
Es la pregunta que Amenábar quiere que nos hagamos antes y después de ver su película. ¿Y por qué nos tenemos que hacer esa pregunta? Pues porque somos muy progres, muy abiertos, muy tolerantes, y hemos de reivindicar y reconocer la posible condición homosexual de Cervantes, condición que él descubrió al ver la gran libertad sexual que reinaba en el Argel musulmán (¡el de la sharía!) donde estaba cautivo, una "cultura" diversa y tolerante que le impactó hasta "hacerle saltar la cabeza" (Amenábar, sic) al inocente Cervantes, que no debía saber nada sobre sodomía. Tanto es así que acabó descubriendo sus propias tendencias "homoeróticas" (eufemismo que le gusta usar a Amenábar y a su asesor Lucía Megías), hasta el punto de liarse con su captor y tener un idilio con él. ¡Qué valiente Amenábar, qué rompedor, qué moderno, atreverse a plantear un tema tan actual y poner a prueba a todos los homófobos!
Digámoslo sin titubeos: no existe la más mínima prueba, ni alusión, ni insinuación, ni referencia alguna que nos permita, no ya afirmar, sino ni plantear con un mínimo de rigor, la afirmación de que Cervantes era homosexual (y de serlo, habría sido un hábil encubridor, o un reprimido vergonzoso, víctima de la represión inquisitorial de la España negra de su tiempo).
Pero lo más sorprendente es que se puedan hacer esas elucubraciones calenturientas con la arrogancia de quien desvela una verdad silenciada y oculta, dejando de lado todos los datos objetivos, documentados y probados que muestran lo contrario. Por ejemplo, que tuvo una hija, Isabel de Saavedra, con una mujer casada, Ana de Villafranca, hija que reconoció y acogió cuando su madre murió, a los 14 años. Que se casó con Catalina de Salazar, con la que mantuvo buena relación, vivió y ella quiso ser enterrada a su lado. Que en toda su obra de ficción no aparece ningún romance o historia homosexual que nos permite suponer reivindicación alguna sobre identidades LGTBIQ+, algo totalmente fuera del contexto histórico. Se me dirá que todo esto no prueba que fuera heterosexual, porque lo que hay que demostrar es eso, que era heterosexual. Esto me recuerda la tesis de Pumpido y sus colegas de que lo que la Constitución no prohíbe está permitido.
Que Amenábar tenga que recurrir a esta artificiosa polémica para vender su película es lamentable. Más aún exponer sus gustos y tendencias como argumento definitivo para defender esta gratuita y disparatada interpretación histórica, tal y como ha dicho: "Renunciar a la trama homosexual de Cervantes sería como renunciar a mí mismo puesto que yo soy homosexual".
A Cervantes le han hecho ultracatólico, apostólico y romano, por un lado. Por otro, criptojudío y anticristiano. Por otro, ultraliberal, humanista, crítico y defensor de la justicia y la igualdad. Ahora, gay, feminista, progre... No tardará en que alguien diga que fue antisionista y propalestino... Pues nada, cuando los canguros reivindiquen su condición bípeda descubriremos que Cervantes era un acérrimo defensor de estos marsupiales. ¡Ah, me olvidaba que Pérez Reverte ha dicho que es una película genial! Lo siento, pero no seré yo quien vaya a verla para confirmarlo. Me basta con lo visto y leído para no perder ni un minuto de mi vida en averiguar lo que ya sé, y tampoco quiero decir lo que pienso de Reverte y su Alatriste que parece querer levantar otra vez el vuelo.

