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El tapping promete curarlo todo. Lo de siempre

El tapping es la última técnica para curar las fobias, el estrés post traumático, las adicciones… Estuvimos en un curso de cuatro horas.

El tapping es la última técnica para curar las fobias, el estrés post traumático, las adicciones… Estuvimos en un curso de cuatro horas.
Cipriano Toledo | 'LD'

La civilización ha llegado hasta nuestros días gracias a la criba de la falsedad. El ser humano miente siempre, el doctor House lo repetía constantemente. En unas ocasiones sin querer y en otras sin querer evitarlo. Pero la historia del pensamiento humano se ha centrado en la búsqueda de la verdad. Incluso los relativistas que piensan que todo vale pretenden dar certeza a su teoría. Porque la única forma que tenemos de evolucionar es discernir lo verdadero, y para ello necesitamos unos parámetros, unos métodos, unas herramientas.

Por otro lado, la novedad es un gran enemigo del avance. Los que intentamos asentar y filtrar la información que nos llega tendemos a prejuzgar, a catalogar con excesiva rapidez. La historia ha demostrado, igualmente, que el statu quo no es un buen cultivo para la innovación. Así que, con estos recordatorios bien presentes, me dispuse a asistir a mi primer contacto con el tapping. El escepticismo agazapado, pendiente para saltar pero sujeto por una ilusión sincera de aprender… algo verdadero.

Era sábado por la mañana. La convocatoria en el cine Palafox de Madrid había llenado la mitad del patio de butacas. Cipriano Toledo nos introducía en el mundo del tapping. La técnica es tan sencilla como extravagante. Una ronda consta de: 12 golpecitos con los dedos en diferentes partes de tu cuerpo (según otros métodos, 13) mientras dices en voz alta la frase que resume tu mal; luego, apretando entre el meñique y el anular, cerrar los ojos, abrirlos, mirar arriba, abajo, en círculos, tararear unos segundos una canción con la boca cerrada (no es broma), contar del 1 al 6, tararear de nuevo y… ya está. Esta es una ronda. Ahora a repetirlo. ¿Cuántas veces? Según el mismo Cipriano "no hay problema que aguante diez días de tapping".

La clave de la exposición

Las únicas explicaciones se centraron en un triángulo de consciencia/inconsciencia y el concepto de desequilibrios internos. Son el punto de ataque del tapping. No actúa sobre las fobias ni sobre las consecuencias sino sobre el subconsciente. Y entonces una afirmación espectacular de sus logros que sería tónica en la exposición: "He curado fobias a volar en cinco minutos, antes de subir al avión". Hasta aquí, vale. Sin sorpresas. Una explicación más. Eso sí, ni estudios, ni estadísticas, ni reseñas. Sólo su palabra.

Entonces surgió la pregunta por parte de algún avanzado. "He leído que funciona gracias a la conexión…". Cipriano le interrumpió. "No sé cómo funciona, hay todo tipo de explicaciones complicadísimas pero funciona. Probadlo". Y este es el meollo de su exposición. La gran clave que le debilita y a la vez le sostiene.

Podríamos habernos pasado la mañana intentando explicar los principios de su funcionamiento pero él de un plumazo se lo quita de encima. Se acabó la discusión. "Ni lo sé ni me importa". Una actitud aparentemente sincera y pragmática pero que esconde (en mi opinión) una artimaña. Claro que hay literatura respecto a todo esto. El inventor de la técnica, un psicólogo americano llamado Roger Callahan, dijo que detrás había una mezcla de conceptos "derivados de una gran variedad de fuentes. La más importante de ellas es la antigua filosofía china del chi, que se cree que es la fuerza vital que fluye por todo el cuerpo", así como de la kinesiología aplicada y kinesiología física. Pero entrar en todo esto sería entrar al fango, darnos piezas para utilizar las herramientas, argumentos para descreer y, me temo, que él sabía que la mayoría de los que asistíamos el sábado venían creídos de casa.

Testimonios

Como la fuerza del método se basa en la palabra, nada mejor para afianzar la confianza que los testimonios de terceros. Un clásico: "Mejoró muchísimo su movilidad. Los medicamentos no habían hecho nada…". En este punto hay que tener mucho cuidado. No digo que sea falso o que le hayan pagado para decirlo. Sólo digo que eso no demuestra nada. La única demostración posible es una lista de datos con un método de análisis y adquisición. Pero por desgracia nadie la sacó. Lo que sí vimos es una demostración en directo.

Alguien que fumaba. Le encantaba el olor a tabaco. Un par de ciclos públicos de tapping y… y… y pues, poca cosa. A pesar de estar con la presión del escenario, de los espectadores ávidos de resultados y de la propia presión del conductor/terapeuta Cipriano, la respuesta no fue nada contundente: "Parece que huele peor".

Tambien animales y cosas

De las plantas no se comentó nada, pero de especies animadas o inanimadas, sí. Lo llamó tapping en diferido, supongo que quería decir "a distancia". Se trata de hacer la técnica sobre uno mismo para que se produzca sobre un tercero (persona, animal o cosa) que no está presente. Y, cómo no, alguien que aseguraba haber arreglado su lavadora tras una sesión de tapping en diferido. Yo era muy pequeño pero recuerdo a mis padres con un reloj, concentrándose y mirando fijamente un programa de TVE con un invitado llamado Uri Geller para tratar de arreglarlo. Un clásico.

Siempre que me acerco a este tipo de terapias/creencias intento hacerlo con el ánimo arriba, en positivo. Con ganas de ser sorprendido. Autoconvenciéndome de que quizás esta vez sea la buena. Incluso relajo mis filtros para dejar pasar más de lo que haría en una conversación de bar. Pero tenemos que reconocer que me lo ponen difícil. Puede haber una justificación psicológica encaminada a una terapia de autoconsciencia que permita una somatización o incluso un cambio real en tu cuerpo provocado por una transformación en el comportamiento de nuestro cerebro. ¡Qué sé yo! Pero lo de curar en "diferido", a lo Cospedal, me supera. Cuando algo se estropea es porque un tornillo se ha roto e impide que un resorte actúe (por ejemplo). ¿Al hacer tapping se reconstruye el tornillo, se suelda el resorte?

Como el mismo Cipriano Toledo dijo al final del encuentro: "Si buscáis en Internet no encontraréis a nadie hablando mal de mí". No seré yo el primero.

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