El filósofo de origen navarro reflexiona sobre el deber que tiene cualquier pensador de "dialogar con su tradición". Define el pensamiento conservador negando que sea "carca", al contrario, a políticos de ideología conservadora les debemos grandes avances sociales, como la primera ley de huelga de Maura.
Luri lamenta que el franquismo "utilizara" a los pensadores conservadores, y que "los que se consideran antifranquistas usurparan su legitimidad". Recuerda cómo Vázquez de Mella llenaba teatros o parques públicos en Barcelona. De hecho, según Gregorio Luri, "la recuperación de estos autores te permite ser original en el presente".
El autor reflexiona sobre la autoestima de los españoles y arremete contra esa "caterva de intelectuales que han considerado más noble la nausea que sentían por ciertos conceptos que no les gustaban de la patria que el apetito por reconstruir".