
Mónica García lo ha vuelto a hacer. Y con un virtuosismo digno de las mejores trilogías del despropósito normativo. Tras lograr que los médicos se subieran por las paredes con la reforma del Estatuto Marco, ahora se saca de la chistera el anteproyecto de Ley de Medicamentos y Productos Sanitarios.
El resultado: una reforma tan disruptiva que ha conseguido poner de acuerdo a médicos y farmacéuticos... pero en su contra. Los únicos que aplauden, son los enfermeros, que por fin se ven coronados como prescriptores plenipotenciarios.
Prescripción para todos: el Black Friday sanitario
La joya de la corona del anteproyecto es la ampliación del número de profesionales sanitarios autorizados para prescribir medicamentos. Enfermeros y fisioterapeutas entran en el club. Lo que antes exigía una carrera de Medicina, seis años de formación y cuatro de especialización, ahora se democratiza en nombre de la eficiencia. El argumento: agilizar la atención. El resultado: desdibujar las fronteras profesionales como si fueran líneas en la arena.
Desde el Consejo General de Enfermería (CGE), Florentino Pérez Raya proclama que se trata de "una gran noticia para el sistema". Más agilidad, menos gasto, más integralidad. La enfermera podrá hacer la cura y recetar el antibiótico, todo en uno, como si de un menú degustación se tratara. ¿Para qué perder tiempo yendo al médico si lo puede hacer todo la enfermera?
Diagnóstico: prescripción sin diagnóstico
Desde SEMERGEN y el Foro de la Profesión Médica han encendido todas las alarmas. Recuerdan, con una paciencia admirable, que la prescripción debe ir precedida de un diagnóstico clínico, que no es precisamente algo que se improvise con tres cursos y un cursillo de verano. "¿Y la seguridad del paciente?", preguntan los médicos. Silencio.
Porque en la Sanidad según Mónica García, la seguridad parece un concepto secundario frente a la sacrosanta sostenibilidad. Que nadie olvide: esta ley pretende "adaptar el sistema a los retos del siglo XXI", lo que en el diccionario del Gobierno significa que la salud se gestiona como si fuera un Excel de contabilidad.
El farmacéutico como prestidigitador
La otra estrella del anteproyecto es la capacidad del farmacéutico para sustituir medicamentos por su cuenta, sin consultar al médico, en caso de desabastecimiento. Aquí es cuando el médico descubre que su receta puede convertirse en una "sugerencia" más que en una orden terapéutica.
¿No hay stock? El farmacéutico elige otro. ¿El paciente no tiene preferencia? Se le da el más barato. ¿Sabe el médico qué toma el paciente al final? Pues que lo averigüe si puede. Esto no es medicina, es ruleta rusa terapéutica.
Principio activo: principio de caos
Otro hito es la prescripción por principio activo como norma general. Sí, eso que suena tan científico pero que es como pedir vino sin saber si te van a traer Rioja, Ribera o el cartón del supermercado. Y claro, SEMERGEN avisa: esto puede generar confusión, errores de adherencia y, sorpresa, empeorar el seguimiento clínico. Pero tranquilos, que lo importante es ahorrar.
Agencias, redes y otras distracciones
Para que no falte la pirotecnia institucional, el Gobierno incluye la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública, esa que cayó en el Congreso hace dos semanas pero que ahora resucita cual ave fénix sin pasar por Urgencias. Y también se plantea una Red de Evaluación de Tecnologías Sanitarias que, entre otras maravillas, promete evaluar tratamientos en un plazo de... seis meses. Como para una apendicitis exprés.
Médicos en la cuerda floja, enfermeros en la cima y farmacéuticos en shock
La medicina, según el Gobierno, ya no es una profesión, es un trámite compartido. El enfermero prescribe, el farmacéutico decide y el médico... mira, si queda hueco, que opine. Todo por el bien de la "eficiencia", ese concepto que sirve para meter tijera con sonrisa de progreso.
¿De verdad sorprende? No debería. Al fin y al cabo, esta es la ministra que lleva el título de medicina como aval, mientras desmantela su profesión desde dentro. Quienes pensaban que un médico al frente del Ministerio de Sanidad defendería la excelencia clínica olvidaron un detalle: también es política. Y en política, la excelencia es un lujo prescindible.
Conclusión: sálvese quien pueda
El anteproyecto no busca mejorar la Sanidad, sino hacerla más barata y más rápida, como una app de comida rápida. La seguridad clínica se diluye en una sopa de buenas intenciones y competencias diluidas.
Hay un refrán que dice "zapatero a tus zapatos". Tal vez es hora de aplicarlo. Dejar que los médicos diagnostiquen, los enfermeros cuiden y los farmacéuticos dispensen. Cada uno en su sitio. Porque cuando todos pueden hacer de todo, nadie asume responsabilidad alguna. Y el que paga el precio, una vez más, es el paciente.

