
El papa Francisco ha firmado este lunes el decreto por el que se declara "venerable" al arquitecto Antoni Gaudí, el creador de la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. Este decreto es el primer paso para la beatificación del genio catalán, un proceso que comenzó en los años noventa del siglo pasado y que cobró un notable impulso desde que el anterior pontífice, Benedicto XVI, visitara el templo expiatorio de la capital catalana y definiera a su arquitecto como un "cristiano consecuente".
Su Santidad ha recibido al prefecto del Dicasterio de la Causa de los Santos, Marcello Semeraro, tras lo que se ha informado de las novedades en torno al proceso del llamado "arquitecto de Dios". Tras más de tres décadas, queda ratificado el propósito de la asociación probeatificación de Gaudí, que ahora preside el arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella.
A partir de ahora se deberá atribuir a Gaudí un milagro que deberá ser confirmado por un tribunal eclesiástico que a su vez debe recibir el visto bueno del plenario del Dicasterio. A continuación es el Papa quien podrá declarar a una persona beata.
En ámbitos religiosos catalanes se albergaban muchas dudas sobre la viabilidad del proceso en favor de la beatificación de Gaudí, entre otras razones por las dificultades para atribuir primero y corroborar después algún hecho sobrenatural fruto de la invocación al arquitecto. Sin embargo, la concesión del título de "venerable" ha desatado el optimismo entre los promotores de la causa.
Leyendas urbanas
Gaudí nació en 1852 y falleció en 1926 atropellado por un tranvía. Cuando contaba 31 años se hizo cargo de las obras de la Sagrada Familia, un año después de que se colocara la primera piedra. Durante gran parte de su trayectoria fue objeto de feroces críticas por las formas ondulantes de la Pedrera, las tonalidades marinas de la fachada de la Casa Batlló o los elementos ornamentales de la basílica que le otorgó fama universal.
Tras su muerte se fraguaron numerosas leyendas urbanas en torno a su figura. Algunas de ellas atribuían al supuesto consumo de setas alucinógenas sus arrebatos místicos, el mismo estilo "naturalista" de sus construcciones o la complejidad de sus planos. Fue un hombre absolutamente volcado en su obra y cuyo legado en la capital de Cataluña es en la actualidad la principal fuente de ingresos turísticos.