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Felipe Couselo

La catapulta musical de Oasis

Se cumplen 20 años de '(What’s The Story) Morning Glory?', uno de los mejores discos británicos de las últimas décadas.

Se cumplen 20 años de '(What’s The Story) Morning Glory?', uno de los mejores discos británicos de las últimas décadas.
Los hermanos Liam y Noel Gallagher | Cordon Press

Existen artistas que se pasan la vida soñando con ser estrellas del rock, y luego están aquellos que lo consiguen. Aquellos que cumplen su deseo con creces, contemplando su ascenso al más alto nivel de popularidad. Muchos de los que llegan a este selecto club, caen en la autocomplacencia, los excesos o simplemente, se deshinchan. Porque lo que tienen dentro no da para más que para subir la montaña (que no es poco), y no les da para respirar a esa altura. Pero también tenemos excepciones, artistas cuyo momento de gracia se prolonga algunos años y por algunos discos. Ese es el caso de Oasis.

La banda, originaria de Manchester y cimentada en las figuras de Noel y Liam Gallagher, logró un gran éxito en Gran Bretaña (y en gran parte de Europa) en 1994 con su debut, Definitely Maybe. El disco estaba presidido por las guitarras, los vibrantes estribillos y la ilusión de devolver el rock al primer plano de la música británica. En anhelo por llegar a conquistar el máximo territorio posible estaba presente ya en temas como Rock ‘n’ Roll Star, Supersonic y, por supuesto, Live Forever. La gente encontraba un nuevo icono de dos caras, representado por la voz de Liam y las palabras escritas por Noel. Lejos de quedarse en una anécdota pasajera, un éxito independiente del que no se habla demasiado, la leyenda de Oasis comenzó a forjarse en esos días. Fechas de discusiones fraternales entre los Gallagher (frecuentes durante toda su carrera en común), pero también de revelación. Porque comenzaron a vislumbrar la oportunidad que tenían ante ellos: en un momento clave en el que el público necesitaba héroes, aquellos hermanos macarras de Manchester acertaron en llegar al fondo del oyente.

La grabación del disco fue un proceso sencillo, al menos al principio: los temas salían a buen ritmo, y las sensaciones de estar ante algo importante iban llegando. Todo se cortó de forma abrupta tras una pelea entre los hermanos, que detuvo el proceso alrededor de tres semanas, pasadas las cuales se fue cerrando el disco con colaboraciones como la del icónico Paul Weller, colaborando con su guitarra y voz en uno de los mejores cortes del disco (y de toda la carrera de la banda), Champagne Supernova.

Mientras todo esto ocurría, el llamado Britpop conquistaba el mercado europeo con bandas como Pulp, Suede o Elastica. Y también, por supuesto, estaba Blur: banda de hondo calado entre la juventud británica y cuyo sonido, menos sucio que el de Oasis y más elaborado en sus estructuras, les había llevado a disputar el trono musical que la prensa británica había decidido ofrecer en 1995. Los encontronazos y declaraciones cruzadas entre su frontman, Damon Albarn, y los hermanos Gallagher, dejaban la polémica servida cada vez que alguien les preguntaba por la otra parte… y esto se aprovechó a la salida de sus siguientes discos: The Great Escape para Blur, y (What’s The Story)Morning Glory? Para los Gallagher y compañía. La batalla se trasladaría al lanzamiento simultáneo de singles por parte de ambas formaciones, con victoria para Blur en lo que se llamó La Batalla del Britpop: Country House, el single de presentación del nuevo trabajo de Albarn y los suyos, superaba en ventas a Roll WIth It, el segundo sencillo que adelantaba la publicación del disco de Oasis.

La situación cambió (y mucho) con la publicación del LP: el Morning Glory barrió en ventas a cualquier otro disco británico del momento, además de convertirse en el mayor éxito de la banda en mercados tan importantes como el norteamericano. Se mantuvieron en lo más alto de la lista británica durante más de dos meses, y se calcula que, a día de hoy, se han vendido más de veinte millones de copias del álbum. Las explicaciones para tal éxito hay que buscarlas en factores como el innegable talento de Noel Gallagher para escribir himnos generacionales como Wonderwall o Don’t Look Back in Anger, además de la honestidad vocal que desprendía Liam en cada una de las interpretaciones de la banda.

El disco arranca con Hello, guitarrero guiño a Gary Glitter en el que saludan a su público, anunciando lo bueno que es estar de vuelta con nuevo material. Toda una declaración de intenciones que tiene su continuación en Roll With It, pegadiza y redonda en su forma y fondo. Sin más preliminares, Wonderwall cae como una losa sobre el oyente, cumpliendo con maestría su papel de himno generacional. La canción certifica el momento de gracias en el que se encuentra Noel como compositor, reivindicándose también como vocalista en Don’t Look Back in Anger, un tema cien por cien Lennon, con homenaje a Imagine en su arranque, que prolonga el altísimo nivel de su antecesora hasta llegar a casi diez minutos seguidos de rock-pop de cinco estrellas. Cierra el segmento Hey Now, enésimo corte infalible de rock para una banda de trayectoria tan corta hasta entonces.

Asando un poco de largo de las dos pistas conocidas como The Swamp Song, de apenas unos segundos de duración, habría que detenerse un poco en temas como Some Might Say, el primer sencillo que se extrajo del disco, meses antes de su publicación en octubre del año 1995. Un tema que ofrecía todavía más conexiones con diversas capas sociales, erigiendo a la banda en portavoces para varios de estas clases. La exhibición continuaba con Cast No Shadow, saludo y dedicatoria de Noel a su admirado amigo Richard Ashcroft (The Verve). El ritmo se recupera con la adictiva She’s Electric, dejando para el final dos grandes colofones. En primer lugar, el golpe de guitarra que representa Morning Glory, carga de rock en un disco más pop que su predecesor. Y el final, con la calma e intensidad que aporta Champagne Supernova.

Con semejante lista de canciones, (What’s The Story) Morning Glory? está considerado como uno de los mejores discos británicos de las últimas décadas, y muy pocos son los que pueden discutir con el poder de esa afirmación. Más que nada, porque todos las hemos cantado, celebrado, y sobre todo, entendido como nuestras.

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