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Molist: "El dominio de España en el Mediterráneo fue glorioso. Sicilia y Atenas fueron españolas"

Publica El latido del mar, una historia sobre los últimos años de las cruzadas en Tierra Santa y la guerra entre Francia y la Corona de Aragón.

Publica El latido del mar, una historia sobre los últimos años de las cruzadas en Tierra Santa y la guerra entre Francia y la Corona de Aragón.
El escritor Jorge Molist, en el Museo Naval. | Javier Ocaña
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El escritor Jorge Molist, como tiene acostumbrados a sus lectores, ha elegido un episodio real de nuestra historia y, tras una "meticulosa y estricta documentación", lo ha trasformado en una novela. El latido del mar (Planeta) traslada al lector a los últimos años de las cruzadas en Tierra Santa y a la guerra por el dominio del Mediterráneo entre Francia y la Corona de Aragón. "Desconocemos nuestra historia en el Mediterráneo y el dominio de España fue glorioso. Sicilia y Atenas fueron españolas. Nos tenemos que sentir orgullosos de nuestra historia", asegura el autor a Libertad Digital. "Nuestro primer imperio estuvo en el Mediterráneo, antes de Flandes o América. Lo que pasa es que se nos olvida. A Cuba la sentimos muy cercana y a Sicilia nada nuestra, mientras que estuvimos 54 años más en Sicilia que en Cuba", recuerda.

El protagonista de esta nueva novela es Roger de Flor, "un personaje tan relevante como desconocido. "En el Senado está el cuadro Entrada de Roger de Flor en Constantinopla. Llegó a ser césar del imperio bizantino y con sus tropas españolas derrotó repetidas veces a los turcos. Los echó más allá de lo que hoy es Turquía. Tuvo victorias espectaculares en inferioridad de condiciones. Es responsable de que Atenas fuera española durante cerca de cien años".

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Entrada de Roger de Flor en Constantinopla | Senado

Este personaje inspiró novelas en su época. "Tirante el Blanco, Tirant lo Blanch en su título original en valenciano, estaba inspirada en Roger de Flor. Es el único libro de caballerías que Cervantes salva de la quema en El Quijote. Fíjate su importancia".

Molist se ha centrado en su infancia y juventud, "mucho más dramática y fascinante que su madurez". En la novela, lo conocemos con apenas un año cuando, después de una sangrienta batalla en el siglo XIII, su padre, un noble, muere y su madre, Blanca, queda a merced del enemigo. "Su padre fue considerado un traidor porque se había revelado contra los franceses. El castigo era la muerte, también para sus hijos para evitar venganzas. A las mujeres nobles se las encerraba para siempre en una mazmorra. La familia de Roger trata de huir, pero Blanca no lo consigue y se queda en manos de los vencedores. Su único propósito es salvarle la vida a Roger y recurre al ingenio para ello, pero debe soportar un montón de abusos".

El niño, huyendo de la miseria, se embarca de grumete en una galera, la nave más dura y peligrosa de la época. "Tenía solo 8 o 10 años. Para un grumete, embarcar en una nave así suponía constantes peligros, no solo del mar sino de la propia tripulación, que no veían a una mujer en semanas o meses", explica Molist. "En el mar buscó la libertad de su madre, a su familia perdida, y venganza", añade.

Los templarios

Es en esta galera donde Roger conocerá a un personaje crucial en su porvenir. "Fray Vasall era el capitán de la nave con 300 hombres y templario. No pertenecía al Temple por vocación, sino por supervivencia. Cuando alguien era valioso y se condenaba por un delito, no se desaprovechaba a ese individuo, sino que se mandaba a Tierra Santa a matar musulmanes. No siempre seguía las reglas. Se apiada del niño, pero no compadeciéndole, sino por la vía dura. El chico cree que es su enemigo".

Es así como Roger de Flor entra a formar parte de la orden. "Participó en la defensa del último reducto cristiano en Tierra Santa y en las guerras de Italia a favor de la corona de Aragón. También en el imperio bizantino. Es una historia cien por cien de aventura, coraje y supervivencia".

En la novela se intuye la decadencia del Temple y se presagia su caída, como finalmente ocurrió en 1307. "Fue un complot urdido por Felipe IV de Francia, que ansiaba su dinero. Como antes había hecho con los judíos y con los banqueros italianos, de alguna forma les puso la espada en el cuello. El Papa estaba sometido a Francia. En la novela se presagia algo así. Conocemos al gran maestre del Temple de la época. Se habían metido mucho en política, consideraban a la Corona de Aragón como enemiga".

Un papado afrancesado

En las disputas por el control del Mediterráneo no pierde puntada el papado de la época, "que era básicamente francés y que no queda muy bien reflejado en la novela". "No porque le tenga inquina –matiza el autor- sino porque, lo cuentan los historiadores. El Papa quería estar por encima de los reyes y no solo mandar en la cuestión espiritual, que se lo reconocía todo el mundo, sino mandar en cuestiones políticas, cosa que la corona de Aragón no aceptó. A partir de la venganza propia que tenía Pedro III de Aragón con respecto a los franceses, que habían matado al padre de su esposa y a su abuelo, y después de quitarles Sicilia a Francia, se desarrolla la gran guerra en el Mediterráneo. Los papas están a favor de Francia y es más, galeras papales lucharon contra galeras aragonesas. Fomentaban la guerra entre cristianos. No toda la Iglesia era así, los franciscanos estaban con las virtudes cristianas de la caridad y el pacifismo".

La Iglesia quería participar de ese gran tesoro que era el mar que nos baña en el siglo XIII. "El Mediterráneo era el centro del mundo. El comercio era enorme. San Juan de Acre era el último reducto cristiano en Tierra Santa, una urbe formidable con doble línea de murallas y fosos, negocios de seda, perfumes y joyas, más el negocio de los peregrinos, es decir, el turismo. Había rutas turísticas religiosas. San Juan de Acre producía más dinero en un año que todo el reino de Inglaterra. Los intereses económicos eran muy grandes. Genoveses y venecianos estaban a la greña. Es una situación compleja y fascinante que se describe en la novela".

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El escritor Jorge Molist, autor de 'El latido del mar', en el Museo Naval. | Javier Ocaña

Molist no cree necesario incluir bibliografía en una novela, aun así, ha preferido hacerlo para que el lector constate la veracidad de lo narrado. Es un experto en lo acontecido en este periodo. Incluso describe con esmero los modelos de barco propios de la Edad Media, como las galeras, la fusta, la vela o la coca. Pero asegura que "por mucha historia que tenga la novela" su gran interés pasa por emocionar al lector. "Lo importante son los sentimientos. Quiero que el lector sonría, a veces, y tenga una lágrima, otras. El contexto histórico está muy estudiado".

Jorge Molist. El latido del mar. Planeta. 624 páginas. 22,90 €

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