
"La comedia siempre está ligada un poco al drama", ha reconocido el actor y director Fernando Colomo al hablar en Una Hora Contigo, de esRadio, de su último trabajo, Las delicias del jardín. En esta película, rodada íntegramente en plano secuencia, Colomo se pone delante y detrás de la cámara para dar vida a Fermín, un pintor en crisis económica y emocional. "Yo creo que este tipo de comedia, que no se postula como comedia, y sin embargo tiene un elemento en el fondo de ternura, es lo que al público le atrapa y le conmueve".
El cineasta ha reflexionado sobre la dificultad de escribir comedia auténtica: "Realmente, escribir un guión es lo más difícil. Es la base de todo". Aunque ha explorado diferentes géneros, ha reconocido que rara vez se plantea de antemano si una película será cómica: "En La vida alegre, claramente sé que estoy escribiendo un guión de comedia. En otras, la comedia surge sola".
El arte de dirigir actores
Colomo ha sido siempre un director querido por sus intérpretes. "Yo les doy libertad, sobre todo. No intento coartarles", afirma con convicción. Entre los nombres que han trabajado con él destacan Carmen Maura, Penélope Cruz, Ana Belén o la recordada Rosa María Sardá. "Creo que las primeras tomas son las mejores", ha dicho y, por ello, ha explicado su método: crear un ambiente relajado en el set, sin gritos, sin órdenes tajantes, dejando que la magia ocurra.
"El único truco del actor es estar concentrado y relajado al mismo tiempo", ha resumido, revelando su profundo respeto por el oficio actoral. Esa confianza ha dado lugar a improvisaciones memorables como la del personaje del cura en Bajarse al moro, idea de Echanove, que cambió por completo el tono del papel.
Una mirada hacia el teatro
Aunque ha hecho incursiones como actor en teatro, Colomo no ha dirigido aún ninguna obra escénica. Sin embargo, tras esta película rodada como si de una pieza teatral se tratase, se ha planteado por primera vez ese salto: "Me gustaría trabajar desde el principio en el texto también". El actor ha recordado una experiencia frustrante con una obra de Darío Fo: "Yo prefiero representar una cosa que yo entienda, que haya escrito yo o que haya escrito alguien, pero que entienda el texto".
"El teatro me gustaría más hacerlo como actor que como director", ha revelado, aunque no cierra puertas y muestra interés en proyectos donde pueda construir desde la base y ensayar a fondo con los intérpretes.
Entre el cine y la televisión
Colomo no oculta la dureza del oficio. "La verdad es que no me imagino sin trabajar", ha confesado. "Y también necesito trabajar económicamente... yo me he arruinado unas cuantas veces". Lejos de tirar la toalla, sigue generando ideas: "Sí, me encantaría hacer una serie", admite, valorando la continuidad narrativa y el espacio creativo que permite la televisión actual.
Además, se declara adicto a las buenas series, aunque con reservas: "Si me engancho, soy incapaz de parar, y eso me hace perder detalles", ha contado como anécdota. Con proyectos en marcha y sin intención de parar, Colomo se ha comparado –con ironía y admiración– con otro incansable veterano del cine: "No soy Ridley Scott, pero casi".
San Sebastián, un círculo que se cierra
Las delicias del jardín se presenta en el Festival de San Sebastián, donde Colomo debutó hace décadas. "Tenía el sueño de que se proyectara en San Sebastián", ha confesado emocionado. También ha recordado cómo su primera película, Tigres de papel, fue seleccionada en el último momento para Nuevos Realizadores. "Fue una experiencia brutal. Ahí conseguimos distribución y fecha de estreno".
Con su hijo Pablo como coprotagonista, Colomo convierte esta nueva película en un retrato íntimo, lleno de relaciones cruzadas: padre e hijo, ex pareja, amigos. "Cada secuencia es un plano secuencia", ha explicado. "He cogido lo bueno del plano secuencia, que es bueno para los actores, y lo he mezclado con lo bueno del cine".
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