Con la excusa del lanzamiento de la nueva novela de Carmen Mola, Infierno, visitamos La Habana, uno de sus escenarios principales. Este thriller histórico, ambientado en el siglo XIX, describe una Cuba colonial, pujante, con grandes palacetes y también grandes diferencias sociales, esclavista, heterogénea. Hay huellas españolas que se han mantenido. Vemos qué queda de aquella ciudad.
Esta fortaleza militar, ubicada en la bahía de La Habana, fue levantada a mediados del XVI por el ingeniero español Bartolomé Sánchez sobre un antiguo castillo. En su torre hay una giraldilla que recuerda a la de Sevilla, firmada por Jerónimo Martín Pinzón en honor a Isabel de Bobadilla, noble española y esposa del conquistar español Hernando de Soto. La giraldilla que preside la torre es en realidad una réplica y la original se halla en un museo. Es el símbolo de la ciudad de La Habana y marca del ron cubano Havana Club. Frente a la fortaleza, se construyeron en su momento las casas de las principales personalidades de la ciudad.
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Plaza de las Armas
La Plaza de Armas es la plaza más antigua de La Habana Vieja y era el núcleo de la ciudad en el siglo XVI. El poder político español se reunía en este lugar, conversaban y disfrutaban de los grupos de música que solían animar las tardes. En el siglo XIX, La Habana presumía de tener más dinero que Madrid y éste era el lugar para exhibir riquezas, buenos trajes y los mejores carruajes. Era una sociedad muy conservadora y había un código de vestimenta bastante rígido. Las españolas debían llevar el pelo recogido porque llevarlo suelto singnificaba apoyar la independencia.
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Estatua de Carlos Manuel Céspedes
Por esta plaza han pasado estatuas de personajes españoles, como Isabel II, pero desde 1956, la ocupa Carlos Manuel Céspedes, líder secesionista cubano. Su rostro también aparece en un billete cubano. esta plaza estaba presidida por la imagen de Isabel II. A pesar de que con el triunfo de la revolución no hubo "descabezamientos" de estatuas, sí que hubo algunas sustituciones.
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Fernando VII
En la Habana colonial predominó la estatuaria conmemorativa, como la de Fernando VII que vemos en la imagen o la de Carlos III, a pocos metros. Originalmente, la estatua de Fernando VII estaba ubicada en el mismo centro de la Plaza de Armas. Se instaló en 1834 para rendir tributo al monarca que había fallecido el año anterior. La de Carlos III es obra del escultor logroñés Cosme Velásquez, director de la Academia de Bellas Artes de Cádiz.
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Estatua Fernando VII
Aquí vemos un grabado de la época con la estatua de Fernando VII en su ubicación original.
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Calle de madera
Se conoce con este nombre porque tiene pavimento de madera, un capricho de los capitanes generales españoles. En este lugar se celebra cada sábado un mercado de libros, donde acuden autores y lectores. Los libros son de los artículos más baratos de la isla. Se pueden encontrar desde los 20 pesos. Cierto es que apenas hay diversidad. Las estanterías de las librerías están llenas de portadas con el Che, Fidel o historia del régimen.
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Museo de la Ciudad de la Habana
Lo que hoy en día es el Museo de la Ciudad de la Habana fue concebido como palacio de los Capitanes Generales. Se construyó en la década de 1770 en el mismo lugar donde se encontraba la iglesia original de La Habana. Entre 1791 y 1898 fue la residencia oficial de 65 capitanes generales españoles. En su patio central hay una estatua de mármol blanco de Cristóbal Colón que data de 1862. Desde 1902 luce en su tejado la bandera de Cuba.
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Estilo colonial
El palacio es uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca cubana con un marcado estilo colonial. Hasta 1834, tuvo una prisión en su parte trasera.
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Catedral de La Habana
La Santísima y Metropolitana Iglesia Catedral de La Habana, consagrada a la Inmaculada Concepción, se encuentra en el corazón de La Habana Vieja. Su construcción comenzó en 1748 por la Orden de los Jesuitas.
