
El telescopio Hubble ha detectado la estrella más lejana jamás observada, situada a 12.900 millones de años luz de la Tierra. La estrella ya no existe, explotó hace millones de años, pero su luz fue tan potente que aún es visible. Eärendel, que recibe su nombre de un poema de J. R. R. Tolkien, existió cuando el Universo era muy joven, mil millones después del big bang, que los científicos sitúan hace 13.800 millones de años. Era mucho más masiva y más brillante que el sol y el equipo científico tras el descubrimiento, en el que se encuentran investigadores del CSIC, destaca que nos ayudará a comprender mejor los inicios del Universo y la formación de estrellas.
"La estrella Eärendel existió en los primeros mil millones de años del Universo, durante el big bang, y su luz ha viajado 12.900 millones de años hasta llegar a la Tierra", explica el investigador José María Diego, del Instituto de Física de Cantabria (IFCA, CSIC-UC), que ha participado en el estudio, liderado por Brian Welch, de la Johns Hopkins University (EEUU), y el equipo Space Telescope Science Institute (STScI). Los resultados de la investigación han sido publicados este jueves en Nature.
"Este hallazgo supone un gran salto atrás en el tiempo si se compara con el anterior récord de Ícaro; permite remontarse mucho más atrás en el origen del Universo", señala. La estrella Ícaro también descubierta por el Hubble estaba a 9.000 millones de años luz.
Según Diego, ha sido posible encontrar Eärendel gracias a que su luz "está magnificada por un cúmulo de galaxias; si no, sería imposible verla".
A medida que el Universo se expande, la luz de los objetos lejanos se estira o desplaza a longitudes de onda más largas mientras se acercan a la Tierra, señala el CSIC en un comunicado. Hasta ahora, los objetos observados a una distancia tan grande respondían a cúmulos de estrellas incrustados dentro de las primeras galaxias.
"Normalmente, a estas distancias, las galaxias se ven como pequeñas manchas, porque la luz de millones de estrellas se mezcla", indica Diego. "La galaxia que alberga a Eärendel ha sido magnificada y distorsionada por lentes gravitacionales", detalla. "Igual que un vidrio curvado deforma la imagen cuando miramos a través suyo, una lente gravitacional amplifica la luz de objetos muy lejanos y alineados detrás de un cúmulo de galaxias. Estas galaxias son las que desvían la luz de astros lejanos debido a que su enorme masa deforma el espacio-tiempo a su alrededor", explica el investigador.
El equipo estima que Eärendel tendría, al menos, 50 veces la masa del Sol y que sería mucho más brillante que este, rivalizando así con las estrellas más masivas conocidas. "Estas estrellas primordiales (que se forman a partir de los elementos que se forjaron poco después del big bang: hidrógeno, helio y pequeñas cantidades de litio), hasta ahora han eludido a los observadores, pero ahora podrían detectarse si se observan mediante lentes gravitacionales de gran aumento, como en el caso de Eärendel", comenta Welch
Este descubrimiento supone la apertura de una nueva era de formaciones estelares muy tempranas, todavía inexplorada. "Estas estrellas son de primera generación y apenas sabíamos nada de ellas. A partir de ahora, con estrellas como esta, podremos estudiarlas en detalle con telescopios como el James Webb. De hecho, ya existe un programa de observación aprobado por la NASA y en el que participamos", añade.
