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Manual de convivencia (¿o de connivencia?)

Lo de publicar unas Memorias (lo de escribirlas es harina de otro costal) antes de los sesenta años es ya, en sí mismo, una tontería tal vez perdonable, que diría Nicanor Parra de un poema.

Lo de publicar unas Memorias (lo de escribirlas es harina de otro costal) antes de los sesenta años es ya, en sí mismo, una tontería tal vez perdonable, que diría Nicanor Parra de un poema.
El presidente andaluz, Juanma Moreno, este lunes durante la presentación de su libro 'Manual de convivencia. La vía andaluza', en Sevilla. EFE/ José Manuel Vidal | EFE

Puede resultar hiriente a algunos, tal vez a muchos, que, en un momento como el que vivimos en España y en nuestro mundo occidental, dediquemos un tiempo precioso a hablar de algo que parece anecdótico. En nuestra nación, o lo que va quedando de ella, nos estamos jugando la democracia y el futuro existencial. En Occidente, o lo que va quedando de él, que un musulmán de extrema izquierda, dos intransigencias en una, haya logrado ser alcalde de Nueva York, sí, la ciudad de la Estatua de la Libertad y de aquellas Torres Gemelas, lo dice casi todo. Tenemos un problema.[i]

Lo de publicar unas Memorias (lo de escribirlas es harina de otro costal) antes de los sesenta años es ya, en sí mismo, una tontería tal vez perdonable, que diría Nicanor Parra de un poema. Serán, sí, unas "memorias", pocas, pero redactadas tan precipitadamente que se dejan media vida en el tintero. Nadie sabe aún cuáles serán los hechos que le darán forma y sentido a la vida del memorioso. O sea que la razón de su edición no puede ser el afán biográfico, por edulcorado que se pretenda, sino que tiene que admitir otra explicación.

Lo primero que se viene a la cabeza con este libro que firma Juan Manuel Moreno, presidente de la Junta de Andalucía y barón carambola del PP (lo de la carambola lo insinúa él mismo) es su título. Por varias razones.

Primera, porque se presenta como manual, esto es, como el fruto de la sesera de alguien que tiene una gran experiencia en la materia o un gran conocimiento sobre ella y por eso se atreve a redactar un manual. ¿Qué es manual? Un libro reducido de divulgación en el que un especialista, erudito o experto dan cuenta de lo mollar de una materia. Hay que estar muy versado en algo para atreverse a escribir un manual, como es natural.

Segunda, que sea un manual de convivencia. ¿Qué significa convivencia? ¿Qué es convivir? Desde luego, no es lo mismo que coexistir, que es vivir unos al lado de los otros forzados por circunstancias, impuestas o no, pero sin normas ni costumbres ni creencias en común y sin voluntad de concordia real. Podría considerarse como una propuesta racional y razonable para situaciones en las que la convivencia no se produce, dándose por supuesto que el autor tiene autoridad intelectual o moral sobre la cuestión.

Tercero, que rime de forma consonante con otro manual, Manual de Resistencia, publicado por el líder de un gobierno social-comunista-separatista y del PSOE como Pedro Sánchez (aunque descaradamente no escrito por él). Es algo que produce perplejidad o sospecha. ¿No había otros títulos posibles que alejaran todo recuerdo del Puto Amo? ¿O es que se quiere ser relacionado con él por alguna razón, aunque sea de márketing editorial? ¿O se aspira a que este libro sea considerado una alternativa al caos sanchista y que su firmante emerja como el candidato idóneo para enderezar el entuerto nacional?

Como mi colega Javier Romero Jordano ya ha anticipado algunos elementos entresacados del Manual de Moreno en estas páginas, me dispensarán si me dedique a otra cosa. Me parece oportuno, pues, tratar acerca del concepto de convivencia, si es que algo así se expone en el libro, y considerar si el hecho de que su título recuerde al Manual de Pedro Sánchez tiene algo que ver con el futuro, el suyo y el de todos.

Naturalmente, en la política de la España que vivimos, nadie espera que un político, del partido que sea, escriba un libro de memorias que prescinda del panegírico, explícito o envuelto en celofanes anecdóticos o familiares. Pero, al menos, debe exigirse al personaje la mínima inteligencia y sensibilidad para titular su tocho de un modo que los lectores sepan a qué atenerse. No es el caso. El libro sólo es una relación de hechos, opiniones y anécdotas de un presidente andaluz que quiere convertirse en vía y en método para todos por ser los únicos correctos[ii].