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Los restos de Colón
En nave central de la Catedral de La Habana estuvo el monumento funerario con los restos de Cristóbal Colón desde 1795 hasta la independencia de Cuba, cuando se trasladaron a la Catedral de Sevilla.
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Aristocracia azucarera
Todos los edificios de la Plaza de la Catedral son del siglo XVIII. La aristocracia azucarera se construyó bellos palacetes en este lugar, que aún siguen en pie.
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Plazuela de Santo Domingo
Aún quedan en La Habana algunos palacetes de la época colonial.
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II Conde de Peñalver
Esta vivienda, hoy convertida en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, era la residencia del II Conde de Peñalver, Narciso José de Peñalver y Peñalver, considerado como uno de los mayores esclavistas de la isla. Era el padre del que fuera alcalde de Madrid.
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Santería
La santería era practicada por los esclavos negros. En la Cuba colonial, sus rituales solían ser clandestinos pero estaba muy en boga. Hoy en día, aún se ven santeros y adivinadores en algunas de las plazas más céntricas.
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Solar
Apenas quedan hoy en La Habana aquellos preciosos palacetes de condes y marqueses de la época colonial. En su lugar, hay lo que se conoce como solares, construcciones más cercanas a las chabolas, que dan cuenta de la miseria en la que viven muchos ciudadanos.
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Quitrín
El Museo de la Ciudad de la Habana exhibe mobiliario de época colonial, uniformes militares, y carruajes de caballos que datan del siglo XIX. Estos eran los preferidos por los españoles.
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Alta sociedad
El quitrín es un tipo de carruaje abierto, de dos ruedas, con una sola fila de asientos y cubierta de fuelle, que se usó en varios países de América, especialmente en Cuba. Era un vehículo caro, símbolo de opulencia, el preferido por la alta sociedad.
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Señoritas en busca de galanes
Este carruaje se solía decorar con herrajes de plata y se forraba en seda de colores vivos. Su caja abierta permitía a los transeúntes ver quién viajaba en él y se dice que era muy típico en la época que las señoritas jóvenes, acompañadas por una tutora, paseasen para recibir los halagos de posibles pretendientes.
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Indumentaria conductor de Quitrín
Aquí vemos la librea, camisa y sombrero de un conductor de quitrín del siglo XIX. Llevaban a los señores a los teatros, cafés y reuniones más importantes, por lo que vestían de forma muy elegante. Además, sus uniformes portaban los escudos de la familia. En concreto, en este caso, los de la familia del conde del Castillo.
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Café La Dominica
La Dominica era uno de los cafés más famosos del siglo XIX, lugar de reunión de políticos españoles. Estaba cerca de la zona comercial y parada obligatoria de las damas.
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Secesionistas cubanos
En este mural de la calle Mercaderes encontramos a las principales personalidades de la cultura cubana del siglo XVIII y XIX. Todos lucharon por la independencia del país. Está frente al Palacio del Marqués de Arcos, una mansión colonial que acogió el Liceo Artístico y Literario de La Habana.
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Miguel de Cervantes
En La Habana se recuerda a Miguel de Cervantes con dos estatuas erigidas en su honor. Este monumento es visitado cada 23 de abril, fiesta del Idioma Español, por los representantes de la Academia de la Lengua cubana.
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Sancho Panza
Pero, además, en Cuba se le tiene especial aprecio a los personajes de Cervantes. Existe una estatua dedicada a don Quijote y otra a su escudero Sancho Panza.
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Gran Teatro de La Habana
El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, sede del Ballet Nacional de Cuba, es una de las principales instituciones culturales de la capital. Su sala principal está dedicada a Federico García Lorca y tiene capacidad para 1500 personas. Anteriormente, el edificio fue la sede del Centro Gallego de La Habana. A su izquierda se ve el el Capitolio.
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Ingenio azucarero
Esta maqueta, exhibida en el Museo del ron, reproduce el Ingenio Azucarero Esperanza, de 1930. Es posterior a los que dirigieron muchos españoles en el siglo XIX y con los que se hicieron grandes fortunas, pero prácticamente es igual a los de la época colonial. El visitante puede ver cómo era el proceso para la obtención de azúcar y el proceso de elaboración de ron.