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¿Escucha o solo finge? Si parpadea menos mientras le hablas, esto es lo que realmente ocurre en su cerebro

Un experimento muestra que el número de parpadeos cambia cuando entender lo que se oye exige más esfuerzo.

Una conversación entre dos personas. | Unsplash/Christina @ wocintechchat.com

Escuchar parece fácil, pero no siempre lo es. Sobre todo cuando hay ruido, frases poco claras o distracciones constantes. En esas situaciones, el cerebro activa recursos adicionales para comprender lo que se oye. Y según una investigación publicada en Trends in Hearing, hay una forma inesperada de saber si alguien está realmente concentrado: observar sus ojos... y contar cuántas veces parpadea.

Un equipo de investigadores en Canadá ha demostrado que las personas parpadean menos mientras escuchan frases en condiciones auditivas difíciles, como cuando hay ruido de fondo. ¿La razón? El cerebro entra en una especie de modo de alerta y minimiza las interrupciones, incluso las que parecen más automáticas, como cerrar los párpados durante un instante. Este simple gesto refleja un fenómeno más profundo: la movilización de recursos cognitivos para afrontar una tarea que exige atención sostenida.

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Parpadeo controlado: cómo responde el cuerpo al esfuerzo mental

El estudio analizó datos recogidos en dos experimentos previos, realizados con un total de 49 participantes de entre 18 y 51 años. A todos se les pidió que escucharan frases grabadas en su idioma nativo —inglés o francés— y que repitieran en voz alta lo que habían entendido. Mientras tanto, llevaban puestas unas gafas especiales con cámaras infrarrojas que registraban tanto el movimiento ocular como el número de parpadeos.

Las frases se presentaban en diferentes niveles de dificultad auditiva: desde condiciones silenciosas hasta niveles de ruido más altos, con relaciones señal-ruido (SNR) de 0, +7 y +14 decibelios. Además, en uno de los experimentos se manipuló también la luz ambiental, desde oscuridad total (0 lux), pasando por luz media (75 lux), hasta una iluminación brillante (220 lux), para comprobar si la luz podía influir en el comportamiento de parpadeo.

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El resultado fue claro: el número de parpadeos disminuyó de forma significativa durante la presentación de las frases, especialmente cuando el nivel de ruido dificultaba la escucha. En cambio, antes y después de cada frase, el ritmo de parpadeo se mantenía estable o aumentaba. La supresión ocurría únicamente en ese momento clave de procesamiento auditivo, lo que apunta a una estrategia del sistema nervioso para evitar pérdidas de información en momentos críticos.

Ni la luz ni el idioma influyen en este reflejo del esfuerzo auditivo

Una de las hipótesis del estudio era que el nivel de iluminación podría afectar al parpadeo, como ocurre en tareas visuales. Sin embargo, los datos demostraron que la luz no alteraba este patrón. Ya fuera en penumbra o en entornos muy iluminados, el parpadeo disminuía del mismo modo durante la escucha de frases difíciles. Tampoco se detectaron diferencias entre hablantes de francés e inglés: el fenómeno se produjo por igual, lo que sugiere que la reducción del parpadeo responde a una necesidad cognitiva común, más que a características lingüísticas o sensoriales.

Los investigadores subrayan que este comportamiento no tiene que ver con la percepción visual. Durante el experimento, los participantes mantenían la vista fija en una cruz en el centro de la pantalla, lo que descarta que el parpadeo esté relacionado con estímulos visuales. Lo que se observa es una respuesta fisiológica ligada al esfuerzo mental que requiere comprender el lenguaje en condiciones adversas.

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¿Puede usarse el parpadeo para saber si alguien está prestando atención?

Aunque el experimento se realizó en un entorno controlado, sus implicaciones abren nuevas vías para estudiar cómo el cuerpo refleja el esfuerzo mental. El parpadeo —o su ausencia temporal— podría ser una señal indirecta del grado de atención durante una conversación. No se trata de un detector infalible, pero sí de una pista útil en entornos donde la concentración es crucial: aulas, reuniones o situaciones clínicas.

Eso sí, los autores advierten que no todos los parpadeos tienen el mismo significado, y que interpretar este comportamiento fuera del laboratorio requiere cautela. Hay muchas variables que pueden influir, como el cansancio, la sequedad ocular o el nivel de motivación. Además, no se observó una relación directa entre la cantidad de parpadeos y la precisión en las respuestas: es decir, parpadear menos indica más esfuerzo, pero no necesariamente mejor rendimiento.

Sin embargo, sí se detectó en uno de los experimentos que las personas que más parpadeaban durante todo el proceso tenían mayores dificultades para repetir correctamente las frases, lo que podría señalar una menor capacidad de atención sostenida o una mayor carga mental global.

El parpadeo como medida complementaria al tamaño de la pupila

Hasta ahora, muchas investigaciones sobre esfuerzo auditivo se han basado en la pupilometría, una técnica que mide la dilatación de la pupila como reflejo del esfuerzo mental. Pero esta metodología tiene limitaciones, sobre todo cuando hay movimientos oculares o condiciones de luz muy variables. En cambio, el parpadeo ofrece una medida más estable frente a estos cambios, lo que lo convierte en una herramienta complementaria útil.

Además, el estudio comprobó que el parpadeo y el diámetro pupilar no siempre están correlacionados, lo que sugiere que ambos indicadores pueden ofrecer información diferente sobre la carga cognitiva. Esto abre la posibilidad de utilizar ambos de forma combinada en investigaciones sobre percepción del habla, atención o comprensión auditiva en poblaciones con necesidades especiales.

Coupal, P., Zhang, Y., & Deroche, M. (2025). Reduced Eye Blinking During Sentence Listening Reflects Increased Cognitive Load in Challenging Auditory Conditions. Trends in Hearing, Volume 29, 1–15.

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