
Una de las frases más escuchadas en las salas de estar de nuestro país reza así: "pásame el mando, que vienen los anuncios". Seguro que, por mucho zapping que el televidente practique, termina por recibir más de un mensaje publicitario, que casi siempre viene acompañado de alguna composición reconocible y pegadiza. Un matrimonio entre música y marketing que reconocemos hasta en los grandes almacenes norteamericanos, que fichaban a artistas callejeros para cantar sobre las excelencias de sus productos. Y, a pesar de los muchos cambios que ha experimentado la publicidad (a causa del desarrollo de las tecnologías y soportes de la comunicación), existen métodos clásicos que podemos aplicar a la difusión del mensaje publicitario, como el llamado esquema "AIDA", que se compone de cuatro fases.
Fase 1 (Captar la Atención): para destacar tu perfume por encima de todos los demás, nada como la bonita cara de una modelo, rodeada de una música de orquesta, que rasga con estilo la voz de Edith Piaf y su "Non, Je Ne Regrette Rien".
Fase 2 (Conseguir el Interés): seguro que los niños han mareado muchas veces a sus padres con un menú infantil de hamburguesería, pero a los adultos les dará una impresión positiva si lo anunciamos con juegos en castillos hinchables de colores, animados por el clásico "Glad all Over" de Dave Clark Five.
Fase 3 (Despertar el Deseo): sí, a todos los varones heterosexuales de edades comprendidas entre los dieciocho y los ochenta (o más) les interesa no sudar a chorros durante una cita... pero si un desodorante en concreto hace que las mujeres acudan por parejas a tu llamada, al ritmo de "No Man Can Walk Alone" (con la voz remezclada de Solomon Burke), pues mejor que mejor.
Fase 4 (Mover a la Acción): para lograr este último paso, puedes incluso recurrir a la identidad del espectador, asegurando que "la gente hace lo que le da la gana", como concluía una conocida marca de refrescos en un anuncio que, por supuesto, incorporaba una canción de "The Fifth Dimensión". Canción cuyo título coincidía (mire usted por dónde) con el nombre de la marca anunciada.
Después de este breve recorrido de cuatro paradas, muchos de ustedes dirán que, no obstante, aunque recordemos las canciones de los anuncios, casi nunca podemos decir qué coche anunciaban, o qué colonia vendían. Pero no subestimemos a la publicidad: al final, siempre acabamos por comprar alguno de estos productos. Así que, ¿por qué no disfrutar al mismo tiempo de una buena canción? Una que quizás consiga que aún no cambiemos de canal.

