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Hábitos domésticos que es importante abandonar

Los hábitos y costumbres son complicados de cambiar pero hay algunos que son importantes. ¿Cuáles son los peores hábitos domésticos?

Los hábitos y costumbres son complicados de cambiar pero hay algunos que son importantes. ¿Cuáles son los peores hábitos domésticos?
Sala de estar de una casa ordenada. | Pixabay/CC/leemelina08

La salud es lo más importante que tienen las personas y sus diferentes hábitos, tanto dentro como fuera del hogar, pueden influenciarla de manera negativa. De hecho, aunque algunos puedan parecer inofensivos, a largo plazo pueden resultar perjudiciales. Aunque no se puede negar que el ritmo de vida que se lleva actualmente lleve a tomar algún "atajo" en cuanto a las rutinas se refiere. Sin embargo, es importante tener en cuenta que existen algunos hábitos domésticos que pueden ser muy perjudiciales para la salud y en ocasiones uno realiza casi sin darse cuenta. Ya sea dejar toallas mojadas en el suelo o utilizar el mismo estropajo de cocina durante demasiado tiempo...

Tampoco hay que olvidar que el hecho de tener la casa ordenada y limpia, está estrechamente vinculado con ser más felices. Y es que, está científicamente demostrado que tener un hogar despejado y con una higiene óptima, hace sentirse más relajados y menos estresados. Es por ello que, al contrario de esta felicidad que se siente cuando se tiene todo perfecto, existen malos hábitos o errores que hacen que el hogar termine siendo un caos. ¿Cuáles son estos malos hábitos domésticos?

