L. D. / EP.-
La compañía garantiza que la orina que distribuye se encuentra por completo libre de cualquier tipo de estupefaciente ilegal. Cada envío consta de una bolsita con unos 160 centilitros de orina más unas tiras autocaloríficas que, al ser activadas junto al cuerpo, recalientan la orina ajena a la temperatura corporal exigida por los laboratorios para dar como válida la muestra.
El kit de orina libre de drogas cuesta 69 dólares más gastos de envío. Estos últimos van, desde los tradicionales por correo o mensajería, hasta envíos superurgentes en noches de días de fiesta para ocasiones en que los receptores realmente se encuentran en un apuro ante un repentino aviso de análisis antidroga. El creador de la compañía, Kenneth Curtis, comenzó cediendo su propia orina a sus compañeros de trabajo sometidos a imprevistos tests que no confiaban en superar. Cuando varias afligidas personas comenzaron a llamarle en mitad de la noche solicitando una muestra de su orina, Curtis se dió cuenta de que aquello podía ser un negocio y creó Privacy Protection Services.
Activista de los derechos de privacidad de la persona, Curtis considera humillantes y degradantes este tipo de tests, habituales y legales en muchas compañías de Estados Unidos, por lo que decidió ayudar a sus conciudadanos en apuros por unos módicos 69 dólares. La producción diaria de Curtis es de unos 50 kits diarios. Las reservas para afrontar imprevistas demandas se sitúan en torno a los 2.300 litros que se mantienen congelados en refrigeradores industriales. Según declaró a la revista digital Wired, Curtis, de 42 años, se puede permitir una alta producción a base de atiborrarse de zumos de frutas, té y café. Además, Curtis señaló: No desperdicio ni una sola gota de mis activos.
Sin embargo, el producto de la compañía de Curtis tuvo un serio revés cuando un senador republicano consiguió que el Congreso de Carolina del Sur declarara ilegal la venta de kits de orina. El propio Curtis fue detenido el pasado mes de abril cuando vendió una de sus bolsitas a un policía que se había hecho pasar por un cliente. Un equipo de las fuerzas SWAT, equivalentes a los GEO españoles, asaltó su casa y decomisó más de noventa litros de orina en botellas de leche y contenedores sellados. Ahora se encuentra a la espera de un juicio en el que, caso de ser condenado, podría incurrir en penas de cárcel y fuertes multas.
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El kit de orina libre de drogas cuesta 69 dólares más gastos de envío. Estos últimos van, desde los tradicionales por correo o mensajería, hasta envíos superurgentes en noches de días de fiesta para ocasiones en que los receptores realmente se encuentran en un apuro ante un repentino aviso de análisis antidroga. El creador de la compañía, Kenneth Curtis, comenzó cediendo su propia orina a sus compañeros de trabajo sometidos a imprevistos tests que no confiaban en superar. Cuando varias afligidas personas comenzaron a llamarle en mitad de la noche solicitando una muestra de su orina, Curtis se dió cuenta de que aquello podía ser un negocio y creó Privacy Protection Services.
Activista de los derechos de privacidad de la persona, Curtis considera humillantes y degradantes este tipo de tests, habituales y legales en muchas compañías de Estados Unidos, por lo que decidió ayudar a sus conciudadanos en apuros por unos módicos 69 dólares. La producción diaria de Curtis es de unos 50 kits diarios. Las reservas para afrontar imprevistas demandas se sitúan en torno a los 2.300 litros que se mantienen congelados en refrigeradores industriales. Según declaró a la revista digital Wired, Curtis, de 42 años, se puede permitir una alta producción a base de atiborrarse de zumos de frutas, té y café. Además, Curtis señaló: No desperdicio ni una sola gota de mis activos.
Sin embargo, el producto de la compañía de Curtis tuvo un serio revés cuando un senador republicano consiguió que el Congreso de Carolina del Sur declarara ilegal la venta de kits de orina. El propio Curtis fue detenido el pasado mes de abril cuando vendió una de sus bolsitas a un policía que se había hecho pasar por un cliente. Un equipo de las fuerzas SWAT, equivalentes a los GEO españoles, asaltó su casa y decomisó más de noventa litros de orina en botellas de leche y contenedores sellados. Ahora se encuentra a la espera de un juicio en el que, caso de ser condenado, podría incurrir en penas de cárcel y fuertes multas.
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