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'Los vigilantes', la película de la hija de Shyamalan que apunta maneras pero falla el tiro

Se estrenó en cines Los vigilantes, primera película de Ishana Night Shyamalan protagonizado por Dakota Fanning.

Se estrenó en cines Los vigilantes, primera película de Ishana Night Shyamalan protagonizado por Dakota Fanning.
Los vigilantes, con Dakota Fanning | Warner Bros

Allá por 2006 todo el peso del éxito cayó sobre M. Night Shyamalan. Tras El sexto sentido, Señales y El bosque, las dos primeras taquillazos incontestables y la tercera film de culto para no pocos aficionados, el cineasta indoestadounidense presentó una esquiva reflexión sobre los cuentos de hadas y la naturaleza humana quizá un tanto complaciente, pero también indudablemente alejada de las expectativas de todos… salvo las suyas propias. Ahora, su hija Ishana -que apenas tendría seis años en el momento de aquel estreno- debuta en el largometraje con Los vigilantes, un thriller de terror en el que unas criaturas asedian a unos supervivientes en un bosque irlandés… y no solo retoma postulados de aquella película quizá fallida (y en realidad de casi todas las de su padre, con -por supuesto- El bosque por bandera) sino que los reelabora y refresca con una perspectiva algo más "young adult" que en aquella.

El problema de Los vigilantes -basada en la novela del irlandés A. M. Shine- es, sencillamente, que no logra en ningún momento que el "lore" y simbolismo que guía la acción coopere con unos personajes más bien grises y aburridos. Ubicada en un atmosférico bosque de Galway, concebido por la directora como un limbo abstracto donde los éstos se enfrentan a su propia conciencia, es que esa misma conciencia no logra impactar dramáticamente al espectador. Si a ello añadimos al innecesario resumen de reglas que la película debe verbalizar para explicarse a sí misma, recurriendo al imaginario de la serie Lost como solución para todos sus enigmas, anulan en gran parte los incuestionables atractivos de la propuesta.

Que vienen, la mayoría de ellos, de la atractiva puesta en escena de Ishana Night Shyamalan, que como su padre obvia los métodos habituales del cine de terror de gran estudio para proponer una atmósfera más melancólica que oscura, cierto expresionismo y un minimalismo en el diseño global que probablemente generaría alergia a cualquier director comercial. Ishana no siempre copia adecuadamente al padre, pero hay que comentar a su favor que clava el desenlace y el comienzo de la película, ambos puro Shyamalan, y por el camino sabe hacer las preguntas adecuadas por la vía estrictamente visual: ese momento en el que Dakota Fanning se "enfrenta" a sí misma en un espejo, que de paso adelanta cierto recurso argumental futuro, podría resumir perfectamente los aciertos que la película tiene en ese sentido.

Pero la misión de Los vigilantes es, durante gran parte del encierro de los protagonistas, dar algo de miedo y no, no lo da. Lo que sí propone, para todo aquel que quiera aprovecharlo, es una reflexión sobre la pervivencia de los mitos culturales y cómo nos relacionamos con las historias, una herramienta peligrosa en tanto nos convierte en carnaza de un reality show mitológico pero donde también puede habitar nuestra salvación. Que la película no logre articularlo del todo ni emocionar adecuadamente no quita su gran mérito: tratar de devolver valor a la figura del monstruo, de refrescar la moral del obvio cine espectáculo actual y, de paso, al uso del sonido y el fuera de campo como herramientas cinematográficas de primer orden.

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