Convivencia. Cuando se escribe un Manual sobre ella, lo natural es esperar una precisión conceptual, saber a qué se refiere quien firma el libro. Pues no. El término convivencia y el verbo convivir aparecen sólo siete veces en todo el texto, cinco y dos respectivamente. Dos de las cinco es por razón de estar en el título y en la ficha editorial final. O sea, que de la convivencia sólo trata expresamente en tres ocasiones.

La primera alude, no al concepto en sí, sino a la relación del comportamiento de Vox y Cs en un posible gobierno de coalición con el PP (pág. 58). Ya saben que Moreno obtuvo en las elecciones que le hicieron presidente andaluz el peor resultado en votos de la historia del PP en muchos años, 749.275, la mitad o menos de los que consiguió Javier Arenas en 1996, 2004, 2008 y 2012[iii]. Pero tuvo suerte y, gracias a Cs, y, sobre todo, a Vox, logró ser investido como presidente andaluz en enero de 2019. Fue una chamba, pero fue gorda.

La segunda apunta a la inmigración (sin distinción de legalidad o ilegalidad). Dice así: "El Estado debe dar una respuesta clara y firme a quienes llegan con la intención de deteriorar la convivencia, o a quienes, una vez en España, se valen del abuso, del delito o de la violencia. Esos no son bienvenidos y no tienen sitio en nuestra comunidad" (pág. 93). Queda bonito, pero ¿qué significa? ¿Cómo saber de intenciones? Entonces, ¿qué política aplicar?

La tercera y última apunta al líder uruguayo ya fallecido, Pepe Mujica, a quien identifica como "humanista"[iv] (suponemos que no incluye en tal cualidad su pasado terrorista en los Tupamaros[v]). Dice Moreno:

"Frente a la negación —típica del populismo— de quien piensa diferente, el uruguayo defendía con entusiasmo el poder de las sociedades colaborativas. Para él, la libertad y el pluralismo son las materias primas básicas de la convivencia. Y fue valiente para marcar distancias con los, a priori, más cercanos a su pensamiento. En sus salsas no solo había ideología; también era capaz de introducir un elemento fundamental: el humanismo"(pág. 106).

Ya vimos a todo el PP de Feijoo, de pie, y Moreno, aplaudiendo a Gustavo Petro en el Congreso. Qué fotos nos depara la Historia y cómo son regurgitadas luego por las hemerotecas. Lamentablemente, dejar tales palabras escritas en un libro es algo que nunca podrá borrarse ni ocultarse.

El infinitivo "convivir" lo utiliza dos veces en todo el libro y siempre relacionado con los medios de comunicación y los periodistas. Uno de ellos servirá de ejemplo: "Hay que aprender a convivir con los medios. Con medios de comunicación sanos, honestos, solventes, responsables, libres… Sobre la libertad se construye el pluralismo, esencial en una democracia. Y sin medios plurales —con líneas editoriales distintas— es imposible que exista el pluralismo "(pág. 61).

Es una pena que Moreno, que pretende aportar nada menos que un Manual, abunde tan poco en explicar qué significa "convivir", porque convivir y convivencia son palabras españolas que no existen en otras lenguas y que, como dejó dicho Julián Marías: "Es de uso general el término coexistencia, que quiere decir que diversas cosas existen a la vez. Los hombres coexisten con otros hombres y con las cosas; pero las personas hacen algo más: convivir, vivir juntas y en compañía."[vi]

Como el libro se subtitula "La vía andaluza", habrá quien suponga que en su contenido se analiza con precisión y sugerentemente la vía andaluza a la convivencia. Pero tampoco. Cuando se refiere a esa cosa tal como "vía andaluza" más que un camino parece un estilo, una manita de protocolo, un talante, sí, como el del cada vez menos oculto José Luis Rodríguez Zapatero. Pero tras aquel talante, había un crispante y un tunante.

En el caso de Moreno, hay quien no olvida cómo fueron las primarias sorayanas andaluzas contra Pablo Casado y María Dolores Cospedal. Nada dulces. Y el presidente del PP era él mismo. O sea. No hubo demasiada convivencia y sí navajazos de todo tipo. Atiéndase a la prensa libre de la época. Ya sabemos que la memoria es frágil, si le perjudica a uno.

