
Los títulos de crédito netamente fincherianos de El Asesino, su nueva película para Netflix tras la cinéfila Mank, ya nos anuncian un retorno al thriller en su variedad más puramente hard-boiled. Este reverso tenebroso de Jason Bourne la emprende, al igual que aquel, contra aquellos que lo contrataron tras un error mortal en una de sus misiones. Pero esto es una película del director de Seven y Zodiac y los motivos del personaje son son precisamente virtuosos.
Fincher indaga en el personaje de Michael Fassbender a través de un constante monólogo interior regado de temas de The Smiths en una película escéptica, cínica hasta cierto punto, y tan meticulosa en su metodología como el propio asesino del título. Solo en el capítulo ambientado en República Dominicana, y por razones argumentales que no vienen al caso, su cámara pierde esa compostura casi clínica que le caracteriza. El ritmo casi gestual de sus planos, que comienza en el feroz ritmo que imprime a los títulos de crédito, refuerza la agresividad de un falso relato de redención donde todo sucede por los motivos equivocados.
Equivocados si uno no comprende o quiere comprender la visión de su autor. Fincher no se dedica a blanquear la labor del asesino a sueldo sino a indagar, de manera fría e introspectiva, en la (falta de) ética de un sociópata perturbador, carismático, cuya ética de trabajo lo aproxima al célebre Vincent incorporado por Tom Cruise en la igualmente prodigiosa Collateral de Michael Mann. Su afán de observación, digno de un Jean Pierre-Melville (no puede ser casual que la película comience en París) contrasta con la contundencia de alguna escena de acción: la pelea con el gigantesco macarra de Nueva Orleans deberá pasar a la historia como la secuencia más John Wick de las filmadas alguna vez por Fincher.
La película es, en fin, excelente. Su esqueleto narrativo exige aceptar los largos periodos de observación de Fassbender antes de cada una de sus víctimas, en las que progresivamente recorre todos los eslabones de la cadena comercial del sicario (¿es El Asesino un chiste a costa de la logística del libre mercado?). Pero es una película endiabladamente rápida y entretenida, de una honestidad capaz de conectar con un cine de acción visceral y a la vez percutir la mente del fanático de su autor. El uso de la música diegética y extradiegética (y los cortes abruptos antes de cada disparo), la fascinante interpretación de Fassbender (hay que escuchar en V.O. su I... don't... give... a... fuck) van a ser uno de los grandes placeres cinematográficos de la temporada. Y si no, al tiempo.
El Asesino se estrena en cines seleccionados el 27 de octubre, y en Netflix el 10 de noviembre.

