El Consejo de la Unión Europea ha fijado como objetivo una generación libre de humo para 2040, en el marco del Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer. La recomendación incluye restringir el consumo de tabaco, tabaco calentado y vapeadores en espacios públicos exteriores como terrazas de bares y restaurantes, parques infantiles y playas.
La ministra de Sanidad, Mónica García, ha respaldado estas medidas, asegurando que España liderará su implementación. "Estamos plenamente alineados con Europa y trabajando en medidas pioneras para proteger a los más vulnerables, como niños y ancianos", afirmó tras la reunión en Bruselas.
Sin embargo, esta postura contrasta con las lagunas en la estrategia nacional contra el cáncer en España, poniendo en entredicho las prioridades reales del gobierno en materia de salud.
Una lucha desigual: tabaco vs. cáncer
El gobierno continúa avanzando en el endurecimiento de las restricciones al tabaco, con la reciente aprobación del Real Decreto aún en audiencia pública y, la previsión de extender los espacios libres de humo a lugares como terrazas de bares, restaurantes y paradas de autobús.
Sin embargo, la actualización de la Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud sigue estancada desde 2021, dejando a los españoles sin implementar las "Recomendaciones actualizadas de la Unión Europea (UE) para el cribado de cáncer" aprobadas en el año 2022.
Estas recomendaciones instan a reforzar los programas de cribado para cánceres como el de mama, colon y cuello de útero, y sugieren la incorporación de cribados para los cánceres de pulmón, próstata y gástrico.
A pesar de los alarmantes datos sobre las muertes por cáncer en España, que ya es la primera causa de fallecimientos según los datos publicados por el INE, el gobierno de Sánchez no ha adoptado estas medidas europeas que podrían mejorar significativamente la detección precoz y reducir la mortalidad en España.
En cambio, el gobierno avanza rápidamente en la implementación de prohibiciones al tabaco y otros dispositivos como el tabaco calentado o los vapeadores en espacios exteriores, basándose en información científica limitada, mientras acelera la legalización del cannabis medicinal, a pesar de la falta de evidencia sólida que respalde sus beneficios frente a fármacos ya aprobados. La incoherencia de estas políticas deja en evidencia una falta de enfoque integral y efectivo en las políticas de salud pública.
El coste de la inacción
La falta de actualización de la estrategia de cáncer no solo contrasta con las políticas restrictivas contra el tabaco, sino que también coloca a los españoles en una posición de mayor vulnerabilidad frente al cáncer que otros ciudadanos europeos con acceso a sistemas de detección precoz.
Mientras el gobierno proclama un discurso de vanguardia en la lucha contra el tabaquismo, el cáncer, la principal causa de muerte en España, no recibe la atención ni la inversión que merece. La paradoja es evidente: por un lado, medidas exhaustivas contra el tabaco; por otro, retrasos en la implementación de avances cruciales para prevenir y tratar la enfermedad que más vidas cobra.
Una generación libre de humo, pero expuesta al cáncer
La ambición de crear una Europa libre de humo para 2040 es laudable, pero las prioridades del Gobierno de Sánchez parecen desbalanceadas. La inversión en estrategias integrales de lucha contra el cáncer, como el cribado y la investigación, debería avanzar como poco al mismo ritmo que las políticas contra el tabaco y la legalización del cannabis medicinal.
Porque, aunque la lucha contra el tabaquismo es esencial, no se puede perder de vista que, sin una actualización y financiación adecuadas de la estrategia oncológica, la promesa de "no dejar a nadie atrás" se queda, una vez más, en un eslogan vacío.