Y, claro, el resultado es un galimatías. "La «vía andaluza» es el camino por el que puede transitar el centro derecha moderado, un centro democrático que no insulta y no acepta el insulto, sino que responde a él con firmeza y buenos modos. Con elegancia, del latín eligere; es decir, es elegante el que sabe elegir la vestimenta, los gestos y las palabras. La «vía andaluza» no implica vencer, sino convencer… y dejarse convencer cuando el otro tiene razón. Y no pasa nada. La revolución (¿?, interrogo yo) es cambio y el cambio es renovación, transformación, avance y progreso. Parecía mentira que todo eso haya podido llegar en calma." Con él al frente, claro.

En otra ocasión llama a la vía andaluza (¿hacia adónde?) la "política tranquila"[vii], cargada de serenidad, diálogo y calma. Y lo glosa de este modo: "Encapsular las discrepancias y fijarnos en las coincidencias para dar estabilidad a la legislatura". ¿Y cómo se "encapsulan" las discrepancias y hacia dónde se va si sólo se atiende a las coincidencias? Pues sólo quedaría la Constitución desnuda como marco de convivencia. ¿Y si tampoco, como ya es el caso? ¿Cuál sería la tranquilidad, la de la connivencia, la del mar de la luna o la del cementerio político?

La convivencia democrática, supongo, se reduce, para Moreno y al parecer, a la coexistencia de libertad y pluralismo. Pero en el libro no se afronta por derecho y con claridad la descripción de esa convivencia en la sociedad española presente. Se dejan casi todas sus determinaciones en el tintero, hasta tal punto que uno no sabe de que se está hablando, si de una formalidad tal como no insultarse o de un modo protocolario de comportarse, como no escrachar o descalificar. Pero, a ver, ¿cómo convivir con quien desea el fin de la convivencia para erigir un régimen autocrático o tiránico?

Algo tan esencial para la democracia como lo es la convivencia hubiera exigido prestar atención al respeto a la dignidad e igualdad ante la ley de todas las personas, los varones incluidos; a saber escuchar para dialogar; a una tolerancia recíproca, que si no es tal no hay tolerancia; a la exigencia del cumplimiento de la ley y a la aceptación de las reglas de juego constitucionales; de la solidaridad nacional y la cooperación leal, de la independencia de la justicia y tantas otras conductas necesarias, también dentro de los partidos y asociaciones civiles.

Más aún. En un momento como el que vivimos, uno pensaba que un presidente de la comunidad andaluza y del PP andaluz, barón además de la corte de los milagros de Génova y con pretensiones de futuro nacional, diría cosas relevantes con el fin de proponer alternativas. Pero no, para decirlo al modo Zarzalejos, lo que se encuentra en el libro es el modelo del PP de la media bofetada. Tal vez ni siquiera media.

Ahí tienen a Juan Manuel García-Margallo, ex ministro de Asientos Exteriores del PP y centrista confeso, que escribió en 2017 un libro sobre la convivencia, Por una convivencia democrática. Es una propuesta de reforma constitucional para resolver los problemas de la nación. Se coincida o no con todo o parte de su análisis y sus conclusiones, nadie puede negar que se centra en aspectos esenciales, como las lenguas en España, la financiación de las autonomías, la inmigración, el tema catalán y cómo hacer frente a los nacionalismos disgregadores. Algo con entidad.

¿Puede considerarse el libro de Juan Manuel Moreno un Manual de convivencia? El problema es que su repetida mención a la moderación como justo medio (o centro) básico estético, ético y, si se quiere, polifacético (porque permite muchas caras diferentes, algunas de ellas bien duras), no tiene en cuenta la realidad nacional española de este momento histórico.

"La política en la que yo creo, la que defiendo, la que practicamos desde el Gobierno de Andalucía, es un ejercicio de diálogo, de escucha, de empatía. Algunos me critican por haber dicho que añoro la existencia de un PSOE[viii] con el que se pueda dialogar y pactar, pero quienes me critican parecen obviar que un país, un territorio, solo puede avanzar sobre la base del acuerdo y la integración. Hay que gobernar pensando en el conjunto de los ciudadanos, y no solo en tus bases electorales o en los afiliados de tu partido", escribe.

