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Palabras precisas: suripanta, farfolla, pelafustán

El sociólogo y los lectores de Libertad Digital siguen recuperando términos, como por ejemplo sicalipsis o suripanta.

El sociólogo y los lectores de Libertad Digital siguen recuperando términos, como por ejemplo sicalipsis o suripanta.
Arqueología de palabras olvidadas

José Luis García Valdecantos alude a la magnífica expresión se jodió la marrana para indicar disgusto o contrariedad cuando se echa a perder un asunto. Don José Luis precisa que no se trata de una frase obscena y graciosa, ya que la marrana es aquí el eje de la noria. Se trata de una rotura que debía de ocasionar graves trastornos a los campesinos de antes. Hoy nadie sabe qué sea eso de la "marrana", ni siquiera la "noria" movida por un paciente borrico.

Hablando de obscenidades graciosas, don José Luis propone revitalizar dos viejas palabras: (1) Sicalipsis (= referido a lo pornográfico, erótico o picante, principalmente de un espectáculo) y (2) suripanta (= corista, putilla, normalmente relacionada con un espectáculo erótico). Son dos voces que se inventaron hace más de un siglo, precisamente para referirse a la nueva realidad de entonces, los espectáculos eróticos para caballeros. Hoy son tan comunes que ya no necesitan términos un tanto secretos o pícaros. Me remito a mi libro El sexo de nuestros abuelos para una exposición del carácter sicalíptico de las suripantas.

Don José Luis opina que deberíamos sacar más partido de la palabra farfolla. Es la hoja que cubre la mazorca de maíz y, por extensión, algo inútil, insustancial. Un pariente es farfulla (= algo confuso, engorroso). Está claro el sentido onomatopéyico del sonido repetido <f>.

Otro término reivindicado por don José Luis es pelafustán. Se dice también pelagatos, referido de forma despectiva a una persona insignificante, anodina, mediocre. Me parece que son descripciones útiles.

Ángel Fajardo me envía una lista larguísima de palabras olvidadas, que habría que poner otra vez en circulación. Antes de proceder a esa labor redentora, tendríamos que explorar por qué se han ido arrinconando. Veamos algunas:

-Alacena: armario de la cocina o comedor para guardar alimentos y utensilios de cocina. Ha sido sustituida por el frigo y los varios muebles y cajones que existen en las cocinas actuales. Ya no hay lugar para la fresquera, un armario con respiradero exterior para conservar frescos los alimentos.

-Lumbre: fuego de la cocina o la chimenea. En su día se asoció a la función de cocinar o calentar la comida, hoy superada por otros procedimientos. También es el dispositivo para encender un cigarrillo, una pipa o un puro, más allá de las cerillas. Por cierto, las cerillas ya no son de papel encerado. El fuego de la chimenea proporciona un sentimiento de intimidad, pero su uso ha decaído mucho. El presidente de los Estados Unidos se deja fotografiar junto a sus nobles invitados delante de la chimenea de la Casa Blanca. Pero ya ni se enciende, supongo que por estúpidas razones de seguridad.

-Almorzada: medida de capacidad, la que cabe aproximadamente en el hueco de las dos manos juntas. Se trata de una medida tan poco precisa que ha perdido vigencia. Pasa lo mismo con jeme (= distancia entre el pulgar y el índice con la mano extendida). Nadie se acuerda ya de la pulgada (una duodécima parte del pie, unos 2,5 cm.). Equivale a la distancia que abarca la primera falange del dedo pulgar. Por cierto, se llamaba así porque servía para matar pulgas. Hoy ha descubierto una nueva función: marcar el teclado de los teléfonos móviles.

Amando de Miguel: fontenebro@msn.com

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