
Pasarse la vida contando calorías o huyendo por completo de los ultraprocesados o, incluso, sintiendo remordimientos cada vez que se consume un "alimento prohibido" u obsesionado con llevar una dieta 100% saludable... seguramente sea por un trastorno conocido como burnout nutricional. Es cierto que en la sociedad actual cada vez más personas buscan llevar una vida saludable... Pero en ocasiones va más allá de un deseo de bienestar, transformándose en una obsesión por la perfección alimentaria que genera ansiedad y estrés. Este fenómeno es un reflejo de la creciente presión por cumplir con los estándares de una dieta 100 % saludable.
Aunque tradicionalmente el término "burnout" se asocia al agotamiento laboral, el concepto ha comenzado a expandirse a otras áreas de la vida cotidiana, incluida la alimentación. El motivo es que cada vez más áreas de la vida producen ese estrés y agotamiento. En este contexto, el burnout nutricional se refiere al cansancio físico y mental que aparece como resultado de una dedicación excesiva y preocupante por los hábitos alimenticios.
Pero, ¿por qué se asocia el burnout a la nutrición? El burnout nutricional surge de la presión por seguir dietas estrictas, evitar ciertos grupos de alimentos y perseguir ideales alimentarios que prometen salud o estética. Generalmente esta presión puede derivar en una relación negativa con la comida, donde cada decisión alimentaria se vuelve motivo de ansiedad. Redes sociales, influencers y modas dietéticas exacerban esta situación al promover estándares poco realistas y contradictorios sobre qué es "correcto" comer. Es evidente que este desgaste surge principalmente de la sobreinformación. En un mundo en el que proliferan diferentes opiniones sobre la alimentación, muchas personas se sienten desbordadas por mensajes contradictorios. Si uno entra en las redes sociales de diferentes nutricionistas podrá ver que unos promueven el ayuno intermitente mientras otros aseguran que eliminar los carbohidratos es la clave del éxito, y otros recomiendan dietas detox para mejorar el rendimiento físico. Esta diversidad de criterios no solo genera confusión, sino que también aumenta la presión social para seguir un estilo de vida perfecto, lo que provoca ansiedad y agotamiento emocional.
Por todo ello, el burnout nutricional no solo afecta la relación con la comida, sino que también se manifiesta en síntomas como el agotamiento mental, la irritabilidad y la culpabilidad ante las decisiones alimentarias. Muchas personas comienzan a procrastinar en lo que respecta a su autocuidado, alternando momentos de obsesión con otros de abandono total. En algunos casos, este comportamiento puede derivar en episodios de atracones alimentarios, generando incluso una inflamación crónica de bajo grado. Pero también afecta físicamente ya que las personas que experimentan burnout nutricional pueden sentir fatiga constante, irritabilidad, y dificultad para concentrarse.
Pero, ¿por qué ha aumentado tanto entre la sociedad el burnout? La clave para entender este fenómeno es la palabra "abusivas". Que la inmensa mayoría de la sociedad quiere llevar un estilo de vida healthy es un hecho, pero no hay que obsesionarse por conseguirlo ni demonizar determinados alimentos y, sobre todo, no hay que sentir ansiedad o culpabilidad porque, de vez en cuando, se consuman ultraprocesados.
¿Cómo se detecta el burnout?
- Agotamiento mental
- Procrastinar o desmotivarse en cuidarse
- Culpabilidad al comer algo fuera de lo planteado previamente, o fallar en el entreno
- Preocupación constante por el contenido calórico de los alimentos
- Obsesión por la composición de los alimentos
- Trastorno por atracón o sensación de que no se puede parar de comer alternado con otros momentos de restricción calórica
- Fatiga física y, en muchos casos, inflamación crónica de bajo grado
¿Quiénes lo sufren?
- Más mujeres que hombres: Las mujeres forman un porcentaje superior y, dentro del sexo masculino, se puede encontrar un perfil de varón joven.
- Consumo de información en redes sociales: Uno de los denominadores comunes es el consumo de material de salud y deporte en redes sociales. Esto provoca la idealización de vidas perfectas, con físicos idóneos (según ciertos cánones y en muchos casos con filtros).
- Adolescencia y perimenopausia: Se da más en mujeres en desarrollo de temprana edad junto con aquellas que sufren cambios debido a la perimenopausia, que intentan contrarrestar estos efectos consumiendo este tipo de información de forma compulsiva y a aplicarla sin dosificación.
Cómo evitar el burnout nutricional
Para evitar caer en este agotamiento hay varias claves fundamentales para una relación saludable con la comida. En primer lugar, es importante evitar la sobreexposición a información no filtrada ya que no todas las dietas o recomendaciones valen para todos, y es importante ajustar la alimentación a las necesidades físicas y emocionales de cada persona.
Otra de las cosas más importantes es que individualmente se analice por y para qué se alimenta una persona. Una alimentación equilibrada y variada tiene dos aspectos fundamentales y ninguno de ellos es prescindible. Por cultura, la gastronomía es pieza clave en el desarrollo emocional tanto de forma personal como social de todas las personas. Se descubren culturas, sabores, texturas… Se generan recuerdos, preferencias y pasiones o animadversiones a través de los alimentos y las recetas. El segundo es cuestión de la salud, una parte importante del trabajo de los nutricionistas se centra en recomendar una "alimentación funcional". Es decir, aquella que combina los alimentos con el fin de evitar la aparición de enfermedades o controlar las ya presentes. Aunar estas dos vertientes del prisma va a ayudar a encontrar el equilibrio cuerpo-mente.
También es importantísimo evitar los radicalismos y los extremismos nutricionales. Hay que recordar que no existen los alimentos malos y que es el conjunto de hábitos diarios el que determina el estado de salud general. De ahí que nunca se recomienden dietas estrictas, ya que pueden producir deficiencias nutricionales. El organismo necesita la acción del máximo posible de micronutrientes para su correcto funcionamiento, y para su obtención y bioasimilación se necesita una buena combinación de todos los grupos de alimentos. Por otro lado, las restricciones alimenticias, a la larga, generan alteraciones emocionales, sensación de culpabilidad, ansiedad, presión ante las reuniones con comida e incluso trastornos de la conducta alimentaria.
Por todo ello, es clave aprender a relajarse y a disfrutar de la comida sin culpabilidad, sin contar calorías ni obsesionarse con la composición de sus nutrientes. Conocer que uno no se enfrenta a alimentos veneno y tener claro cuál debe ser la pauta nutricional, liberará de la presión. Si a diario se consumen todos los nutrientes que el cuerpo necesita no se debe sentir culpabilidad ante un plato más calórico o con cierto contenido en azúcar. Por ejemplo, ante un deporte intenso, la ingesta de ciertos azúcares será básica para la recuperación de glucógeno o durante la práctica del mismo. Por el contrario, si se siguen corrientes "antiazúcares" se desencadenará una lucha interna entre lo necesario y lo que se cree bien ejecutado.

