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Papá Noel en bermudas: cuando la "estética invernal" choca con la realidad del hemisferio sur

Mientras el hemisferio sur celebra entre playas y barbacoas, la iconografía invernal del norte domina la estética de estas fechas festivas.

Gente vestida de Papá Noel bañándose en el mar. | Cordon Press

La Navidad está íntimamente ligada, en el imaginario colectivo, al frío, la nieve y las chimeneas encendidas. Sin embargo, esta asociación no responde a una realidad climática universal ni ha sido siempre así. No hay que pasar por alto que, en realidad, para casi la mitad del planeta, diciembre significa pleno verano y la Navidad se celebra entre playas, barbacoas y baños en el mar. De hecho, la imagen de una Navidad invernal es, en gran medida, una construcción cultural que se ha impuesto con el paso del tiempo.

Recordemos que en países del hemisferio sur como Brasil, Argentina, Chile, Australia, Nueva Zelanda o Sudáfrica, la Navidad coincide con la época más calurosa del año. Allí, las celebraciones se desarrollan mayoritariamente al aire libre: reuniones familiares en la playa, picnics, asados y actividades deportivas sustituyen a las chimeneas y los abrigos gruesos. Tanto que no es extraño ver a Papás Noel vestidos con gorro rojo, camisa floreada, bermudas y chanclas, e incluso surfeando sobre las olas. Pero no solo la ropa se adapta, sino que la gastronomía también se cambia con el clima, con predominio de platos fríos, mariscos, ensaladas y bebidas refrescantes. Aun así, el árbol de Navidad, las luces y los adornos tradicionales siguen estando presentes, incluso en plena arena.

¿Por qué el 25 de diciembre?

La elección del 25 de diciembre como fecha de celebración de la Navidad no está documentada en los evangelios. De hecho, fue a partir del siglo III cuando la Iglesia cristiana fijó ese día como el nacimiento de Jesús. La decisión no fue casual, sino que coincidía con festividades paganas muy arraigadas en Europa, vinculadas al solsticio de invierno en el hemisferio norte.

No hay que pasar por alto que, en culturas precristianas, el solsticio marcaba el final de los días más oscuros y el renacimiento del sol. Era un momento de celebración, luces y esperanza. En la Antigua Roma, por ejemplo, se celebraban las Saturnales, unas fiestas populares que compartían muchos elementos con la futura Navidad.

Por ello, en ese momento, la Iglesia optó por adaptar estas festividades para facilitar la conversión de la población. El simbolismo del "renacimiento del sol" se asoció con el nacimiento de Jesús, considerado la nueva luz del mundo. De este modo, se fusionaron tradiciones paganas y cristianas, sentando las bases de la Navidad tal y como la conocemos hoy. Además, este origen explica por qué el invierno, el frío y la oscuridad forman parte esencial del relato navideño en Europa, aunque no respondan a una experiencia climática global.

La influencia del norte de Europa

Durante siglos, la Navidad se celebró de formas muy diversas según la región. Por ejemplo, en zonas del Mediterráneo, los inviernos eran suaves y la nieve no formaba parte del paisaje habitual. El giro definitivo hacia una Navidad blanca llegó en el siglo XIX, impulsado por los países del norte de Europa.

En Reino Unido y Alemania se consolidó una visión romántica de la Navidad asociada al invierno, la vida familiar y el recogimiento en el hogar. La literatura de la época, especialmente las obras de Charles Dickens, describió celebraciones entre calles heladas y paisajes nevados, reforzando esta imagen.

Pero además, a esta influencia cultural se sumó el impacto de la publicidad, las postales navideñas y, más tarde, el cine y la televisión. La iconografía de Papá Noel, con abrigo grueso y trineo, se difundió globalmente, incluso en países donde la Navidad se vive con temperaturas estivales.

Con el tiempo, esta estética invernal se convirtió en el estándar internacional. Así, muchas ciudades del hemisferio sur decoran sus calles con nieve artificial, renos y pistas de patinaje, a pesar del calor, reproduciendo una Navidad importada más simbólica que climática.

Tradiciones locales en climas cálidos

A pesar de esta uniformidad visual, las tradiciones locales siguen marcando la diferencia. En Australia y Nueva Zelanda, la Navidad se celebra en la playa; en Brasil y Argentina, con cenas multitudinarias, fuegos artificiales y rituales al aire libre; en Sudáfrica, con comidas típicas y parrillas bajo el sol.

En Filipinas, situada entre ambos hemisferios, la Navidad se vive de forma excepcional: las celebraciones se extienden durante cinco meses y las calles se llenan de farolillos "parol" desde septiembre hasta enero.

Una Navidad cultural, no climática

Hoy en día, la asociación entre Navidad y frío sigue muy presente, aunque cada vez resulta más evidente que se trata de una construcción cultural. La diversidad de celebraciones en todo el mundo y el impacto del cambio climático están empezando a cuestionar esa imagen uniforme.

Más allá del termómetro, la Navidad continúa siendo una fiesta moldeada por la historia, la tradición y la cultura compartida, demostrando que no necesita nieve para ser auténtica.

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