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Pablo Cerezal: "Se ha devaluado el concepto de literatura"

LD conversa con el escritor madrileño sobre su obra Diego Vasallo, trayectoria de una ola (Parkour Poético, 2024).

LD conversa con el escritor madrileño sobre su obra Diego Vasallo, trayectoria de una ola (Parkour Poético, 2024).
Portada del libro 'Diego Vasallo, trayectoria de una ola', de Pablo Cerezal. | Parkour Poético

Lo último de Pablo Cerezal (Madrid, 1972) responde al nombre de Diego Vasallo, trayectoria de una ola (Parkour Poético, 2024) y se entiende como una aproximación caótica, carnívora y, sobre todo, según declara el autor en LD, como "un artefacto literario, poético" que atraviesa y orbita –y todo lo contrario– en torno al intérprete y compositor vasco.

En una novela anterior, Cerezal describía cómo entiende él la literatura: "La vida en desarrollo, el dolor y la herida, el ansia y el capricho, la rebeldía y el desperdicio, la vida, así, tal cual, sin ambages". Esa definición se traslada en plenitud a Diego Vasallo, trayectoria de una ola, un libro anárquico, hermoso, en el que el qué no importa más que el cómo –aunque sí tiene más peso que en obras pretéritas–, en el que se hibridan las voces del sujeto y del objeto: un artista que "está hecho de palabras".

–Escribes –pregunta LD–: "Diego está hecho de palabras". ¿Se ha devaluado la palabra? ¿Se ha devaluado la literatura?

–Creo que la palabra y la literatura no están devaluadas –responde Cerezal–. Afortunadamente, siguen existiendo orfebres de la palabra, verdaderos literatos en lucha a brazo partido con esa palabra que no deja de ser el principal vehículo de comunicación con que contamos. Lo que se ha devaluado es el concepto de literatura. Actualmente, parece que literatura es lo que vende y tiene visibilidad. Y no olvidemos que tiene visibilidad para que se venda masivamente y provea cuantiosos beneficios económicos, aunque pocos en ese aspecto emocional y de comunicación entre personas que anida en la verdadera literatura. Esta devaluación del concepto hace que la verdadera literatura quede en los márgenes. Pero, quién sabe, tal vez sea el lugar que deba ocupar. Quien tiene inquietud y busca, acaba llegando a ella.

Recoge Cerezal, un autor consagrado al verbo, que Vasallo peregrina hacia esa canción que se trasciende a sí misma. Escribe desde la admiración sobre un tipo que le recuerda a Mark Lanegan, que canta con una voz que es "un vendaval calmo de grietas a las que nadie ha puesto nombre" y que, humanísimo y contradictorio, vive en lo turbio a la vez que se exacerba de "vitalidad plena".

–¿Cómo y cuándo conoces a Diego Vasallo?

–A Diego le sigo, musicalmente, desde que comenzó su carrera en solitario. Y le admiro desde entonces, es una rara avis del panorama musical patrio, y un ejemplo de creador total. Hace ya años, él leyó mi Breve historia del circo y le gustó mucho y cruzamos conversaciones esporádicas a través de las redes sociales. A partir de ahí, yo también conocí sus fascinantes facetas de artista plástico y poeta, y profundicé en ellas. Después, concretamente, el 9 de abril de 2022, Diego daba su primer concierto tras la pandemia, en la sala Clamores de Madrid. Nos emplazamos a poder saludarnos tras el concierto y así fue. Más que conocernos ese día, como bien dice Julia Roig en el prólogo del libro, nos reconocimos. Intercambiamos teléfonos y comenzamos una serie de conversaciones acerca de música, literatura y un largo etcétera que incluía los propios impulsos creativos y vitales. Todo ello derivó en mi necesidad de poder llevar al papel ese fascinante viaje que sólo acabábamos de comenzar.

Diego Vasallo, trayectoria… es un campo minado de reflexiones sobre la creación artística, sobre el rastro que deja un ejercicio que puede doler como una apendicitis recorriendo un camino no exento de cantos y baches.

–¿Por qué el reto de todo artista es seguir tropezando?

–Porque todo artista busca lograr expresarse, y es consciente de que si tropieza es que aún no se ha logrado expresar como desea. Cada tropiezo plantea dudas y abre la posibilidad a nuevas vías de expresión, y así es como evoluciona todo arte. En caso contrario se estanca y cae en lo acomodaticio creyendo haber alcanzado una meta. La única meta del artista es seguir buscando la mejor manera de expresarse, y si ya se ha expresado del todo es que está muerto.

–¿Intentar la creación (literaria o de cualquier tipo) ya es dejar rastro? Un rastro, ¿de qué tipo?

–Por supuesto. Si algo merece la pena, sea la creación o cualquier otra cuestión vital, hay que intentarlo hasta las últimas consecuencias. Mientras se intenta se está vivo. Y todo intento de creación supone un pulso, un ímpetu, una energía y una necesidad de evolución que dejan un rastro emocional imprescindible al convertirse en ejemplo de que no hemos venido a esta vida para, simplemente, pasar por ella. Lo demás es cumplimentar días como quien horas de trabajo, y eso poco rastro deja.

Se despide Cerezal remitiéndonos a Parkour Poético, un proyecto ideado junto a la también escritora Julia Roig que, "interactuando en vivo", pretende crear "una conexión bidireccional entre creador y oyente". Más allá de los recitales bidireccionales, también es un sello editorial –véase el libro en torno a Vasallo– con dos hermanos: Parkour Audiovisual y Parkour Periodístico. "Todo enhebrado perennemente a la poesía como coartada y amparo al sentirse vivos y presentes del modo más subversivo y personal que sea posible".

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