
Dejar llorar a un bebé para que no se "malacostumbre" no es una buena fórmula. Los niños no se resfrían por andar descalzos. La fruta se mastica, no se debe beber en forma de zumo. Todo esto, que fácilmente puede causar un conflicto familiar de cierta enjundia, no son "moderneces", son evidencias científicas.

Bulos o falsos mitos, como que una ramita de geranio puede aliviar el estreñimiento o que la miel sube las defensas, divulgados en muchas ocasiones por nuestros mayores con la mejor de las intenciones, pueden hacer mucho daño a los más pequeños. Por esto mismo, Lucía Galán, pediatra y una de las divulgadoras con más seguidores del momento, publica Los virus no entran por los pies (Planeta), un completísimo manual que tira por tierra creencias sobre salud física y mental de los niños que hemos escuchado toda la vida.
PREGUNTA. Es un libro que puede reconfortar a muchos de esos padres que se informan, preguntan a sus pediatras, leen, y que se enfrentan con el muro de su entorno familiar que defiende con ahínco este tipo de mitos.
RESPUESTA. Es un libro que, por fin, derriba esos mitos que llevamos escuchando décadas sobre bebés, niños, adolescentes y familia. Lo he escrito desde la sensibilidad propia de mi maternidad, que siempre está presente, pero también desde la experiencia de 20 años de profesión como pediatra y con el estandarte del rigor científico. No sé hablar sin rigor científico cuando hablamos de salud.
P. ¿Cuál es el falso mito que más extendido está?
R. Ese de "ponte las zapatillas ya, por favor, que te vas a resfriar". Por mucho que digas: "abuelita, que los virus no entran por los pies, que no tiene nada que ver", no sirve. Es el mito estrella. Fue el que me animó a escribir este libro.
P. Los padres primerizos, ¿tienen alguna frase que, sin ofender, puedan contestar a abuelas, suegras, vecinas, compañeros de trabajo que todo lo saben?
R. El tono hace mucho más que las palabras exactas que usamos. Estar relajado y tranquilo, y contar lo que dicen los estudios científicos. Hay que explicarlo. Hay muchos dardos envenenados que debemos frenar con un "agradezco tu opinión, pero no me aporta nada".
P. ¿A los niños les bajan las defensas por andar descalzos o se resfrían por acostarse con el pelo mojado?
R. No. Los virus son microorganismos vivos, es imposible que vivan en el suelo porque se mueren. Viven en la faringe, en la boca, en la nariz y a veces se pasan a las manos y ahí duran unas pocas horas. Se transmiten con el contacto directo de una persona con otra persona. Es imposible que un virus traspase la planta del pie y suba a la garganta. No hay evidencias científicas. De lo que sí que hay evidencias es de lo positivo que es para el desarrollo del pie andar descalzos.
P. ¿Y por qué parece que los bulos tienen mucho más poder de convicción que las evidencias científicas?
R. Está demostrado que un bulo de distribuye diez veces más rápido que una información veraz. El denominador común es el miedo. Cuando el miedo entra en juego, tomamos decisiones y nos formamos opiniones que se alejan de la realidad. Pasa, por ejemplo, con las vacunas. Si tú ves en la tele a una mujer que asegura que su hija se ha quedado paralítica por una vacuna, y estás viendo a esa niña y su sufrimiento, que eso si es real, te genera miedo inyectar algo a tu hijo que le ponga en riesgo. Ese miedo está por encima de la explicación científica. Somos seres emocionales, conectamos emocionalmente con el sufrimiento de esa mujer y esa emoción nos lleva a tener miedo por lo que le ha pasado. Automáticamente "no vacuno a mis hijos, por si le pasa algo". Hay que mantener la mente fría.
P. Llamas al asunto de las vacunas "el rey de los mitos". ¿Por qué?
R. En cada campaña, escucho "no me vacuno de la gripe porque una vez lo hice y me puse fatal de la gripe". Eso es un mito como un castillo. Es medicamente imposible que la vacuna de la gripe provoque la gripe. Lo explicas y da igual. Te siguen diciendo: "vale, muy bien, pero es que yo me puse fatal". Y les explicas que se pondría fatal de otra enfermedad, de otra infección. Hay doscientos virus respiratorios que tienen una clínica similar. Y da igual. Eso cada año. Al final te queda repetirlo y que cale en las nuevas generaciones, que están más receptivas.
P. El tema de las vacunas es de salud pública, no afecta solo a nivel familiar. ¿Crees que está bien legislado este asunto?
R. Creo que podríamos mejorar para que el calendario vacunal universal sea igual para todas las comunidades autónomas. Hasta ahora, dependiendo de la comunidad autónoma, había algunas vacunas que no estaban financiadas. Eso me parece de una desigualdad inadmisible en un país como el nuestro. No hay derecho que según dónde viva, un niño tenga más riesgo de sufrir meningitis que otro porque la vacuna no está financiada.
Las vacunas evitan enfermedades mortales. Sin embargo, la mayoría de la comunidad médica no somos partidarios de obligar a vacunar porque tenemos el ejemplo de otros países, como Estados Unidos o Reino Unido, donde se implementaron estas medidas de obligatoriedad y se produjo un efecto rebote de movimientos antivacunas muy dañinos para la sociedad. Abogamos por la educación sanitaria, explicar a los padres por qué es importante.
