
La trayectoria comercial de El último viaje del Demeter ha sido tan penosa como la de los desafortunados tripulantes del barco que llevó a Dracula a Londres. Abandonada a su suerte tras su poco exitoso paso por cines norteamericanos, la película del noruego Andre Øvredal ha sido estrenada directamente en Prime Video sin que medie campaña promocional alguna. Y les anticipamos que es una verdadera pena: estamos ante uno de esos filmes vocacionalmente comerciales pero totalmente a contracorriente que, casi automáticamente (de los resultados hablamos en un momento), se convierte en uno a celebrar.
El trabajo de Øvredal, firmante de La autopsia de Jane Doe e Historias de miedo para contar en la oscuridad, toma como excusa el segmento de la novela de Bram Stoker en el que Dracula llega a Londres a bordo del Demeter y lo extiende y reimagina en forma de clásica "película de monstruo". Una donde el navío de madera funciona como la nave Nostromo y Dracula, convertida en una bestia sin sentimientos, en una suerte de Alien que va diezmando poco a poco a los protagonistas.
El resultado es, en efecto, un filme de terror gótico de notable presupuesto (algo poco habitual en el género y que tristemente ha amplificado el tropiezo comercial) y espléndida factura formal que podríamos calificar de clásica. Pero también uno que es capaz de agradar a un enorme puñado de espectadores del terror, tanto aquellos que abrazarán su ambientación y temática gótica, muy pegada a clásicos como Nosferatu y los títulos de la Universal, como a los que gustan de un filme de horror comercial y lo suficientemente sangriento como para no ser tildado de, ejem, apocado o rancio.
Al margen de la calidad de sus imágenes, el director logra crear la ilusicón de que la Bestia, caracterizada como Nosferatu pero también guiñando un ojo a El misterio de Salem's Lot (también a su imagen más famosa, el niño rascando en una ventana que internet ha convertido en meme) es practicamente indestructible, otorgando a la película un aire un tanto existencial ("tienes vida, luego tienes miedo", le grita uno de los supervivientes a la criatura durante el clímax final) poco habitual en una película de gran presupuesto.
Reflexión sobre la mortalidad y la condena última que espera a todo ser humano, El último viaje del Demeter es una película que carece de cualquier relectura irónica, de cualquier truco moderno pese a valerse de competentes efectos digitales. Al contrario: en ella nadie parece saber demasiado bien cómo defenderse del vampiro, lo que unido a su conocido desenlace otorga al filme una sensación de fatalismo ineludible. La peor muerte Øvredal se la reserva a los personajes más vulnerables, mostrando compasión, sentido de la épica y dramatismo, extrayendo incluso momentos poéticos entre el horror, pero mostrándose incluso atrevido en algunas de las decisiones a ese respecto.
Las cosas son como son y están como están, y El último viaje del Demeter no rindió como se esperaba en taquilla. Que al final, y pese a ello, haya visto la luz en España en semejantes circunstancias no deja de ser una pena, pero a la vez una alegría. Como sea como sea, el barco al final ha atracado y nuestro deber es precisamente juzgar qué ocurrió en él. Y el trabajo de Øvredal, cuyos tres films norteamericanos solo pueden ser calificados de aciertos, es practicamente sobresaliente. El último viaje del Demeter es como el propio barco, un bote de madera en tiempos de buques de hierro y a vapor, pero posee una fuerza y una clase poco habitual en esta clase de productos que la sitúa como una de las mejores adiciones a la mitología cinematográfica del vampiro que hayamos visto en los últimos tiempos.

