Las diez joyas literarias de Rumanía, país invitado de la Feria del Libro 2018
Coincidiendo con la edición número 77 de la Feria del Libro de Madrid, que tiene a Rumanía como país invitado, la siguiente galería propone nueve obras destacadas de autores rumanos traducidas al español, y un bonus track que aún no han visto la luz en la lengua de Cervantes por si algún editor se animara a traérnoslo.
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'Al principio fue el fin' (Georgescu, Xorki)
En unas memorias que son a la vez thriller en papel y libro de historia, Adriana Georgescu rememora sus tiempos de secretaria del general Radescu, el primer ministro nacionalista rumano acorralado y forzado al exilio por Stalin y los escasos comunistas que había en Rumanía antes de que tomaran el poder por la fuerza. Además de contar su paso por las cárceles de la sucursal roja en Bucarest y las peripecias personales que le permitieron poder años después contarlo, Adriana hace una descripción vivísima de las trampas y los abusos que auparon al Partido Comunista al poder, que guardan un parecido asombroso con las que han permitido en otros países y continentes el asalto a los cielos de los discípulos de Marx. I Ediciones Xorki.
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'El libro de los susurros' (Vosgonian, Pre-Textos)
Poeta, ensayista, matemático, economista, político liberal, ministro, políglota y notable de la comunidad armenia de Rumanía, el escritor Varujan Vosganian le hizo un colosal homenaje a su familia y a su pueblo con esta novela personal e histórica (periodística, diríamos, por el nivel de precisión de algunos de los detalles reales que en ella aparecen). En sus más de 500 páginas, Vosganian desempolva un alud de recuerdos familiares del genocidio armenio bajo el Imperio Otomano –al que sus abuelos paternos sobrevivieron– y la migración forzada que llevó a la familia a Rumanía para guiarnos, con un relato conmovedor de mil capas, por el siglo XX de un pueblo sentimental y comerciante marcado a la vez por el arraigo espiritual y el destierro. Escribió Sylvia Manor, poeta y presidenta de la Asociación de Escritores Rumanía-Israel, que nadie esperaba que un matemático y economista de origen armenio que fue ministro de Finanzas escribiera la que ella considera la mejor novela de la literatura rumana. Vosganian es también un dandy, un seductor oriental que se parece a Salman Rushdie y es capaz de cautivar a cualquier auditorio.
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'Diario (1935-1944)' (Sebastian, Destino)
El Bucarest vibrante de entreguerras rebosa de euforia como capital de la recién estrenada Gran Rumanía. En sus bares y salones vive deprisa una generación irrepetible de jóvenes intelectuales rumanos. Uno de ellos es Mihail Sebastian, el autor de este documento impagable sobre una época de esplendor y euforia que acabará desbordándose para dar lugar a la pesadilla fascista. Entre amoríos y éxitos artísticos que le serán vedados cuando su condición de judío le convierta en un proscrito, Sebastian pinta un fresco inteligente, lúcido y lleno de candor y humanidad de los que seguramente son los años más fértiles e intensos de la historia rumana. Una época que disfrutó primero conquistando el panorama intelectual de la capital, a la que había llegado de provincias para acabar perseguido víctima de un antisemitismo oficial y popular que atrajo, según la moda europea, a su mentor, Nae Ionescu, y a su amigo íntimo y compañero de generación Mircea Eliade.
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'El accidente' (Sebastian, Destino)
La sensibilidad que Sebastian muestra en sus Diario se manifiesta también en El accidente, una hermosa novela de amor que ahonda con sutileza y precisión en la fragilidad asociada al abandono y la redención que solo llega con la renovación del deseo (y el esquí). Ambientada en unos años en que los desasosiegos personales aún no habían sido eclipsados por los miedos derivados de la situación política, El accidente retrata los usos y costumbres de la élite bucarestina a la que Sebastian perteneció, pero tiene la ventaja para el lector extranjero de transcurrir en Brasov (Kronstadt), una ciudad de impronta germana incorporada a Rumanía tras la caída de Austria-Hungría que ofrece idílicos paisajes nevados y ayuda a hacerse una idea de la riqueza cultural de aquel país a punto de mutilarse por azuzar los odios étnicos.
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'Maitreyi' (Eliade, Kairós)
Aunque muchos años después la joven que había inspirado la novela rebajara enfadada el alcance de la conquista sexual del alter ego de Eliade en la novela, Maitreyi sigue siendo un libro sugerente y lleno de erotismo, que invita con pasión adolescente al exótico misticismo de la India y es testimonio del impulso vital que, combinando curiosidad intelectual con deseo carnal, empujó al joven escritor rumano a adentrarse en las religiones y sistemas de creencias remotos de los que acabó siendo autoridad mundial. Maitreyi lleva el nombre de la hija de Surendranath Dasgupta, el filósofo que había recibido a Eliade en la India. Como el ingeniero expatriado Allan en la novela, Eliade mantuvo un romance con Maitreyi, una relación prohibida por las tradiciones que tanto interesan al escritor que, tanto en la realidad como en la ficción, acaba con la expulsión del occidental de la casa del maestro.
