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'Cara B'

King Crimson: el comienzo de la dinastía "Prog"

Una mirada desde "Cara B" al disco que comenzó un nuevo sendero musical.

Cara B: 'The Court of Crimson King'

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Una mirada desde "Cara B" al disco que comenzó un nuevo sendero musical.
Kim Crimson en Cara B

En cualquier rama del arte, resulta una temeridad afirmar que un determinado protagonista ha inventado un nuevo género, movimiento o corriente: casi siempre nos encontraremos precedentes en los que apoyarnos para decir aquello de "eso ya se apuntaba en el trabajo de ...". Por supuesto, la historia de King Crimson no constituye una excepción, pero resulta casi imposible no señalar su álbum debut In The Court of The Crimson King como el primer disco de música progresiva. Así de sencillo.

Un trabajo grabado y editado en 1969 que mostraba todas las características del prog en sus cinco extensos cortes. En ellos se tallaban las líneas maestras del género, comenzando por el propio virtuosismo de sus componentes, que plasmaban la unión de músicas como el rock, jazz, folk, y elementos y estructuras orquestales, aderezando la receta con improvisaciones impecables.

El álbum abría con una llamativa descarga titulada 21st Century Schizoid Man, marcada por la demoledora guitarra de Robert Fripp (el alma del proyecto, y el único integrante que siempre ha estado en la banda): una canción de estructura atípica, voces distorsionadas (a cargo del vocalista y bajista Greg Lake, que seguiría su camino en Emerson, Lake & Palmer) y una densidad sonora casi sin precedentes. Un tema de rock aplastante que quedaba contrarrestado por los suaves vientos de Ian Mcdonald en I Talk to the Wind, preciosa balada de arreglos cuidados que demostraba el eclecticismo y la versatilidad de la banda. Un lamento continuado en Epitaph, uno de los mejores textos del letrista invitado de la banda, Pete Sinfield, que condicionaba los conceptos centrales del álbum: oscuridad, desesperación, paranoia y aversión a la figura del poder, y un profundo sentimiento de soledad y aislamiento.

Moonchild ponía sobre la mesa una extensa jam session que cerraba, con carácter solemne, The Court of the Crimson King, un oscuro funeral de ritmos cambiantes, cortesía del batería Michael Giles, regado por el onírico sonido del melotrón. Quedaba constituido el primer álbum de música progresiva, con todas las señas de identidad del género (el resto, las irían abriendo con el tiempo Fripp y sus antiguos compañeros).

Aunque siempre se podrá decir que los Beatles ya experimentaron algunos aspectos similares antes, y que bandas como los Moody Blues o The Nice también dotaron al rock de un carácter sinfónico, la primera ocasión en que un disco integró las bases del prog fue en diciembre de 1969, "en la corte del Rey Carmesí". Normal que la figura en la portada del álbum, pintada por Barry Godber, expresara aquella angustia (al margen de exponer los miedos que asolan la mente humana): a lo mejor sabía el universo de posibilidades musicales que esperaba en el horizonte.

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