Menú

'Buitreman', el aragonés que sigue fascinando al público cada vez que alimenta a 300 buitres

El ritual, que se repite desde hace más de treinta años. sigue despertando el asombro de los visitantes.

El ritual, que se repite desde hace más de treinta años. sigue despertando el asombro de los visitantes.
'Buitreman' entra con una carretilla de carne en el refugio de buitres. | Mas de Bunyol

Cientos de buitres leonados se arremolinan alrededor de una charca cuando, de repente, una puerta se abre y aparece un hombre empujando una carretilla cargada de carne. Ante la atenta mirada de un grupo de visitantes escondidos en un observatorio camuflado entre las rocas, más buitres descienden desde los árboles para alimentarse y rodean por completo al hombre en una escena tan fascinante que provoca gritos de admiración y asombro entre el público.

El hombre empuja la carretilla al trote mientras cientos de aves de un metro de altura le persiguen. Finalmente, cuando parece que el ataque del grupo de carroñeras es inminente, el hombre vuelca la carne en el suelo y desata el frenesí descontrolado entre las aves y algún que otro grito entre los observadores. "Acordaos de que hace 30 años que lo hace", se oye decir a una mujer.

Efectivamente. Este es un ritual que se repite cada día desde hace más de treinta años en el Observatorio de Aves Mas de Bunyol, situado en un rincón perdido de la comarca turolense de Matarraña (Aragón). El hombre se llama José Ramón Moragrega, aunque para los naturalistas, los fans y hasta los propios buitres es simplemente ‘Buitreman’.

Según ha contado él mismo, después de pasar buena parte de su juventud en alta mar trabajando como técnico de la marina mercante, decidió dar un giro a su vida con una explotación agrícola que acabó convertida en refugio natural.

Hoy, el Mas de Bunyol es un observatorio de aves de referencia en el sur de Europa. Cada día, más de 300 buitres leonados —además de algunos quebrantahuesos, alimoches o milanos— acuden puntuales al reclamo de Buitreman que les ofrece comida procedente de mataderos autorizados.

Los turistas, familias, escolares y ornitólogos que quieren disfrutar de esta clase de biología deben permanecer en silencio en un escondite acristalado, sin interferir con el comportamiento de los animales. Además, el centro no recibe subvenciones públicas; se mantiene gracias a las visitas y a la entrega personal de José Ramón y su esposa, Dolores, que lo acompaña desde el inicio del proyecto.

Temas

En Tecnociencia

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal