
Los avances científicos han permitido al ser humano fotografiar un agujero negro, aterrizar vehículos robóticos en la superficie de Marte y enviar naves espaciales al lado oscuro de la Luna. Sin embargo, el océano continúa siendo un lugar sin explorar y no llegamos a conocer ni un 5% de su extensión total.
Puede parecer sorprendente que exista un desconocimiento tan elevado de algo que forma parte de nuestro propio planeta, pero teniendo en cuenta la nula visibilidad, la elevada presión y las gélidas temperaturas, resulta muy complicado explorar las aguas más profundas. Por lo tanto, podemos llegar a imaginar la existencia de especies marinas desconocidas para el ser humano y más al observar lo que le ha ocurrido a un equipo de científicos neozelandeses.
El Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera de Nueva Zelanda, ha llevado a cabo durante las últimas tres semanas una misión que buscaba estudiar la biodiversidad de las aguas profundas. Tras sumergirse más de 3.500 metros en la fosa submarina "Bounty", situada al este de la Isla Sur de Nueva Zelanda, este grupo de científicos ha revelado el descubrimiento de una especie desconocida, a la que han apodado como "La cosa".
¿Qué es "La cosa"
"Tenía la apariencia de una estrella de mar, pero también tenía aspecto de anémona o incluso de un octoral". Estas fueron las declaraciones de Sadie Mills, bióloga marina y líder de la expedición. El grupo de científicos estaba compuesto por expertos de todo tipo en el reconocimiento de especies marinas y ninguno supo asociar la apariencia de este ser vivo con ninguna conocida. Además, las pruebas iniciales de ADN no encontraron ninguna coincidencia con alguna otra especie registrada.
Finalmente, tras un análisis en mayor profundidad, se llegó a la conclusión de que, con casi un 99% de probabilidad, la especie que habían encontrado era una variante de ascua marina, un tipo de invertebrado marino que, por otro lado, nunca había sido avistado en aguas neozelandesas.
Esta noticia ejemplifica el hecho de que el ser humano todavía sabe muy poco del océano y deja la puerta abierta a la existencia de numerosas especies por conocer.

