MotoGP no es solo buscar el mejor crono por vuelta. Es olor a goma, tensión en la parrilla y adrenalina que sube cada vez que un piloto toca el limitador. Milestone regresa con ‘MotoGP 25’, una entrega que pule la fórmula refinada de la pasada temporada y abre nuevas puertas a quien quiera subirse a una MotoGP sin desesperarse en el intento.
Dos puertas de entrada: Arcade y Pro
El eficiente estudio transalpino ha entendido que su público es diverso y hay quien anhela la simulación pura y quien prefiere sentir la velocidad sin sufrir durante horas. Por eso ahora conviven dos perfiles. Arcade, que simplifica la gestión a acelerador, freno e inclinación compensando parte de la electrónica para mantener la moto dócil si se respetan unas reglas básicas. Aun así, abusar de los pianos o entrar pasado en una curva puede terminar con el piloto mirando al cielo.
En cambio, la vertiente Pro recupera el grado de exigencia habitual de la franquicia con incidencia en el reparto de pesos, temperatura de los neumáticos, aire sucio y degradación, que compiten por ser una de las preocupaciones del piloto. Aquí cada error cuesta caro y terminar una carrera larga sin ayudas equivale a sudar el mando. No obstante, la dificultad adaptativa y los sistemas neuronales de dirección, frenada y aceleración permiten modular la curva de aprendizaje casi al milímetro. Eso sí, desactivarlos transforma cada manga en un pulso entre física y reflejos.
El caballito pide cariño
Milestone ha suavizado la reacción de la moto respecto a 2024. La entrada en curva es más predecible y el tren delantero avisa antes de soltarse. El caballito, sin embargo, sigue siendo caprichoso y hay que dosificar el gas y adelantar el cuerpo para evitar perder tracción en la salida. Ducati, Yamaha y Aprilia se perciben distintas, sobre todo por la entrega de potencia y, por ejemplo, el V4 de la Desmosedici pega más fuerte, la M1 es lineal y la RS‑GP se mueve con mucho nervio. En todo caso, el agarre depende de la temperatura y el desgaste. Pasearse detrás de un rival calienta la rueda delantera y cuesta girar; frenar tarde con el tren trasero gastado te otorga una entrada fija para terminar en la grava. Nada de barra libre, incluso con ayudas, la física castiga el exceso de confianza.
El paddock suena mucho mejor
Con el afán de recoger el carácter de cada motor, Milestone ha colocado micrófonos en la Ducati de Márquez y la Yamaha de Quartararo. El resultado diferencia por fin el bramido grave de los V4 y el timbre agudo de los cuatro en línea. El resultado se acerca mucho al estruendo que retumba en Mugello y acerca un poco más el juego a la pista.
En lo visual, Unreal Engine 5 refina texturas y efectos de iluminación. La sensación de velocidad gana enteros y los carenados reflejan el entorno con más credibilidad. Circuitos como Jerez o Sepang lucen vivos; las gradas muestran público denso y los boxes tienen más detalle.
Inteligencia artificial que mejora
Los rivales calculan mejor, tapan huecos y cometen fallos. Ver a "El Diablo" perder el tren trasero o a Márquez tirarse largo en la curva desde lejos añade mucho picante a cada sesión. Para colmo la IA perfila el estilo de cada piloto y, por ejemplo, Binder te aguantará fuera de la trazada, Viñales cambiará de ritmo sin previo aviso, Márquez arriesgará en las curvas de izquierda… esa personalidad aparece para imprimir mucho más rigor al conjunto de simulación.
El rancho de Tavullia (versión digital)
El nuevo modo Race Off funciona como un gimnasio a rueda pequeña. Minibike, motard y flat track enseñan a controlar derrapes, freno trasero y tracción en superficies resbaladizas. Se juega en cuatro pistas, dos de tierra, dos mixtas y cumple como descanso entre grandes premios. Choques, vuelcos y sanciones llenan unas carreras tan caóticas como divertidas. Lo único a mejorar sería sumar más circuitos en las próximas actualizaciones.
Los menús son claros y la personalización ofrece cascos, números y pegatinas. Split‑screen, cross‑play, partidas clasificatorias y LiveGP completan el multijugador. La llegada de Moto‑E en una descarga gratuita pondrá la guinda eléctrica al calendario.
Progresión y decisiones
La trayectoria profesional conserva la clásica escalera Moto3‑Moto2‑MotoGP, pero introduce pequeñas pinceladas de gestión sin transformarse en un mánager aparte. Entre gran premio y gran premio aparecen puntos de decisión que afectan a la reputación con el equipo, las marcas y los rivales, todo integrado en pantallas ligeras que no interrumpen el ritmo.
El mercado de pilotos reacciona a los resultados y una racha de podios puede abrir la puerta de una Ducati satélite antes del parón veraniego, mientras que una serie de caídas invita a buscar refugio en plazas menos golosas. En paralelo, el desarrollo técnico depende de los test y el debrief, invertir recursos en aerodinámica o electrónica puede rascar las décimas que separan un sexto puesto del champán. Con paciencia y buenas decisiones es posible devolver a Honda, Yamaha o Aprilia a la lucha por lo más alto del podio, algo que aporta motivación adicional al modo Carrera.
Conclusiones
‘MotoGP 25’ consolida la franquicia y la abre a cualquier tipo de jugador. Si bien el modo Arcade rebaja la barrera de entrada, el Pro exige una endiablada precisión. La conducción resulta más estable, la técnica gana cuerpo, la física se siente fuerte y el modo Carrera propone sustancia. Como postre, la variante Race Off es algo más que un soplo de aire fresco que deben expandir.
En resumidas cuentas, si vienes de ‘MotoGP 24’ notarás un progreso evidente, pero aquellos que se asoman por primera vez encontrarán la puerta completamente abierta y contenido para disfrutar decenas de horas. Con todo esto, los siempre confiables equipos de Milestone podrían firmar su entrega más potente. Con su lanzamiento, se sitúa como la referencia de la parrilla actual.