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Pedro de Tena

Marcelo Gullo, Lepanto y algunas curiosidades

Lepanto es una batalla, pero una batalla inacabada, para la que hoy se exigen visiones profundas, estrategias y tácticas eficaces, tecnologías y lenguajes incisivos y ejemplaridad moral e intelectual en los gobernantes.

Cordon Press

El pasado miércoles, en Sevilla, en los salones del Círculo de Labradores en plena calle Sierpes, tuvo lugar la presentación del último libro del argentino de la ciudad de Rosario, Marcelo Gullo, Lepanto. Que casi 500 personas asistan a la presentación de un libro y más de 100 hicieran cola para estampar la firma del autor en su ejemplar es notable. Eso de leer parece algo del pasado, más aún, del Neolítico, y en plena expansión de la Inteligencia Artificial.

Pero que tantas personas se congregaran para celebrar un libro sobre España y su papel en la historia de Europa y del mundo, ya parece un milagro. Tras décadas de adoctrinamiento feroz contra todo lo que es y significa España, animado desde la izquierda absurda o desde la extrema derecha o izquierda separatistas (fíjense en la iletrada Silvia Orriols que llama a la construcción americana de España "asesinato indiscriminado de indígenas"), que se advierta el crecimiento de un público deseoso de entender y saber de la Hispanidad, es vivificante.

Me contaron los organizadores - desde Neos hasta la Plataforma para la Defensa del Mundo Hispánico que coordina Andrés Joaquín Egea en Sevilla, que incluye a Héroes de Cavite (con la catedrática de Física y Química, Margarita González Ortiz, de amable ejemplo) -, que sólo hace dos años, a la presentación del libro anterior del profesor Gullo, Lo que América le debe a España[i], apenas concurrieron unas 50 personas.

Que, en tan poco tiempo, se haya multiplicado por diez el número de presentes en un acto semejante es indicador del creciente interés por España y sus hechos históricos promovido, entre otros, por el propio autor. La presencia de jóvenes, muy superior a la habitual, indica que se está abriendo una brecha en el transatlántico empeño nigrolegendario con una eficacia esperanzadora.

A nadie debe extrañar que fuera Aquilino Duque - del que añoramos su libertad indomable, su calidad poética y literaria y su respeto a todo lo razonable -, el impulsor de la primera venida a Sevilla de Marcelo Gullo en calidad de conferenciante. Sucedió en la Facultad de Derecho, en su Sala de Vistas, el 10 de octubre de 2018, a las siete de la tarde.

El PSOE, con la ayuda muleteril de la izquierda comunista y con el aliño ocasional del andalucismo blasinfantista, llevaba 36 años gobernando Andalucía, más de los que gobernó Franco. De ellos, más de 21 también en España[ii]. La siembra de una conciencia antiespañola era ya tan evidente que, en aquella primera conferencia de Gullo, se formó un alboroto protagonizado por un grupo de estudiantes y profesores que consideraron "intolerable" que el estudioso argentino dijera cosas como ésta:

"Pasivamente subordinada, ideológica y culturalmente, a través de la falsificación de la historia de la conquista, Hispanoamérica olvidó a su progenitora pero, más grave aún, España también pasivamente subordinada, ideológica y culturalmente, por la historia que construyeron sus enemigos, olvido su 'maternidad metafísica'…La leyenda contra España erigida por los anglosajones, debe ser desarmada por los hispanoamericanos, más que por los españoles…España tendrá que reconquistarse a sí misma desde América".


¡Blasfemia!, considerarían los que abandonaron la sala entre gritos, los propios, y aplausos, los de los que se quedaron. Nos contaba Gullo que se aperplejó ante el escrache organizado y que vaciló sobre la continuidad de su intervención. A su lado, el bueno y entero de Aquilino le reconfortaba: "Tú sigue, tú sigue", y siguió. Y siguió con cuatro libros. En la presentación de su Lepanto, este pasado miércoles, hubo mucho más público que entonces y ningún incidente. Hemos mejorado, ¿no es cierto?, diría don Marcelo.

En este cuarto libro Lepanto, el profesor rosarino aborda la batalla de Lepanto para desembocar, cómo no, en el presente de España y la Hispanidad. Manuel Azaña y también el todavía republicano general Sanjurjo, óigase, se divertían con las manías españolistas de su presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. Puede leerse en sus Diarios completos:

"El Presidente nombró a Sanjurjo, recordando lo que hizo el 14 de abril, y además le dio ocasión de ser sagaz. Cuando don Niceto habló de Lepanto, Sanjurjo le dijo a Casares: «Ahora va a hablar de Cervantes». Y, en efecto, habló de Cervantes. Al final, aplaudieron con frenesí y vitorearon a la República. Todos ponderaban lo inteligente y lo gran orador que es don Niceto. Y el general Nieves[iii], que es gordo y pacífico y algo monárquico, dijo que se sentía orgulloso de ser español." Pero, ¿cómo no hablar de Cervantes hablando de Lepanto, digo yo?

