen menos de lo recomendado. Habitualmente se culpa al estrés del trabajo, al trabajo por turnos o a los dispositivos electrónicos.... pero no son los únicos culpables. Y, aunque se dice por activa y por pasiva que son necesarias unas 8 horas de sueño, pocas personas cumplen esa norma. Pero hay que hacerle más caso porque cuando se duerme más no solo se es menos torpe sino que la piel se beneficia del descanso.
Habitualmente, entre los estilos de vida saludables promulgados una y otra vez se encuentra el de tener un buen descanso. Sin embargo, continúa siendo la asignatura pendiente de muchos españoles. El problema es que las consecuencias de dormir poco van mucho más allá de estar cansado durante el día, pues conlleva un fuerte impacto sobre la salud emocional y física. Y, dentro de esta última, la piel es una afectada más.
Pero, ¿cómo afecta el poco descanso a la piel? La disminución de las horas de sueño reduce la secreción de estrógenos, que se debe a la pérdida de colágeno, que hace que la piel adquiera características de envejecimiento, como las arrugas. Pero además, la falta de sueño aumenta la secreción de cortisol, la hormona del estrés. Además, si se prolonga demasiado esta situación, puede causar sequedad y caída de cabello e, incluso, calvicie.
Por ello, lo que está claro es que dormir poco tiene efectos negativos inmediatos y a largo plazo en la piel. El motivo es que el sueño es una fase crucial para la regeneración celular y la reparación de los tejidos, por lo que la falta de descanso afecta directamente a la salud y apariencia de la piel. Pero, ¿cuáles son los síntomas más claros de un mal descanso?
Síntomas de un mal descanso
- Aparición de ojeras y bolsas: Durante el sueño, el cuerpo mejora la circulación sanguínea, pero cuando se duerme poco, esta función se ve afectada, y los vasos sanguíneos debajo de los ojos se dilatan, haciendo que la piel adquiera un tono más oscuro y, a menudo, se inflame. Además, el descanso insuficiente provoca retención de líquidos, lo que contribuye a la hinchazón en el área.
- Sequedad e irritación de la piel: Dormir poco puede trastocar la producción de ciertas hormonas. Por ejemplo, puede disminuir la progesterona, lo que hace que la piel se irrite y se muestre más seca. Otras hormonas relevantes son la melatonina, que permite mantener la piel sana, y la del crecimiento, que favorece la reparación de las células cutáneas.
- Piel opaca: La regeneración celular se ralentiza cuando no se descansa lo suficiente, lo que resulta en una acumulación de células muertas en la superficie de la piel. Esto provoca una tez apagada y sin brillo, haciendo que el rostro luzca cansado y envejecido.
- Acné: El sueño ayuda a regular la producción de grasa en la piel. En esta línea, se ha observado que dormir mal incrementa la probabilidad de sufrir acné. No obstante, también puede ocurrir el efecto contrario, que se produzca menos grasa, lo que daría lugar a sequedad en la piel y un aspecto apagado.
- Envejecimiento precoz: Con un buen descanso se puede aliviar el estrés, que es uno de los causantes de problemas en la piel, como acné, inflamación y envejecimiento temprano.
- Afectación a la producción de colágeno: El colágeno es una proteína esencial para mantener la piel firme y elástica, y se produce en mayor cantidad durante el sueño profundo. La falta de descanso reduce esta producción, acelerando el proceso de envejecimiento y favoreciendo la aparición de líneas de expresión y arrugas. Con el tiempo, la piel pierde elasticidad y empieza a mostrar signos de flacidez.
- Aumenta los niveles de cortisol, la hormona del estrés: El cortisol en exceso puede provocar inflamación en la piel, aumentar la sensibilidad y agravar problemas cutáneos como el acné, la rosácea y la dermatitis. Esta inflamación también puede dañar las células responsables de la barrera protectora de la piel, dejándola más expuesta a factores ambientales como la contaminación y los rayos UV.
Consejos para tener una buena higiene del sueño
Tener buenos hábitos de sueño implica intentar dormir las horas suficientes, acordes con la edad. Además, hay que evitar factores o elementos que puedan alterar el sueño como cenas copiosas, sustancias como el alcohol o el tabaco, el estrés, el uso de móviles u ordenadores en los momentos previos a acostarnos, o la duración de las siestas, que no deberían de exceder los 30 minutos.
Además, es muy importante cuidar el entorno donde se duerme, a oscuras y en silencio. Llevar una vida saludable, tratando de realizar ejercicio físico de forma regular, también forma parte de una buena higiene de sueño.