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Mayte Uceda: "Cuba no fue un sueño para todos los españoles, los 'emigrantes de maleta al agua' volvían peor"

La escritora asturiana publica El maestro de azúcar, una novela colonial llena de amor, violencia y venganza que sumerge al lector en una plantación.

La escritora asturiana publica El maestro de azúcar, una novela colonial llena de amor, violencia y venganza que sumerge al lector en una plantación.
Mayte Uceda, autora de 'El maestro de azúcar' | Javier Ocaña
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La Cuba colonial era sinónimo de prosperidad para los españoles que se atrevían a emprender el viaje, aunque el sueño podía volverse pesadilla fácilmente. La escritora asturiana Mayte Uceda acaba de publicar El maestro de azúcar (Planeta), una novela ambientada en los últimos años en los que ondeó la bandera española en la isla, un tenso periodo en el que ricos hacendados veían peligrar sus privilegios y la tensión crecía en varios frentes, con antiguos esclavos inadaptados y Estados Unidos ansioso por hacerse con el territorio.

"En mi anterior novela viajaba a Cuba y me pareció un contexto fascinante. Mientras me documentaba, encontré unas cartas que enviaban desde Cuba algunos españoles y, en una de ellas, había un joven que explicaba a su familia que tenía un buen trabajo, que estaba muy bien, pero que se sentía muy solo. Les pedía que, si conocían una buena mujer con la que pudiera casarse, le haría muy feliz que les presentaran. Me llamó mucho la atención esa manera de buscar esposa. Hoy es impensable", avanza la autora a Libertad Digital.

Por aquel entonces, "la población de La Habana estaba muy descompensada, había muchos hombres y muy pocas mujeres" y "era difícil llegar a formar una familia". "Lo más curioso es que, de todas las mujeres peninsulares que había en la isla, la mitad de ellas se quedaba soltera", apunta Uceda. En ese contexto histórico y en esas circunstancias se desarrolla la novela. Víctor es un español emigrado, maestro azucarero en una gran plantación, que pide a un cura que le busque esposa en España. Así llegará a la isla una joven viuda llamada Palmira. "Víctor tiene un sentido de la justicia muy agudo y unas ideas muy liberales para la época. Es un adelantado. Precisamente por eso llama la atención que ponga algo tan importante como encontrar esposa en manos de otra persona. Es la dicotomía del personaje". Palmira viajará en el mismo navío que su amiga Mar, hija de un médico asturiano, que se instala en el consultorio del ingenio.

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Mayte Uceda, autora de 'El maestro de azúcar' | Javier Ocaña


La novela está ambientada en la agonía de la Cuba colonial: "Había posibilidad de prosperar porque había trabajo. Mientras, en España, había un desarrollo muy lento, con sistemas de cultivo muy atrasados. Los inmigrantes salían de una España con sobrecarga demográfica y mucho analfabetismo. Pero no todos volvían enriquecidos, solo unos pocos. Fueron los que se construyeron esas mansiones en Asturias, por ejemplo. En el pueblo de Colombres hay una representación de casas de indianos maravillosa. Pero no todos volvieron así. Muchos venían peor, los llamados 'emigrantes de maleta al agua' volvían peor".

Explosión del Maine

La relación entre los trabajadores y los patrones era complicada, además. "Hacía poco tiempo que se había abolido la esclavitud. Eran personas que habían nacido en una plantación, que habían estado sometidas a la voluntad de los patrones y mayorales. No podían disfrutar de la libertad porque no la conocían. Se podían marchar de la plantación pero, ¿a dónde van? Por eso muchos optaron por quedarse en el ingenio y pasaron a ser trabajadores asalariados, pero, a veces, se les pagaba con fichas que fabricaban ellos mismos. Podían comprar en el colmado o ir a la taberna, pero no valía nada fuera de la plantación. Sin dinero, no podían ser libres. Otros, optaron por marcharse a los palenques".

La tensión creciente en los ingenios se extendía al clima social cubano, como Uceda describe en la novela. Aparece, como no podía ser de otra manera, la explosión del buque acorazado estadounidense Meine que, simplificando, supuso la pérdida de Cuba para España. "Relato en la novela esas ansias de los Estados Unidos por hacerse con la isla, está documentado. España se negó a vender y EEUU estaba empeñado en que debía ser un estado más de su bandera. Luego ves lo que pasó con el buque Maine, era absurdo que España volara un destructor americano. Solo conseguiría una guerra abocada al fracaso. Las investigaciones posteriores hablaban de una explosión interna y EEUU nunca ha vuelto a culpar a España, pero el resultado fue el que fue".

El día a día en una plantación

El viaje transoceánico era muy duro. "Aunque viajases en primera clase, no te librabas de un ciclón tropical y un naufragio, como le pasó al Valbanera. Se desarrollaban a bordo enfermedades para las que no había cura, como la difteria o el tifus". Luego en Cuba, no era lo mismo quedarse en la floreciente y próspera Habana, que ir a una plantación, como les ocurre a los personajes de El maestro de azúcar. "Era como un pueblo. Estaba la casa grande, que era de los patrones, con arquitectura preciosa y muchos domésticos – como se llamaba a los criados-, la iglesia, el cementerio, y luego el batey, que son todas la infraestructuras de la producción del azúcar, y los barracones, donde convivían hasta 400 trabajadores de origen muy diverso. Había muchas etnias africanas, algunas rivales en el país de origen. Era un conglomerado de culturas, de costumbres y de lenguas".

De aquella Cuba queda hoy "la mezcla cultural y racial, esa mezcolanza". "Ya no hay esas diferencias tribales, pero queda eso: blancos, negros, mulatos... que hace la isla tan atractiva literariamente. O la santería. Es fascinante y creo que está poco explotado". Para el día a día en una plantación, Uceda se ha servido bastante del libro Biografía de un cimarrón, testimonio del esclavo cubano Esteban Montejo recogida por Miguel Barnet.

Mayte Uceda desarrolla una grandísima historia de amor en una trama en la que hay violencia, maldad y venganza. También sirve de homenaje para las primeras mujeres que lograron matricularse en la Universidad. "Tenían que conseguir el permiso del Consejo de Ministros. Incluso cuando accedían, muchas no terminaban sus estudios porque estaban discriminadas, eran consideradas objetos de distracción para los estudiantes. Después, muchas no podían ejercer. Con el personaje de Mar vemos cómo tiene una profunda vocación por ser médico, como su padre, y se tuvo que conformar con ser enfermera".

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