La desconsideración chistosa o el desdén por la historia de España viene pues de lejos. Por ello, el trabajo de Marcelo Gullo es refrescante y sugerente. Más que en pormenores eruditos sobre la batalla de Lepanto, el profesor se centra en el significado esencial de aquella victoria decisiva. Y lo hace con un espíritu aristotélico: ir a lo sustancial, al impacto histórico de aquel tremendo enfrentamiento con decenas de miles de muertos, heridos, apresados y liberados (se calculan en bastantes miles, más de 15.000, los galeotes cristianos esclavizados en las galeras turcas que disfrutaron de la libertad desde aquel día, 7 de octubre de 1571).

Ya se sabe que la metodología sustancial de la demagogia y de la falsificación es atiborrarnos de accidentes, de circunstancias adjetivas y detalles para que no pueda apreciarse lo esencial, lo importante, lo decisivo. Los demagogos contemporáneos de la leyenda negra exhiben gran destreza en producir confusión, parcialidad y relativismo con el fin elemental y sustancial de provocar el desprestigio de la causa española.

Va tanto contra el patriotismo indispensable en toda nación que se precie como contra el sentido común que estima los hechos mismos, sin deformaciones ni manoseos ni torturas. Pero los sectarios son incapaces de apreciar lo que hasta Antonio Machado subrayó con naturalidad en un texto, un poco largo es cierto, pero dotado de la claridad que echamos en falta hoy:

"Quienes, con total desconocimiento de la historia y de la geografía, sostienen que el África empieza en los Pirineos, olvidan que en los Pirineos no empieza, sino que en ellos acaba el gran baluarte de la Europa Occidental, erizado de sierras y poblado de pechos indomables, merced a los cuales Europa es Europa. Olvidan, quienes pretenden disminuir a España como potencia en el mar latino, que cuando España había descubierto y daba su sangre a un continente más allá del Atlántico, conservó Venecia la hegemonía del Mediterráneo con la ayuda de España, y que merced a España triunfadora en Lepanto, no fue el Mediterráneo un lago totalmente entregado a las amenazas del poderío turco y a las piraterías berberiscas. Miguel de Cervantes, el más egregio soldado en las galeras de España y el más ilustre cautivo europeo que tuvo Argel, viene hoy a nosotros para decirnos: «En verdad que ese título de potencia mediterránea no se lo hemos robado a nadie»."[iv]

Se defiende en el libro la tesis, evidente salvo para los ciegos de voluntad, que España afrontó esa batalla de las batallas, no por sí misma, sino por la defensa del Papado, de la Europa de entonces y de la defensa de una tierra y un estilo de vida derivado de siglos de romanizado cristianismo que se defendió en Covadonga y continuó defendiéndose hasta la reconquista de Granada en enero de 1492. Lepanto fue la continuación de aquel esfuerzo y aquel carácter adquirido.

La victoria inesperada por casi todos de don Juan de Austria y la Liga Santa coaligada por el Papa Pio V fue una victoria inacabada que hace que Lepanto siga siendo un símbolo vivo. Unos reinos europeos divididos (Francia era la "concubina", ya entonces, de los musulmanes; el silencio de la Reina de Inglaterra, que no de sus súbditos, y las intrigas de otros) y el esfuerzo americano impidieron que España liberara los territorios norteafricanos[v] que fueron previamente invadidos y sojuzgados por los islamistas de Mahoma procedentes de la Península Arábiga.

El fin declarado era imponer en Europa la sharía musulmana, que amparaba la mayor esclavitud conocida de entonces[vi]. De hecho, los sultanes otomanos explícitamente anhelaban convertirse en Qayṣar al-Rūm (Kayser-i-Rūm, en turco, esto es, Césares de Roma) tras la caída de Constantinopla en 1453, y convertir el Vaticano en la mayor mezquita del Islam europeo. Por ello, usaban tal título honorífico y legendariamente se alude a que Solimán el Magnifico exclamaba con decisión: "¡A Roma, a Roma!".

La batalla de Lepanto tuvo como efecto inmediato impedir el avance musulmán sobre el Mediterráneo que ya no volvió a ser atacado por flota turca alguna, aunque sí por los piratas berberiscos, sus aliados. No pudo evitar la reconstrucción del ataque turco sobre el centro de Europa donde fueron detenidos en Viena por otra Liga liderada esta vez por los católicos polacos en 1683. España colaboró, pero no protagonizó.