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'El regreso del húligan' (Manea, Tusquets)
La historia accidentada del siglo XX europeo está detrás de otra gran obra de un escritor rumano. A partir de su primer retorno a su país natal después de su exilio en Estados Unidos, el intelectual judío Norman Manea se adentra en El regreso del húligan –entiéndase húligan como gamberro, el que crea problemas– en un pasado trágico que comenzó para él con su deportación, siendo un niño, a un campo de concentración del Estado fascista rumano del que nunca volvería parte de su familia y se cerró en 1988 con su huida a su país de acogida. Sin evitar las más incómodas preguntas y al tiempo que se reencuentra con los supervivientes y los restos de los naufragios que le expulsaron dos veces de su país, el escritor es implacable con los viejos vicios corruptos y nacionalistas que aún no ha desterrado la Rumanía poscomunista, y también con aquellos que nunca pagaron por las simpatías fascistas de su juventud que destruyeron el mundo cosmopolita y culto en el que nació Manea, que sigue escribiendo sus obras en rumano pese a la relación complicada que mantiene con el país.
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'Negro y rojo' (Morar, Xorki)
El genocidio a manos del Ejército de la Rumanía aliada con los nazis de los judíos de Odesa y la deportación a Transnistria de gitanos rumanos, también bajo el régimen del mariscal Antonescu, son aún hoy dos episodios históricos incómodos en el país. Son precisamente los dos temas que se entrelazan en Negro y rojo, la excelente novela del periodista rumano radicado en Francia Ioan T. Morar. Además de la honradez con que trata los crímenes perpetrados por el Estado rumano contra estas dos minorías, entre las virtudes del libro están también la expresividad de los personajes y la viveza con que se recrean los ambientes. Igual de revolucionario que la temática es el hecho de que la trama esté centrada en un muchacho gitano. Georgian no es un personaje plano limitado al costumbrismo y el folclore, como suelen serlo los de su etnia en la literatura rumana. Este joven gitano logra apartarse de la realidad de desorden y pobreza que parecía tenerle reservada el destino y hace carrera en el Ejército, pero las políticas raciales que Antonescu le encarga ejecutar como militar le enfrentan a tortuosos dilemas morales y de identidad.
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'Cuaderno de Talamanca' (Cioran, Pre-Textos)
El escritor rumano Emil Cioran pasó los días que hay entre el 31 de julio y el 25 de agosto de 1966 en el pequeño pueblo ibicenco de Talamanca. El diario que llevó en esas vacaciones estivales con su esposa sigue las pautas habituales (las no pautas, más bien) de la literatura de Cioran, cuyo pensamiento anárquico y ajeno a los moldes se manifestaba particularmente bien en este tipo de literatura memorialística sin más estructura que la separación de los textos por días. Sus recurrentes insomnios y los pensamientos sobre la inutilidad última de la existencia, el aburrimiento o el suicidio –”¿Y si mi arrojara desde lo más alto del acantilado?”, se pregunta la primera noche en España– comparten espacio con reflexiones sobre otros escritores, observaciones del paisaje y descripciones de encuentros con gente que se cruza en su camino. Cioran, que escribió la mayor parte de su obra en francés desde el París en el que moriría, repudia el impacto que el turismo tiene en esos momentos sobre la isla, y lo achaca a una civilización negadora del espíritu que todo lo arrasa. Como es habitual en sus obras, en el Cuaderno de Talamanca hay también violentas ráfagas de exaltación de la belleza de las cosas. "Me he sentado sobre una roca a esperar que se hiciera de día. Cuando empezó a clarear, la luz no venía de arriba, sino de las rocas de los alrededores, como si estuviera oculta tras ellas y esperara la mañana para salir. Esta transfiguración de la materia, tan bella, tan irreal, hizo que olvidara las amargas reflexiones con las que suelen iniciarse todos mis insomnios".
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'La sinfonía del lobo' (Popescu, Nocturna)
También en francés pero desde Lausana, Suiza, donde su autor, Marius Daniel Popescu, trabaja de conductor de autobús, está escrita La sinfonía del lobo, novela en segunda persona que le habla directamente al autor para contarle una historia familiar a la que se asoman multitud de personajes, de las más diversas condiciones y personalidades.
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'Red Horizons' (Pacepa, Regnery)
En el mes de julio de 1978, el que fuera uno de los altos cargos del espionaje rumano y consejero de Nicolae Ceausescu Ion Mihai Pacepa pedía asilo en la embajada estadounidense en Bonn (Alemania), de donde sería trasladado a Washington en avión militar para comenzar en el mundo libre una nueva vida en libertad, sin dejar de protegerse de la permanente amenaza de sus antiguos dueños. La fuga de Pacepa desató el pánico en los salones rojos de Bucarest, desde donde se ordenó sin éxito su asesinato en los Estados Unidos. Pacepa fue el funcionario comunista de mayor rango en pasarse al enemigo capitalista, y sus revelaciones sobre el funcionamiento de la maquinaria represora de Ceausescu, sus inconfesables tratos internacionales y las perversiones de una Elena Ceausescu aficionada al porno que la Securitate grababa para chantajear a personalidades públicas son un hito en las entrañas de los regímenes comunistas que no debería perderse ningún interesado.
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