En un momento en el que la inteligencia artificial y la tecnología inmersiva ocupan un lugar central en la agenda pública, el profesor de IA en la Universidad Francisco de Vitoria y asesor de la Comisión Europea, Antonio Luis Flores Galea, irrumpe con Un mundo virtual (Tusquets Editores), un libro que plantea una cuestión clave: ¿estamos preparados para vivir en un mundo donde lo digital supere a lo físico?
"La clave del metaverso es que involucra a todos los sentidos", afirma Flores Galea en una entrevista reciente, donde insiste en que este nuevo entorno no se limitará a lo visual y auditivo, sino que implicará una experiencia sensorial completa. "Será la siguiente evolución donde el mundo digital nos rodee en tres dimensiones".
El autor propone una guía clara y accesible para entender los retos y oportunidades de esta revolución tecnológica que, asegura, se materializará "en los próximos cinco a diez años". A diferencia de otros textos más técnicos, Un mundo virtual busca acercar el fenómeno del metaverso a todos los públicos. "El libro está pensado como un manual para que cualquier persona sepa lo que va a llegar [...] dentro de seis meses, dentro de un año".
Adicción al avatar y el cibersindorme, problemas del Metaverso
Flores Galea no rehúye los aspectos más controvertidos del fenómeno. Advierte sobre los "efectos secundarios del metaverso", entre ellos el cibersíndrome, un fenómeno psicológico derivado de la exposición prolongada a entornos digitales. "Esa persona se vuelve más apática, puede presentar incluso un problema psiquiátrico".
Otro de los riesgos que señala es la adicción al avatar, fenómeno en el que los usuarios prefieren interactuar mediante identidades digitales que pueden diseñar a su gusto. "Es mucho más atractivo hacer cosas en ese mundo virtual con ese avatar que con tu cuerpo físico en la realidad".
Además, plantea interrogantes éticos y jurídicos cruciales: "¿Quién gobierna el metaverso? ¿Ante quién voy a reclamar? ¿Hay una policía del metaverso?". La ausencia de una regulación clara convierte a este espacio digital en un territorio sin ley, en el que pueden reproducirse o incluso amplificarse fenómenos como el acoso, la segregación o la discriminación.
Pese a ello, el autor se muestra convencido del potencial transformador del metaverso: desde experiencias turísticas sensoriales, hasta recreaciones holográficas de personas fallecidas. "Podrías estar con un ser querido que ha fallecido, sentado en esta misma mesa [...] como si estuviera exactamente con nosotros".
En su análisis también hay espacio para el papel de los gigantes tecnológicos. Meta, Apple o Google ya están desarrollando los dispositivos que permitirán esta inmersión. "En el momento que el mercado se inunde de dispositivos, el siguiente paso van a ser aplicaciones", augura.
Flores Galea concluye con un vaticinio inquietante: "Esto es una revolución que se nos va a venir encima mucho antes de lo que pensamos".