Seguramente su intención no es perversa. Pero, ¿y si sus adversarios no quieren ese diálogo, sino que prefieren la imposición o la sumisión) La evidencia de un Frente Popular organizado y sustentado en una mayoría, ahora inexistente, cierto, con vocación de alterar los fundamentos constitucionales es tan contundente, que el buenismo – deseo porque todo sea bueno y esté bien -, no soporta el más mínimo análisis riguroso y puede derivar en tontismo.

El modelo de la Transición empezó a morir en 2004 con el "talante" avasallante y guerracivilista de José Luis Rodríguez Zapatero. O tal vez antes, cuando Felipe González, al que se nota mucho que admira, decidió cargarse la apuesta constitucional de Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo Terreros en el País Vasco, la región desde la que ya, de hecho, mandan los postulados de ETA y sus sicarios tras haber matado muchas veces ya a Miguel Ángel Blanco y haber doblado millones de manos blancas.

¿Cómo puede convivirse en una nación amenazada de fractura, con partidos que desprecian la democracia liberal como forma de gobierno, desprecio que es genético; que desarrollan una estrategia de demolición constitucional y del Estado de Derecho y que pretenden la reinvención de la Historia, de la sociedad y de la cultura desde la opción woke (esto es, matar al "padre" civilizador occidental (Gabriel Albiac), esto es, greco-latino, cristiano, racional y democrático?

No, no hay respuestas en este libro para el futuro de la nación española, si es que sigue sobreviviendo. Más bien parece que su "política tranquila" consiste en eludir la responsabilidad de enfrentarse lo que dinamita realmente la convivencia. Ya lo vimos con Mariano Rajoy.

Las izquierdas y los separatismos imponen opciones sin moderación ni diálogo (Educación, Memoria Histórica, Violencia de Género, Administración del Estado, Justicia, Asuntos Exteriores e Interiores, amnistías e indultos etc.). Las derechas, cuando pueden cambiar, no cambian nada, ni siquiera resisten. O así parece. Incluso demasiadas veces, asienten, se rinden. Eso no es convivencia, sino connivencia.

El libro tiene el propósito - ¿o es casual? -, de elevar a su firmante a la altura del suscriptor de otro Manual, el de Resistencia. No sé cuál es el significado de esta reyerta de "manuales", pero en un momento en el que el liderazgo de Alberto Núñez Feijoo es cuestionado desde el interior profundo del PP, puede interpretarse, por una cuestión de protocolo, que alguien aspira a que la "vía andaluza" para la "convivencia" (¿?) traspase Despeñaperros.


[i] El autor no debe haber leído Sumisión de Houellebecq ni 2084, el fin del mundo del argelino Boualem Sansal y quién sabe si el 1984 de Orwell.

[ii] Como otros, Moreno cree que hay un lado correcto de la Historia: "Lo peor que podemos hacer es crear división entre quienes estamos en el bando correcto." Se refiere a su apoyo a la Ley de Violencia de Género (pág. 102-103)

[iii] No era un mal candidato por no representar un patrón clásico, como asegura en este libro, sino porque en dos elecciones sucesivas sacó un pésimo resultado: 17 escaños menos en 2015 y 7 menos aún en 2018.

[iv] Que lo de matar, secuestrar y amenazar a otros sea "humanista" tiene una vuelta moral, aunque ya no ejerciera de terrorista. ¿Llamaremos humanista a Otegui por dejar de intentar matar o secuestrar o robar o amenazar a otros hombres y mujeres?

[v] El policía Carlos Burgueño, el teniente Héctor Morán Charquero, el peón agrícola Pascasio Báez, el asesor político norteamericano Dan Mitrione, entre otros, fueron asesinados y otros fueron secuestrados por los Tupamaros, grupo terrorista al que perteneció muy activamente y en sus niveles más altos, Pepe Mujica. Fue encarcelado por ello durante 13 años.

[vi] "Las formas de Europa", en Cuenta y Razón, número 102.

[vii] Qué coincidencia que un libro sobre Pepe Mujica se subtitule "La revolución tranquila".

[viii] Que exista tal PSOE o haya existido alguna vez, salvo en el caso de Redondo Terreros y alguna minoría ya decapitada, es muy poco evidente y, desde luego, muy discutible.

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