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David Jiménez Torres: "El independentismo llegará hasta donde le permita llegar el constitucionalismo"

El historiador y profesor universitario ha presentado esta mañana su ensayo 2017: La crisis que cambió España.

David Jiménez Torres | Archivo

Sostiene David Jiménez Torres, historiador y profesor universitario, que el 2017 "no fue un año más" en la historia de España. Para desarrollar su tesis acaba de publicar un ensayo, 2017: La crisis que cambió España, que ha presentado esta mañana en los micrófonos de Más de Uno, el programa dirigido por Carlos Alsina en Onda Cero.

"2017 marca un antes y un después en la historia política española", ha explicado, "pero sus consecuencias todavía están manifestándose". "El sistema todavía sigue tanteando las consecuencias del desastre, después del shock que supuso la declaración unilateral de independencia; y creo que el actual gobierno está tratando de regresar de alguna manera al mundo anterior a 2017, mientras que yo parto de la base de que ese mundo es irrecuperable".

La premisa principal, según Jiménez Torres, sobre la que se sustentaba la lógica de aquel mundo anterior, "el que va desde 1978 hasta 2017", podría resumirse en un convencimiento de que "el nacionalismo tensaría la cuerda pero no se atrevería a romperla nunca". "Una de las ideas que colapsaron en 2017 es la de que el Estado de las Autonomías era de por sí suficiente para reconciliar a los nacionalistas subestatales con la España democrática", ha comentado. "Durante los años ochenta, noventa y dos mil se daba por hecho que ese proceso era irreversible y automático. Que no había que inflamar demasiado a los nacionalistas porque las cuotas de poder y las cesiones de autogobierno terminarían consiguiendo que, con el paso del tiempo, sus reivindicaciones se fuesen disolviendo paulatinamente". "Bien", ha concluido, "lo que vimos en 2017 es que esa premisa estaba espectacularmente equivocada".

Otra de las cuestiones sobre las que ha querido poner el foco ha sido la "extraña circunstancia" por la cual "parece que tenemos que hacer un esfuerzo por recordar que 2017 ya ha ocurrido". Así, rescatando las palabras recientes del vicepresidente Pablo Iglesias, Jiménez Torres ha dicho que "sí que existe una anomalía democrática en Cataluña", pero que tiene que ver específicamente con "el momento en el que unos políticos decidieron qué leyes cumplían y qué leyes no", y que se manifiesta todavía en el hecho de que "la mitad de la población catalana reconoce a día de hoy no sentirse cómoda expresando sus ideas en público". Ante esa situación, para él, "nos encontramos ante el reto de construir un sistema mejor que el que colapsó en 2017", para lo que antes habría que preguntarse si "están más desunidos los constitucionalistas que los independentistas".

Al mismo tiempo, ha utilizado la famosa frase con la que "suele denominarse a la locura" —"Emplear la misma solución constantemente y esperar que aporte resultados distintos"— para concluir que, al contrario de eso, "lo que hacen falta son respuestas diferentes a las que nos llevaron a aquella crisis". Como ejemplo concreto, ha señalado que "no hay que olvidar que los tripartitos fueron ingredientes fundamentales en el proceso que desembocó en el 2017"; y que "la propia desacreditación de Montilla a la sentencia del Constitucional formó parte de la deslegitimación de las instituciones estatales que ahora domina buena parte de la opinión pública catalana".

Con todo, ha concluido que "lo interesante de 2017 es que tampoco es un momento puntual de anomalía democrática, sino que se ha prolongado en una reivindicación posterior que presenta dicha anomalía como deseable y justa".

En su libro compara la crisis catalana con la famosa crisis del 98, pero "no en el sentido de una pérdida de sentimiento imperial o de nostalgia de las colonias", sino en que ambas fechas pueden ser entendidas como "momentos concretos en los que colapsaron una serie de ideas acerca de lo que es España, cuáles son sus posibilidades y cuáles sus limitaciones". Pese a todo, considera que "todavía estamos en un proceso largo de asimilación de lo ocurrido", y ha puesto como ejemplo la crisis económica de 2008, "que puso de manifiesto una pérdida del optimismo en el mercado y en la economía internacional", pero que no "se hizo evidente hasta varios años después", cuando "sus consecuencias continuaron proyectándose sobre el presente".

Con respecto al futuro de España y Cataluña, ha subrayado que "habría que preguntarse si existe una fatiga constitucionalista"; ya que, en su opinión, "el independentismo llegará hasta donde le permita llegar el constitucionalismo". Y, por lo tanto, considera que la clave pasa por reconocer las intenciones del actual gobierno. Concretamente, por "saber si está dispuesto a permitir que los independentistas lleguen más lejos de lo que llegaron con Mariano Rajoy". A ese respecto ha querido señalar que la "fatiga constitucionalista" podrá medirse en función de "la respuesta de la opinión pública española". Y lo ha ejemplificado con la manifestación constitucionalista de 2017 en Barcelona, circunstancia que, según él, supuso "un empujón definitivo para que el Gobierno de entonces se animara a actuar".

Para terminar, ha concluido que "la estrategia del independentismo pasa por lograr a cámara lenta lo que ya intentó de forma brusca hace tres años"; y que lo que suceda en las inminentes elecciones catalanas "tendrá una repercusión directa en la política nacional, como ya lo tuvo lo ocurrido en el 1-0". "La crisis catalana es española", ha explicado, "porque las ramificaciones de lo ocurrido allí han impregnado directamente a la política nacional". Se ha referido, a este respecto, a "la fragmentación de la derecha y al auge de Vox", que "vino marcada directamente por el desencanto que supuso la respuesta del Ejecutivo de Mariano Rajoy al desafío soberanista"; y a la "polarización de la cámara y la política de bloques", "iniciada principalmente por la decisión del PSOE de Pedro Sánchez de aceptar los apoyos de los partidos responsables de la DUI para su moción de censura a Rajoy; de su intención posterior de gobernar con ellos; y de su esfuerzo por rehabilitar políticamente a ERC sin que mediase antes una rectificación del partido por su actuación durante los sucesos del 1 de Octubre". "Todo esto", ha dicho, "ha ejercido un tirón gravitacional en la política española que es necesario tener en cuenta".

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