Inacabada fue además por el abandono de la idea de Don Juan de Austria de continuarla hasta cegar el paso del Estrecho de los Dardanelos e impedir la expansión de la flota turca desde Constantinopla. Inacabada sigue porque el empeño islámico en invadir y someter a la Europa heredera de la cultura grecolatina, de la tradición ética cristiana y la libertad derivada de todo lo anterior y de la Ilustración, continúa en pie, ahora de maneras diferentes[vii] pero insistentes y nunca amistosas.

Como es conveniente leer el libro de Gullo, me limitaré, para terminar, a resumir sus reflexiones sobre el presente y el futuro de la Hispanidad como esperanza para el mundo hispanoamericano. Cita al estudioso demócrata confeso y coherente Giovanni Sartori para exponer que "no hay líderes ni hombres de Estado y así nos va: la Unión Europea es un edificio mal construido y se está derrumbando. La situación se hace más desastrosa porque algunos han creído que se podían integrar los inmigrantes musulmanes, y eso es imposible".

Hay muchos que, como el filósofo francés Gilles Lipovetsky o el asesor de Mitterrand y Sarkozy, franco argelino, el banquero Jacques Attali, que aceptan el Islam como presencia inevitable. El primero cree que sus inmigrantes olvidarán el islamismo en sucesivas generaciones. El segundo, aunque reconoce que "hay más ciudadanos franceses que van a la mezquita que ciudadanos franceses que van a misa", creía que el Islam no es una amenaza sino una suerte.

Para Gullo, la repulsión de la inmigración islamista a la integración en los países europeos no es sólo consecuencia de su dogma religioso sino también de una voluntad política que dirigentes musulmanes como Gadafi, Huari Bumedián o Recep Tayyip Erdoğan, han expresado con claridad.

"Un día, millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos. Porque irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria", es la frase atribuida a Bumedián, presidente de Argelia, en 1974, y también a otros líderes políticos islámicos.

Como se escribe en la revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos dependiente del Ministerio de Defensa en 2019, "aunque la veracidad de las citas no está totalmente acreditada, poco importa, la realidad es que el Islam radical suscribe la idea hasta sus más extremas posibilidades. De esta forma la expansión e imposición del Islam tendrá más opciones de éxito si se lleva a cabo mediante la aplicación conjunta del binomio «hidjrah-yihad»: por una parte, la emigración («hidjrah») debería conducir a la victoria demográfica, y por otra, la guerra santa («yihad») llevaría finalmente a la victoria militar."

Hay una tercera dimensión estratégica: la infección de endofobia, odio a lo propio, en la población europea y, muy cercana y especialmente, en la población española mediante campañas mediáticas, redes sociales y un destacamento de "intelectuales" y políticos al servicio mercenario de quienes tienen como fin la destrucción de la civilización occidental y, dentro de ella, y muy especialmente, de la siempre temida Hispanidad.

Marcelo Gullo atisba una esperanza cierta en una España oficial y popular desorientada. Junto a la pelea intelectual por el desmontaje de la leyenda negra y la valoración correcta de la riqueza conjunta que representa esa cohesión cultural y vital, la emigración hispanoamericana hacia España puede ser muy valiosa. Lo dice así:

"Sin embargo, es preciso clamar a los cuatro vientos —para que todos los españoles y europeos lo escuchen— que, para España, todavía ese milagro es posible, porque es el único país de la Unión Europea que puede contar con una inmigración masiva que habla su mismo idioma y que recibió, de aquella gloriosa España de los siglos XVI y XVII, su sentido de la existencia y su visión de cómo deben organizarse la sociedad y el Estado."[iv]

Lepanto es una batalla, pero una batalla inacabada, para la que hoy se exigen visiones profundas, estrategias y tácticas eficaces, tecnologías y lenguajes incisivos y ejemplaridad moral e intelectual en los gobernantes. Gullo, y en esto podemos estar de acuerdo muchos, cita a Ramiro de Maeztu y al republicano Claudio Sánchez Albornoz.

Para acabar este artículo, prefiero pasar de lo serio y lo debido a lo cómico y arbitrario por lo chabacano de la ignorancia sobre la Historia de esta Nación que algunos muestran. Cuenta César Alonso de los Ríos, en su libro sobre las mentiras de Enrique Tierno Galván[viii], alcalde de Madrid de 1979 a 1986, dice que, 30 años después de su muerte, el Ayuntamiento regido por Manuela Carmena decidió erigirle una estatua en el centro de la capital, aunque ya tenía otra en un parque. Fue por unanimidad de PP, Ahora Madrid, PSOE y Ciudadanos.

Alonso de los Ríos, defensor de la unidad nacional y de la autenticidad política y cultural, contó así lo ocurrido: "Pretendían los socialistas madrileños que la efigie del alcalde madrileño sustituyera nada menos que a la estatua de don Álvaro de Bazán, a quien ha salvado su condición de Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid más que su histórica –«la más alta ocasión que vieron los siglos» a decir de su soldado Cervantes- victoria en Lepanto sobre los islamizados turcos."

