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CRÍTICA DE CINE

'A Working Man', la nueva misión del obrero Jason Statham no necesita más

A Working Man, estrenada en cines españoles, ha desbancado del número uno a Blancanieves en EEUU.

A Working Man, estrenada en cines españoles, ha desbancado del número uno a Blancanieves en EEUU.
A Working Man | MGM

David Ayer, antaño guionista con afán y capacidad de penetrar en la ética de los bajos fondos y los soldados, parece haber encontrado en el británico Jason Statham la vía de salida perfecta para el disgusto de su gran superproducción, la mutilación por parte del estudio de la primera Escuadrón Suicida. Ya sea en Beekeeper, estrenada hace poco más de un año, como en esta A Working Man, extraída de la novela Chuck Dixon, Ayer se ha entregado a los bajos y divertidos instintos de la retozona serie B vengativa, donde de alguna manera u otra infiltra las inquietudes callejeras de un cineasta que pretende estar a pie de calle.

Eso se ve en el núcleo central de esta A Working Man, donde de nuevo Statham se disfraza de alguna variedad de obrero (en este caso, de la construcción) que oculta, en virtud de su pasado militar, infinitas capacidades de combate ideales para hostigar a sus enemigos. Ayer cuenta esta vez con un guion del mismísimo Sylvester Stallone que, no obstante, a veces se convierte en una cierta rémora para sus inquietudes "Blue collar". Sin en Beekeeper contaba con un libreto de Kurt Wimmer (Un ciudadano ejemplar) para trazar cierta curva imposible hacia el thriller político, aquí Stallone frena un tanto la mezcla hacia sus temas de siempre, el honor del soldado, sin que la puesta en escena un tanto desmañada del film pueda compensar.


Directa al grano como solo puede ser una odisea de Statham/Stallone/Ayer (esa bota pisando un charco que da inicio a los títulos de crédito), extraña por eso mismo que el film tenga que justificar su uso de la violencia tantas veces, sobre todo tras un hilarante y directo comienzo en los que se mezcla la iconografía de los obreros de la construcción con soldados de Call of Duty, donde, sin ir más lejos, una hormigonera se convierte en una granada. Al final, la ensalada de tiros que tiene lugar en una decadente granja, escenario mezcla de gótico americano con glam discotequero poblado de personajes crecientemente delirantes, compensa lo farragoso de la no-investigación de un film que nacía para ser descarado pero se quedó por el camino.

Ayer, no obstante, sigue cómodo en un cine participativo, vivo, que parece pedir la reacción del audiencia y evocar lo autoparódico. A Working Man plantea sin sonrojo todos sus dilemas dramáticos en sus primeros minutos por boca de sus propios personajes. Y añade una referencia culterana, la del Claro de Luna de Beethoven, para adornar visualmente el enfermizo escenario final de un film que ni siquiera oculta el product placement de Dodge.

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