  • Limpiar a la inversa, de abajo a arriba: Hay que tener muy en cuenta que, para una limpieza eficiente, lo idóneo es comenzar de arriba a abajo. El motivo es tan sencillo como que el polvo y la suciedad de muebles y encimeras tienden a caer al suelo, por lo que este debería ser lo último que se limpie y no lo primero. Barrer y fregar tienen que ser las últimas acciones en las tareas domésticas si se busca que la limpieza sea correcta.
  • Uso excesivo de productos de limpieza químicos: El uso de limpiadores químicos fuertes en el hogar puede parecer efectivo para eliminar la suciedad, pero muchas veces son productos con ingredientes tóxicos que afectan a la salud y contaminan el aire de la casa. De hecho, el uso excesivo de amoniaco, lejía y otros productos similares puede causar irritación en los ojos, problemas respiratorios y alergias.
  • Confiar demasiado en la lejía: La lejía es una gran solución de limpieza universal, pero usarla en exceso puede ser perjudicial ya que es corrosiva para la piel y los ojos, y respirar sus vapores puede dañar los pulmones. Por ello hay que asegurarse de utilizarla en las cantidades correctas, diluyéndola con agua según las instrucciones del producto.
  • Usar una esponja durante demasiado tiempo: Los microbiólogos afirman que la esponja de cocina media alberga más bacterias que cualquier otro objeto de la mayoría de los hogares. Por ello, lo ideal es cambiar la esponja una vez a la semana para minimizar la acumulación de bacterias.
  • Utilizar el mismo paño para todo: Es importante dejar de hacerlo, tan solo hay que pensar en lo que significa utilizar el mismo paño para limpiar las superficies de la cocina y el asiento del váter. Además de propagar gérmenes, podría uno exponerse a infecciones bacterianas o víricas, como la E. coli. En su lugar, hay que utilizar un paño o esponja específico para cada zona (incluidas la ducha y el inodoro) y lavarse las manos entre cada uso.
  • No limpiar adecuadamente la placa de cocina: Aunque muchas personas limpian regularmente las placas de la cocina, una zona que a menudo se descuida son los mandos. Los mandos albergan gérmenes ocultos ya que suelen salpicarse de comida y tocarse con frecuencia mientras se cocina. Para limpiarlos a fondo, hay que retirar los mandos y lavarlos con agua caliente jabonosa.
  • Lavavajillas a tope o demasiado vacío: El lavavajillas es uno de los electrodomésticos que más se utiliza. Y es que la tarea de tener que limpiar todos los platos y cubiertos, está entre las más odiadas. Sin embargo, si se sobrecarga, además de que no va a limpiar la vajilla correctamente, se perderá tiempo volviendo a fregar o limpiando aquellos objetos que no hayan quedado del todo limpios. Por otra parte, ponerlo demasiado vacío hará que no haga sus funciones correctamente y se gaste demasiada agua.
  • No lavar las toallas con suficiente frecuencia: Tras un solo día de uso, las toallas pueden albergar 17 millones de bacterias, pero muy pocos de las lavan lo suficiente. Las toallas sucias pueden contener alérgenos que pueden desencadenar reacciones alérgicas o irritaciones cutáneas, de hecho casi el 90% de las toallas de baño están contaminadas con bacterias coliformes, mientras que alrededor del 14% contenían E coli. La mejor forma de evitar que crezcan gérmenes en las toallas es establecer una rutina de limpieza regular y asegurarse de que se secan completamente entre cada uso.
  • Dejar toallas mojadas en el suelo: Además de asegurarse de lavarlas con regularidad, hay algunas cosas que se puede hacer para frenar la propagación de gérmenes y bacterias. Hay que tener en cuenta que tirar la toalla al suelo después del baño o la ducha impide que se seque correctamente. Una toalla húmeda es el entorno perfecto para que crezcan moho y hongos, además de olor a humedad. Además, el suelo del baño puede estar albergando suciedad oculta que luego pasará a la toalla.
  • Dejar las cortinas de ducha recogidas: Dejar una cortina de ducha húmeda recogida en un extremo de la barra favorece la aparición de moho, para evitarlo, basta con cerrar completamente la cortina después de cada ducha, para que se seque bien.
  • No limpiar los tiradores de las puertas: Cuando se limpia una casa, es habitual olvidarse de los tiradores de las puertas. Utilizadas constantemente a lo largo del día y tocadas por todos los miembros de la familia, los microbios nocivos pueden permanecer en ellas y pasar de una persona a otra. Para mantener a raya los gérmenes es importante desinfectar los tiradores de las puertas al final de cada jornada.
  • No limpiar el mando a distancia del televisor: Es muy fácil olvidarse de esto, pero si uno piensa en la cantidad de veces que toca el mando a distancia todos los días, tiene sentido limpiarlo cada semana. Es tan sencillo como quitar las pilas y limpiar todo el mando con un paño y alcohol.
  • Usar el horno como cajón para sartenes: El horno debe utilizarse sólo para cocinar. Guardar en él ollas, sartenes, vajilla o productos secos es una receta para el desastre. Además, si a largo plazo se utiliza el horno como almacén, es probable que se desista de limpiarlo, o incluso de utilizarlo para cocinar.
  • Usar el microondas para calentar plástico: Calentar alimentos en envases de plástico en el microondas es un hábito peligroso, ya que algunos plásticos pueden liberar sustancias químicas tóxicas, como los ftalatos y el BPA, que se transfieren a los alimentos.
  • Usar una sartén antiadherente vieja: No mucha gente sabe que, con el tiempo, el revestimiento de teflón de las sartenes antiadherentes puede descomponerse y acabar en la comida. Para evitarlo, conviene cambiar las ollas y sartenes cada dos años, o en cuanto su superficie empiece a despegarse.
  • Aclarar la comida en el fregadero: Tirar la comida sobrante por el fregadero antes de fregar los platos es un hábito fácil de adquirir, pero estos restos pueden atascar el desagüe y causar obstrucciones. En su lugar, lo mejor es tirar los restos de comida a la basura antes de fregar los platos.
  • Dejar los platos en remojo en el fregadero: Malas noticias para los procrastinadores ya que un reciente estudio ha descubierto que el fregadero medio contiene más E. coli que el inodoro después de tirar de la cadena. Si se deja la vajilla demasiado tiempo en el fregadero, las bacterias también pueden proliferar en ella y, teniendo en cuenta que se va a comer de ella, es algo que sin duda se querrá evitar.
  • No abrir las ventanas en invierno: Resulta tentador mantener las ventanas bien cerradas durante los fríos meses de invierno, pero la casa necesita que circule el aire durante todo el año para evitar problemas de humedad. Lo mejor es intentar abrir de vez en cuando las ventanas de las habitaciones que no se utilicen, para que no se acumule la condensación.
  • No hacer la cama: Vale, lo último que apetece hacer recién levantado por las mañanas es la cama. Pero si se quiere que el dormitorio luzca siempre impecable y ordenado, es importante hacerla. Además, hacer la cama cada mañana es un hábito que fomenta mantener el resto de la habitación, y quizá toda la casa, en orden.
  • Acumular objetos innecesarios: La acumulación de cosas que no se necesitan como objetos inútiles o viejos, crea un entorno caótico, dificulta la limpieza y afecta al bienestar emocional. Practicar el minimalismo o realizar limpiezas periódicas para deshacerse de lo que no se usa puede mejorar el ambiente del hogar y facilitar las tareas domésticas.
  • Uso de calzado en interiores: En algún momento de la vida, todo el mundo ha escuchado sobre quitarse los zapatos en la puerta de entrada, y con razón. Aunque los zapatos no estén visiblemente sucios, están repletos de bacterias procedentes del exterior. De hecho, un estudio encontró una media de 421.000 unidades de bacterias en el calzado.
  • Dejar los aparatos electrónicos enchufados: Muchos dejan los dispositivos electrónicos enchufados aunque no los estén usando. Esto no solo aumenta el consumo de energía, sino que también puede ser un riesgo de incendio. Además, los electrodomésticos en modo "stand by" siguen consumiendo electricidad, lo que aumenta el gasto energético y la huella de carbono. Desenchufar dispositivos cuando no se usan es una práctica sencilla que contribuye al ahorro energético y a la seguridad del hogar.
  • Dormir con los teléfonos: Lo primero que hace la mayoría al despertar y al dormir es ver el móvil, revisar las redes sociales e incluso ver vídeos, sin contar que se utiliza como despertador, así que siempre va estar cerca. Sin embargo, estudios indican que dormir con los teléfonos cerca de la cama interrumpe el ciclo de sueño.
  • Cargar el móvil en la cama: Es algo que se hace habitualmente, cargar el móvil en la cama, y concretamente debajo de la almohada mientras se duerme. Pero es un mal hábito ya que, además de interrumpir el sueño, cargar el dispositivo sobre una superficie inflamable no es aconsejable. El teléfono emite calor al cargarse y no sólo no podrá mantenerse frío bajo la almohada, sino que podría sobrecalentarse rápidamente y, en casos extremos, incluso explotar.
  • Sobrecargar las tomas de corriente: Aunque algunos malos hábitos domésticos son antihigiénicos, otros son francamente peligrosos. Muchas personas tienen una cantidad inadecuada de tomas de corriente en casa, lo que puede hacer que resulte tentador sobrecargar los cables alargadores o los enchufes de pared con demasiados aparatos, pero hacerlo es muy arriesgado. Las tomas de corriente sólo están diseñadas para soportar una determinada carga de potencia, así que cuando se sobrecarga una, el disyuntor puede saltar y cortarse temporalmente la corriente. En ausencia de un disyuntor, el cableado se recalentará y acabará provocando un incendio.

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