No ha prosperado hasta ahora. Da la risa que el estratega militar de Lepanto, la batalla que salvó a Europa del Islam otomano, que es la razón por la que somos lo que somos y Europa es lo que es, tuviese que ser desalojado de su monumento en la Plaza de la Villa por quien fuese. Pero que ese tal fuese alguien como Tierno Galván, después de lo contado en el libro de César Alonso de los Ríos, resulta sencillamente ridículo.

Mejor quedarnos para el final con los versos de Alonso de Ercilla, que dedicó en el canto XXIV de La Araucana (1569-1589)[ix], un homenaje épico a la gesta de Lepanto:

"Don Juan a la sazón los exhortaba
a la batalla y trance peligroso,
con ánimo y valor que aseguraba
por cierta la vitoria y fin dudoso;
y su gran corazón facilitaba
lo que el temor hacía dificultoso,
derramando por toda aquella gente
un bélico furor y fuego ardiente….
…Que quien volver de aquí vivo desea
al patrio nido y casa conocida,
por medio desa armada gente crea
que ha de abrir con la espada la salida;
así cada cual mire que pelea
por su Dios, por su Rey y por la vida,
que no puede salvarla de otra suerte
si no es trayendo el enemigo a muerte."

Ahora, como entonces, dice Marcelo Gullo, "la hispanidad es el pasaporte para el futuro". Seguramente por eso, el 7 de febrero de 2023 sufrió un atentado a 500 metros de su casa en Rosario, del que se salvó de milagro.


[i] Sabido es que este libro era el tercero de lo que ya es hoy, con Lepanto, una tetralogía española. Antes de ellos, vieron la luz Madre Patria y Nada por lo que pedir perdón: La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España. Además de ellos, ya era autor de Relaciones Internacionales, Insubordinación y desarrollo, La insubordinación fundante, todos estos, primeros en el tiempo, dirigidos a esclarecer las causas del éxito o el fracaso de las naciones.

[ii] A esos 21 largos hay que añadir los pertenecientes a Pedro Sánchez desde 2018, otros 7. Un total de 28 años largos desde 1982.

[iii] Parece referirse al general de Brigada entonces Manuel Nieves Camacho, que luego presidio el juicio a Julián Besteiro en julio de 1939, acusado de pasividad ante los asesinatos del Frente Popular y de haber apoyado con su voto un gobierno ilegítimo tras la salida del gobierno del presidente Alcalá Zamora debido a un golpe de estado político-electoral, hoy ya demostrado y conocido por todos.

[iv] Citado en el libro de Monique López, con la colaboración de Antonio Tello, Antonio Machado. Poeta en el exilio, Anthropos Editorial del Hombre, Barcelona, 1985.

[v] Desde Turquía a Marruecos, desde Irak y Siria a Argelia, Túnez y Egipto, el cristianismo se extendió principalmente desde los primeros siglos. San Agustín nació en Tagaste, población de la norteafricana Numidia, hoy territorio de Argelia y de nombre Souk Ahras. Tras la invasión musulmana de los siglos VII y VIII, todos se islamizaron a pesar de la intensa resistencia bereber.

[vi] …entre 1450 y 1700, dos millones y medio de cristianos ortodoxos —principalmente rusos y ucranianos— fueron llevados como esclavos a Constantinopla. Cada año se capturaba a cerca de diecisiete mil quinientos esclavos solo en Rusia y Polonia, a los que hay que sumar los miles que llegaban a Estambul por medio de corsarios, como los hermanos Barbarroja, cuyo patriarca alardeó de haber apresado a cuarenta mil cristianos a lo largo de su vida. Los niños eran trasladados en carros y podían alcanzar un gran valor debido a su uso con fines sexuales… Actualmente, en los colegios no se enseña que, en las costas de Portugal, España, Italia y Francia, «poblaciones enteras eran víctimas cada pocos meses de la esclavitud, la pedofilia, el secuestro de niños, el robo, la muerte y, en el caso de las mujeres, la Violación", describe Marcelo Gullo en su libro.

[vii] Algeciras erigió en ¡2002! una estatua a Almanzor, al que se atribuyen decenas de miles de víctimas cristianas entre los años 978 y 1002.

[viii] La verdad sobre Tierno Galván. En realidad, ni había sido un joven libertario que trabajó en el Socorro Rojo, que acompañó a Hemingway y a Dos Passos por los frentes de Madrid ni trató "a un desnortado Besteiro, a un derrumbado Azaña" ni a todos los jefes republicanos. Ni siquiera nació en Soria de padres labradores. Tampoco fue confinado en campo de concentración alguno. Mentira tras mentira.

[ix] Incluyó los versos a Lepanto tras la batalla, claro, en la segunda de sus tres partes (1578).

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