
Como es sabido, Carlos Marx es fuente de autoridad… para los marxistas y sus compañeros de viaje. Siendo esto así, que don Carlos tachase de "traidor, asesino, déspota que ejerció el terror militar; el canalla más cobarde, mezquino y miserable" al Libertador Simón Bolívar, es políticamente muy incorrecto. El problema es que a Marx no se le puede cancelar, por lo que estas afirmaciones han sido convenientemente ocultadas o calificadas como un desvarío por quienes reclaman su herencia ideológica en Hispanoamérica y en España.
En 1858, The New American Ciclopædia, a popular dictionary of general knowlwdge publicaba en su Tomo III el artículo Bolívar y Ponte, escrito por Marx. Explicaba el profesor Juan Velarde que este texto se suprimió de las ediciones de las Obras Completas que el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú destinaba a Iberoamérica.
Fue la revista Dialéctica [Año I-N.º 1 Buenos Aires] quien lo da a conocer en marzo de 1936. De periodicidad mensual, la dirige Aníbal Ponce, figura fundamental en la cultura comunista argentina de los años treinta del siglo pasado. Ponce forma parte del núcleo de los pensadores de referencia en el marxismo latinoamericano, junto a Luis Emilio Recabarren [fundador del Partido Comunista de Chile] y José Carlos Mariátegui [inspirador del movimiento terrorista Sendero Luminoso]. El libro Humanismo burgués y humanismo proletario es un "texto que con justa razón cargaba en su mochila guerrillera Ernesto ‘Che’ Guevara; porque ahí se delinean los contornos y las razones estructurales exigidas para la aparición del hombre nuevo", afirman los epígonos de Ponce.
Para este activista de la Komintern, el personaje descrito por Marx se ajusta a la realidad. "Es difícil comprender cómo Bolívar puede servir honradamente al llamado ‘bolivarismo democrático y antiimperialista’; y con qué derecho se ha podido pasear retratos suyos en las recientes manifestaciones opositoras de Caracas. Si Bolívar hubiera vivido, con seguridad que no hubiera estado entre los estudiantes y los obreros. Los dos homenajes más elocuentes rendidos a su memoria llevan por algo la firma de dos déspotas: la del general Antonio Guzmán Blanco [presidente de Venezuela 1870-1888] y la del general Juan Vicente Gómez [presidente de Venezuela 1931-1935]", escribe Ponce en el citado número de Dialéctica.
Los marxistas del primer tercio del siglo XX consideran a Bolívar un símbolo del despotismo. Hoy, para el socialismo y el comunismo latinoamericano y español, la llamada ‘Revolución bolivariana’ en Venezuela y sus réplicas en América Latina y el Caribe, se conforma sobre la figura de Bolívar. El comunismo se reinventa sobre la manipulación de la Historia y la construcción de nuevos mitos. "¿Adónde va el comunismo? Mejor dicho: ¿por qué ha cambiado, de poco tiempo a esta parte, tan radicalmente de táctica?, se preguntaba, en agosto de 1935, el socialista Luis Araquistaín, director de la revista Leviatán. Hoy, un PSOE inane se suma a esa nueva táctica, rogando el perdón por sus pecados neoliberales.
La Historia enseña que cuando a un iluminado la mundana realidad le cuestiona su utopía, el choque deviene en tragedia. "Es preciso que el gobierno se identifique, por decirlo así, al carácter de las circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo rodean… Si éstos son calamitosos y turbulentos, él debe mostrarse terrible, y armarse de una firmeza igual a los peligros, sin atender a leyes ni constituciones". (Simón Bolívar, Manifiesto de Cartagena, 15 de diciembre de 1812).
La Navidad Negra. El Libertador no dudó. Se mostró terrible contra la población. No solo contra los españoles europeos. El 24 de diciembre de 1822 en Pasto, —una ciudad a pocas horas de la frontera colombiana con Ecuador—, bajo el mando del Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, y por órdenes directas de Bolívar, se aniquila a la población que defendía con determinación a la Monarquía y a la religión católica. En Pasto se sostiene una oposición a la independencia porque implicaba la desaparición de una monarquía que protegía sus propiedades colectivas frente a los abusos históricos cometidos por los terratenientes criollos, afirma el historiador colombiano Felipe Arias Escobar. "Los pastusos comenzaban a rendirse, pero la tropa republicana no tuvo piedad. Era la guerra a muerte. Se vengaron implacablemente. Unos rendidos, otros heridos, todos fueron muertos. Familias enteras desaparecieron. Penetraron a caballo a la iglesia de San Francisco y ultimaron a todos los asilados, incluyendo mujeres y niños". La Navidad Negra se recuerda en las celebraciones del carnaval de Blancos y Negros cada primera semana de enero en la que debería llamarse ‘Ciudad Mártir de Pasto’.
El Espadón de un Dictador. "Una espada de oro del largo de una vara y siete pulgadas, guarnecida de brillantes, marcada con las letras S.B. Tres brillantes grandes y cuarenta y dos sobrepuestos, entre los cuales va un brillante grande. La espada y cinturón de S.E. El Libertador tiene mil cuatrocientos treinta y tres brillantes con peso de setenta y tres quilates, un dieziseis y un treinta y dos". Lima 3 de octubre de 1825. Memorias del general O’Leary, Tomo 28. Así, describe el general la "munificencia de la opulenta Ciudad de los Reyes".
Una joya de valor incalculable, elaborada por el orfebre andino Chungapoma. Este es el auténtico espadón del Dictador. Murió Bolívar con la espada de Lima siempre cerca. La heredó su sobrina Benigna Palacios. La empuñó Hugo Chávez delante de sus más ilustres visitantes: Gadafi, Lukashenko, Ahmaniyehad, Mugabe y Putin. Y se gastó, como recuerda el ensayista venezolano Ibsen Martínez, 800.000 dólares en regalarles copias de la grandilocuente espada.
Los sucesores de esos criollos traidores que buscaron la desaparición de la Monarquía Hispánica, los de aquí y los de las repúblicas bolivarianas, exigieron al Rey Felipe VI sumisión a un espadón espurio que pudo derramar sangre de nuestros compatriotas. Bien hizo este en no levantarse, cuando lo suyo hubiese sido darle la espalda y abandonar el aquelarre.
