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Rebelión en la granja, 80 años después

Ocho décadas después, en un mundo donde el totalitarismo soviético es un brasero de ascuas todavía calientes, la obra de Orwell sigue estando vigente.

Ocho décadas después, en un mundo donde el totalitarismo soviético es un brasero de ascuas todavía calientes, la obra de Orwell sigue estando vigente.
George Orwell. | George Orwell

Se aproxima Navidad, el nuevo año y los Reyes Magos. Entrañables comidas familiares, promesas de cambio de actitud y regalos. Pero las comidas pueden terminar en indigestión, las promesas de cambio en constelaciones de fracaso (otra vez) y los regalos en el cubo de la basura o Wallapop. Respecto a esto último, una posible solución es regalar libros clásicos y, por lo tanto, eternos. Sobre todo hay que regalar libros a los niños y adolescentes. Por eso con cada consola, con cada videojuego, hay que complementarlo con al menos un libro. Nintendo Switch 2 con Alicia en el País de las Maravillas y Pokémon Legends con Rebelión en la granja. Lo tecnológico empieza a estar obsoleto desde que sale de la tienda, mientras que lo literario comienza a crecer hasta el infinito y más allá desde que pasa de la estantería de la librería (mejor comprar en tiendas físicas) a la estantería del hogar, culto hogar.

Centrémonos en Rebelión en la granja, una lectura esencial alrededor de los 13 años (y hasta los 93). Es un destino deliciosa y paradójicamente orwelliano que en este siglo XXI cambalache de fake news y bulos haya en la izquierda quien pretenda que el relato zoófilo (en el buen sentido de la expresión) de Orwell es una parábola anticapitalista cuando es la más fenomenal diatriba del comunismo estalinista con adherencias fascistoides. Lo que sí podemos hacer en este siglo XXI es aprovechar la sátira orwelliana para trazar un paralelismo entre la inquisición paleomarxista del siglo XX con la progrewokista del XXI.

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