
Clara Sánchez (Guadalajara, 68 años) está de enhorabuena. Por un lado, acaba de ingresar en la Real Academia de la Lengua (RAE), ocupando la silla X, vacante desde el fallecimiento del poeta Francisco Brines; y, por otro, acaba de publicar Los pecados de Marisa Salas (Planeta), en la que recrea, con elementos propios del thriller, "ese momento tremendo de la publicación de un libro", la trastienda del mundo editorial, el impacto emocional del éxito, las envidias y los miedos.
"Los escritores somos grandes desconocidos. Cuando sacamos novela, aparecemos posando y en entrevistas, pero nadie sabe cómo se ha llegado a la publicación de esa novela: cómo la has escrito, las zozobras, la necesidad de éxito, el fracaso que conlleva... El escritor se siente muy solo porque necesita gustarle a todo el mundo", cuenta la escritora a Libertad Digital.
Para Clara Sánchez, el escritor "es un cúmulo de emociones buenas y malas". "No sé cómo puede escribir un escritor que no haya sentido nunca rencor", dice. "Tenemos que haber sentido rencor, envidia, ganas de cargarse a otro, competitividad… Una serie de sentimientos que en tu vida real no puedes volcar pero sí trasladar a la literatura. La literatura no es un manual de buenas costumbres, es una manera de conocer el alma humana", añade.
La protagonista es Marisa Salas, una profesora cercana a la jubilación que trató de ser escritora hace más de 30 años con más pena que gloria. El fracaso le hizo borrar esa etapa de su vida y ocultarla hasta a su círculo más cercano. "Si su marido se enterase de que es escritora, intentaría convencerla de que siguiese adelante. Y ella no quiere", explica Clara Sánchez. Sin embargo, Marisa descubre su novela firmada por otro escritor. "Se da cuenta de que ya no va a gustar, que no tiene ese halo que tienen los escritores más frescos y que puede estar mejor en otras manos. En un escritor se concentra todo lo que la sociedad exige a alguien público pero que no puede compartir con nadie porque está solo. No puede repartir culpas", dice la escritora.
"Marisa soy yo", reconoce Clara Sánchez, que ha volcado en ese personaje todos los sentimientos que ha experimentado como escritora. "La publicación de un libro se vive con miedo, genera mucha angustia. La repercusión de la novela, o la no repercusión, es algo público. Estresa mucho y crea mucha ansiedad. Marisa no quiere pasar por eso, destruye los ejemplares que le da la editorial y decide no volver a ser escritora".
Las diferencias con su protagonista son evidentes pues Clara Sánchez cuenta con el apoyo del público y ha recogido premios como el Nadal o el Planeta. Ya no vive con angustia el lanzamiento de un nuevo libro. "Ya he pasado ese vértigo, no porque tenga nada hecho sino porque ya no espero nada. Lo que suceda me parece bien, he llegado a ese convencimiento, no me altera. Tienes zozobra porque te juzga todo el mundo, pero no necesito esperar nada. Eso produce muchísima tranquilidad".
En Los pecados de Marisa Salas recrea las envidias entre escritores, circunstancias que no son ficción. "Somos seres humanos y todos deseamos lo mismo: reconocimiento, estar ahí, que te amen, gustar. Sí que existen los celos, la envidia, la competencia, el sentimiento de que te mereces algo que le dan a otro. Depende de en qué etapa de tu vida estés, te importa más o menos. A mí ya han dejado de importarme muchas cosas, no por la edad sino porque te suceden otras cosas en la vida a las que le das más importancia".
¿Hay mucha deslealtad en el mundo editorial? "Hay de todo, es un mercado muy presionado por las ventas. He tenido grandes editores y he tenido la suerte de llevarme bien con ellos, pero siempre flota esa posibilidad de que te puedan convencer de qué hagas algo de lo que luego te arrepientas. Es como un matrimonio, puedes tener la tentación de ponerle los cuernos. A veces te ponen los cuernos, a veces los pones tú, y luego te reconcilias y la relación es mejor todavía", dice entre bromas.
La irrupción de los influencers
Los escritores "de toda la vida" ven como las mesas de novedades de las librerías se llenan de influencers. "Son personas con tantos seguidores que las editoriales pueden sentirse tentadas, se promocionan solas. Pero los editores con experiencia y de largo recorrido saben que tienen que trabajar las dos vertientes. No pueden dejar de lado los escritores que vienen de lejos, los de túnel oscuro, de vocación. Es el poso real de la escritura. Hay muchos escritores de redes sociales que son flor de un día y no dejan ningún poso en la literatura".
Confiesa que su nombramiento en la RAE ha sido una "gran sorpresa". "La literatura mitiga la sensación tan insoportable de no poder volver atrás", dijo en su discurso. "Me gusta mucho pensar en el tiempo, es un misterio, un enigma que los científicos todavía no han sabido descifrar. Estamos muy preocupados por algo que quizás ni siquiera exista. La literatura se ha preguntado muchas cuestiones sobre el tiempo que luego la ciencia ha tratado de responder".
Con su ingreso en la RAE, las mujeres suponen un 25% de los académicos, algo "natural" que irá en aumento por el "discurrir de la sociedad". "Lo antinatural era lo contrario", opina. Sánchez cree que es una institución con mucho peso en la sociedad y está muy orgullosa de pertenecer a ella. "Cuando la RAE se pronuncia, parece que la sociedad despierta. Me gusta mucho el interés que se genera sobre si se pone o se quita el acento a 'solo’".