P. ¿Los padres están predispuestos a aprender?
R. Los padres de hoy en día han evolucionado muchísimo respecto a los padres de hace 15 años. Hoy son muy exigentes, vienen estudiados de casa, tienen interés en saber, están documentados y están bastante receptivos a que su pediatra les desmitifique. Vienen a consulta y te dicen: "tengo miedo al mercurio de las vacunas". Y les dices: "ya, es que en España ninguna vacuna lleva mercurio". Y lo asumen. El problema está fuera. El picopala de la suegra, el abuelo, la vecina...eso es lo que hace impacto.
P. ¿Qué cambio, basado en evidencias científicas, está costando más asumir?
R. Si me guío por las redes sociales, cada vez que hablo del alcohol en las recetas recibo cientos de mensajes de odio hacia mi persona. El alcohol de las recetas no se evapora al 100%. Algo que hemos escuchado toda la vida. Tras treinta minutos de cocción, todavía puede quedar un 40 por ciento de alcohol. No hay una cantidad segura de alcohol en la infancia ni en el embarazo. En el libro incluyo toda la bibliografía de los estudios que se han hecho sobre esto. Podemos discutir lo que quieras, pero está ahí.
P. Ahí es donde aparece eso de "pues se ha hecho toda la vida y no ha pasado nada".
R. Claro. "Mi abuela ha cocinado toda la vida con alcohol y aquí estamos". Bueno, pues habrá que ver cómo estáis. El consumo habituado en la infancia y en mujeres embarazadas conlleva discapacidad intelectual, problemas de conducta, problemas de memoria, problemas de criterio y de toma de decisiones. ¿Podemos asegurar que estáis todos tan normales? Pues a lo mejor no. Es algo que, cuando se ha hecho en tu familia toda la vida, cuesta asumir que estaba mal. Simplemente, no se disponía de esa información y ahora sí.
P. Es muy común juzgar a unos padres porque decidan no darle azúcar a sus hijos y tienen que escuchar eso de "pobrecito". ¿Cuántas veces te encuentras con estas situaciones?
R. A diario. Te puedes sentir culpable cuando escuchas eso, pero te diré que, cuando tienes la convicción de que lo que estás haciendo es bueno para su salud, eso te empodera y esos comentarios te dejan de afectar. La evidencia científica te dice que consumir azúcar multiplica de una forma muy importante el riesgo de diabetes tipo 2, obesidad, enfermedades cardiovasculares, etc...Así que, ante esos comentario de "pobrecito", lo mejor es hacer un resoplido mental.
También he escuchado cosas como "yo a mi hijo adolescente le compro el alcohol en casa y así me aseguro de que no le den garrafón". Cuando tú sabes el impacto que tiene el alcohol en los adolescentes, y ves las cifras, no se me pasa por la cabeza pensar que he sido una madre pesada por decirle a mis hijos que, por favor, cuanto más tarde mejor. Les estás protegiendo y ese sentimiento es poderosísimo. La ciencia te respalda.
P. ¿Qué responsabilidad tienen los médicos de familia, matronas, pediatras...para que los padres no repitan patrones erróneos?
R. Ese es otro jardín. No todos los profesionales están actualizados. A veces, los bulos los distribuyen los propios sanitarios. Como lo del Aquarius para la gastroenteritis. Cuando sacamos este tema en redes sociales, hay muchísimos comentarios que dicen "pues ayer me lo recomendaron en urgencias". Soy optimista y creo que las nuevas generaciones tendrán mayor inquietud por estar actualizadas.
P. Te ocupas de salud mental en niños y adolescentes. Parece que aún es tabú. ¿Estamos gestionando bien estos asuntos?
R. La gestión emocional es una de las llaves del éxito personal como ser humano. Para estar en equilibrio y llevar una vida plena y feliz, debemos saber gestionar nuestras emociones, ponerle nombre, poner líneas rojas, saber lo que es normal y lo que no lo es en nuestros pensamientos. Eso no se aprende con una charla al año. Hay que integrarlo en los colegios, es igual de importante que las habilidades en Matemática o Literatura. Tienen que saber desenvolverse ante una situación de acoso o un desengaño amoroso. Tenemos unas tasas de suicidio en adolescentes que se nos pone el vello de punta. En 2021, fallecieron más adolescentes por suicidio que por cáncer. Hay que hablar de salud mental en colegios, casas, en nuestro entorno...
P. En cuanto al bullying, ¿avanzamos en la buena dirección?
R. Sí, pero falta mucho. Lo sufren uno de cada cuatro niños. Los padres tienen miedo de que les pase a sus hijos y esto ha generado una conciencia social. Hay que trabajar más. El único recurso que tienen algunas familias es cambiar al niño de colegio, y eso no puede ser, es una desprotección total. En los colegios donde tienen protocolos eficaces, las tasas de bullying desaparecen.
P. Cada día tienes más seguidores en redes sociales, tus videos miles de visualizaciones, tus libros son siempre un éxito. ¿De qué es síntoma?
R. Es síntoma de que se está generando un movimiento maravilloso de conocimiento, desde el sentido común, la sensibilidad, la experiencia y la evidencia científica.
Lucía Galán. Los virus no entran por los pies. Editorial Planeta. 318 páginas. 18,90 euros.

