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Fernando Zóbel y su extraordinaria mirada sobre el arte de los grandes maestros

¿Cómo sumergirse en el arte del pasado sin abdicar del compromiso con las vanguardias modernas y contemporáneas. La respuesta de Fernando Zóbel (Manila, 1924-Roma, 1984), una figura fundamental de la pintura española de la segunda mitad del siglo XX, fue a un tiempo simple y enormemente sofisticada: estudiarlos para comprenderlos, y luego, reinventarlos. El Museo del Prado recoge ese legado. 

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El Prado rinde homenaje a Fernando Zóbel a través de 42 pinturas, 51 cuadernos de apuntes y 85 dibujos y obra sobre papel, procedentes de colecciones españolas, filipinas y norteamericanas. | Imagen: Fernando Zóbel en Harvard, Massachusetts, en los años 50.

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Fernando Zóbel, pintor nacido en Manila en el seno de una familia española, trabajó de forma intensa sobre las pinturas del Prado y fundó el Museo de Arte Abstracto de Cuenca. Se trata de un artista que concibió su pintura como una suerte de instrumento con el cual transitar –para admirar, pero sobre todo para entender– las complejas rutas por las que discurre la historia del arte. | Imagen:  Autorretrato de Fernando Zóbel, 1952. Archivo Fernando Zóbel, Biblioteca y Centro de Apoyo a la Investigación.

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“Zóbel. El futuro del pasado” explora la obra del pintor a lo largo de dos itinerarios que son fundamentales para valorar su original contribución a la pintura abstracta contemporánea: el primero, entre la modernidad y el legado de la tradición, reúne los estudios del pintor realizados en museos a lo largo de todo el mundo. En segundo lugar, la exposición sigue la obra de Zóbel a través de un segundo itinerario, internacional y geográfico, mostrando cómo el dibujo fue la herramienta que le acercó a una forma original y alternativa de modernidad que Zóbel descubrió en Asia, en la tradición vernácula de las Islas Filipinas o en la pintura china y japonesa. | Imagen: Fernando Zóbel, ilustraciones para la traducción de Don Perlimplín in love de Federico García Lorca, 1946.

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Fernando Zóbel no fue solo un pintor enormemente curioso y erudito, también fue un viajero permanente y un artista radicalmente cosmopolita. | Imagen: Fernando Zóbel, The Dream of the Damsel, 1967.

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El pintor llevaba siempre un cuaderno de dibujo en el bolsillo. Zóbel veía y miraba dibujando, estudiando con atención para desentrañar la forma, la composición o la textura de las obras de arte. “Dibujar de cuadros es una forma de verlos”, escribió, como si los cuadros estuvieran provistos de una naturaleza íntima que solo se pudiera alcanzar dibujándolos. | Imagen: Alegoría de la Castidad, 1505 Lorenzo Lotto Óleo sobre tabla, 43 × 34 cm Washington D. C.

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El paisaje cobró una importancia creciente en las últimas obras de Zóbel. Sus obras de este género recogen, ampliados, algunos de sus intereses fundamentales de los 17 años anteriores: la gramática desvelada en las composiciones de los maestros del pasado (Paul Cézanne y Pierre Bonnard en particular); la mezcla de distintos medios en el proceso artístico (fotografía, dibujo, pintura) y, fundamentalmente, la idea de la pintura, no como imitación, sino como la memoria de una experiencia filtrada a través de la historia. | Imagen: Fernando Zóbel, La vista XXVI, 1974.

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Los dibujos de Zóbel enseñan a mirar, lenta, sosegada y analíticamente. Sus pinturas y sus dibujos encierran el esfuerzo por comprender la voluntad artística que empujaba a artistas como Zurbarán o Sánchez Cotán, como Van der Hamen o Velázquez. | Imagen: Exposición “Zóbel. El futuro del pasado”

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Comisariada por Felipe Pereda, Fernando Zóbel de Ayala Professor of Spanish Art en la Universidad de Harvard, y Manuel Fontán del Junco, director de Museos y Exposiciones de la Fundación March, ambos muy ligados profesional e institucionalmente a la figura del pintor, “Zóbel. El futuro del pasado” puede verse hasta el 5 de marzo de 2023. 

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